El mar se volvió a convertir en una tumba la semana pasada. Un barco fletado por traficantes que llevaba a cientos de personas engañadas a un futuro incierto se hundió frente a la costa de Grecia. Mujeres, niños y niñas perecieron ahogados en el fondo del mar Jónico tras el abandono cruel del capitán del barco. El nuevo drama demuestra el escaso valor que tienen para las mafias la vida de las personas que pagan por un sueño americano que solo en muy pocos casos podría llegar a cumplirse. Mientras Europa se queda en las sentidas condolencias una vez más y exige investigaciones y aclaraciones que están por ver si llegan, el verano nos devuelve con fuerza el eco de un problema sin resolver: el paso migratorio de miles de personas llegadas de distintos puntos de África atraídas por falsos mensajes de riqueza europea. La estremecedora y vergonzante fotografía del naufragio no es sino un añadido a lo que, frecuentemente, sucede en la valla de Melilla o, también en la misma muga de Irun. El propio Bidasoa se ha convertido en ocasiones en una trampa mortal, mientras continúan las denuncias de la práctica de devoluciones en caliente por parte de Francia, que se acoge a la falta de documentación de los migrantes para recolocarlos de nuevo en territorio vasco e impedir su libre tránsito hacia países del norte de Europa. Asimismo, la fragilidad del Estado español ante Marruecos ha sido en ocasiones evidente. Tanto, que ha bastado con que el reino alauí haya dejado de ejercer el control de los migrantes dentro de su territorio para que la valla de la ciudad autónoma se haya convertido en un verdadero asalto de niños, jóvenes y hombres. Para la hemeroteca queda la negación del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, sobre el asalto vivido en junio del año 2022, con la constatación en un vídeo de la violenta respuesta de las fuerzas de seguridad españolas y marroquíes. Y la devolución de cadáveres a Marruecos por parte del Estado español. Ejemplos que no muestran sino la falta de políticas efectivas para atender, siempre bajo el estricto respeto a los derechos humanos, a un fenómeno, el migratorio, que no desaparecerá por muchas concertinas que se pongan o controles fronterizos que se realicen. Es hora de mirar al problema de frente y darle solución para atajar la sangría de pérdida de vidas humanas sin razón.