El empeño de Alberto Núñez Feijoó de intentar su investidura como presidente del Gobierno español en el debate que se celebrará los días 26 y 27 de septiembre en el Congreso es un viaje a ninguna parte. La reunión que mantuvo ayer el líder del PP con Pedro Sánchez vino a confirmar lo que ya se sabía de antemano: sus posibilidades de ser el nuevo inquilino de la Moncloa son nulas. Simplemente, no dispone de los apoyos suficientes para gobernar. La fórmula que Feijóo propuso a Sánchez resulta poco creíble: que el PSOE facilite su investidura para una legislatura que tendría una duración de dos años bajo la premisa de que ambos partidos firmen seis pactos de Estado sobre otras tantas materias: organización territorial, regeneración democrática, estado de bienestar, saneamiento económico, familias y agua. Después de ese periodo de 24 meses de gobierno, se convocarían nuevas elecciones generales. La oferta de Feijoó es insólita y tiene los pies de barro. El PSOE no está dispuesto a facilitar la investidura del candidato del PP y juega sus propias cartas, que pasan por lograr el respaldo de los nacionalistas vascos y catalanes para repetir mandato. Y, por otra parte, cerrar seis pactos de Estado cuando los populares se han negado sistemáticamente a abordar un acuerdo para la renovación de los órganos judiciales como el CGPJ es un brindis al sol. Llama la atención también la apelación que realizó ayer Feijóo a que Sánchez “prefiere pactar con independentistas”, cuando la semana pasada el propio PP se abrió a dialogar con el partido de Puigdemont para tratar de alcanzar un acuerdo que posibilitara su investidura. De hecho, la ronda de negociaciones que estrenó ayer Feijóo está abocada al fracaso. El líder del PP ha incluido reuniones con todos los presidentes autonómicos y, de momento, tanto el lehendakari, Iñigo Urkullu, como Pere Aragonès han declinado su invitación. Está por ver hasta dónde llegará una ronda de conversaciones con la que da la sensación de que Feijóo solo buscar apuntalar su imagen por si se produce una repetición electoral. En todo caso, para Sánchez el viaje a la investidura tampoco será un camino de rosas ya que le quedan por delante semanas de negociaciones con partidos con los que en la anterior legislatura alcanzó acuerdos que luego no ha cumplido.