La incidencia e impacto que está teniendo la pandemia del covid-19 debido fundamentalmente a las nuevas subvariantes del virus, mucho más contagiosas, nos devuelve la imagen de una realidad conocida y también previsible. El fin de las restricciones fue posible gracias a una reducción de la incidencia y, sobre todo, de la presión hospitalaria, y también fue fruto del consenso social respecto a la necesidad de afrontar la convivencia con el virus sobre la base de la responsabilidad y la prudencia personales tras dos años de duras medidas que, además del lógico temor al contagio y sus duras consecuencias, habían provocado una amplia fatiga pandémica. La convicción de los expertos es que esa convivencia con el covid-19 y sus sucesivas variantes va a ser larga y durará como mínimo varios años. Ello significa que, al menos de momento, van a seguir produciéndose sucesivas olas de contagios, aunque con distinta modulación. Por lo tanto, es necesario mantener la máxima prudencia y la autoprotección, como demandó ayer el lehendakari, Iñigo Urkullu. En momentos como el actual, de expansión de la pandemia, es necesario frenar al virus extremando la cautela y la cultura del cuidado mutuo. El Gobierno Vasco –al igual que otras comunidades– volvió ayer a insistir en la recomendación de utilizar la mascarilla en espacios interiores y en lugares y momentos en los que existan aglomeraciones de personas, además de en el mantenimiento de otras medidas también conocidas como la higiene de manos y la máxima ventilación posible de locales y en la vacunación con la pauta completa. Es obligación de toda la sociedad proteger a los colectivos más vulnerables, con especial atención a los mayores de 60 años, grupo que está siendo golpeado en estos momentos por el virus. Según los últimos datos aportados por el Ministerio de Sanidad, el número de pacientes ingresados por covid se ha duplicado en un mes en el conjunto del Estado, también en Euskadi, donde ha pasado del 7,8% al 13% de ocupación, aunque los pacientes presentan cuadros menos graves. La ministra Carolina Darias apuntó ayer a una “ralentización” en el crecimiento de la curva pandémica, pero ello no significa que el virus haya desaparecido. No lo hará a medio plazo, por lo que la responsabilidad social en los comportamientos de cada persona son la clave para afrontar esta fase de la pandemia. l