El espectacular crecimiento del turismo experimentado en los últimos meses consolida a Euskadi como un país atractivo que despierta el interés de los visitantes como destino cultural, social y gastronómico. Al mismo tiempo, supone una importante y estimable contribución a la generación de actividad económica, riqueza y empleo, en especial para un sector muy castigado durante más de dos años a causa de las restricciones impuestas para frenar los contagios y la expansión del covid-19. Los últimos datos son especialmente elocuentes e indican que el turismo no solo ha recuperado los niveles que tenía antes del parón de la pandemia, sino que los ha incrementado de manera sustancial, con un aumento del 17% en el número de visitantes el pasado mes de julio en el conjunto de la CAV y del 10,6% en las pernoctaciones, un capítulo especialmente importante porque muestra el interés de los visitantes –que no solo llegan de paso– y contribuye a la mejora del impacto económico tanto en el sector, como en todo el país. Este aumento del turismo está siendo muy significativo en Gipuzkoa, con un crecimiento del 20% respecto a 2019, año precovid. La fuerte presencia de turistas en nuestras calles no es ya solo una cada vez más evidente percepción. No hay que olvidar que el sector suponía en 2019 –es decir, antes de la pandemia– el 6,4% de nuestro PIB, un peso importante para nuestra economía y que hay que preservar e incluso incrementar en la medida de lo posible y en función de la realidad de cada territorio y cada ciudad. Euskadi siempre ha sido, y sigue siendo, fiel a un modelo de turismo de calidad y sostenible, totalmente alejado de otros patrones en boga en ciertas zonas del Estado y Europa. Esa debe ser una apuesta a mantener, en la que caben diferentes intervenciones públicas para garantizar que el aún deseable incremento de turistas no termine por convertirse en un fenómeno masificado y perjudicial para la ciudadanía y el territorio. Por fortuna, y gracias a las decisiones adoptadas, Euskadi está aún lejos de padecer esa situación. El caso de Donostia, en el que la presión del turismo es algo mayor, está siendo ya abordado con la posible implantación de una tasa específica que se descarta en Bilbao, donde la situación es bien distinta. En cualquier caso, y con las adaptaciones al medio, el turismo en Euskadi sigue siendo un modelo de éxito.