Síguenos en redes sociales:

Hogares y empresas rebajan su deuda, pero crece la de las administraciones

La caída de los tipos de interés y el aumento de las tasas de ahorro están logrando rebajar el endeudamiento

Hogares y empresas rebajan su deuda, pero crece la de las administracionesEP

El último ‘Informe de Estabilidad Financiera’ elaborado por el Banco de España, publicado recientemente, deja bien a las claras determinadas evidencias que hablan bien y mal del estado de los diferentes actores de la economía estatal. Por un lado, que hogares y empresas están cumpliendo sus deberes en lo que se refiere a ahorro y endeudamiento, mientras que las administraciones públicas se descuelgan de ese objetivo, si bien los motivos de esta última tendencia -que va al alza- son variados. Además, los riesgos geopolíticos -como conflictos bélicos, aranceles y acceso a suministro energético- ya se posicionan como el primer factor de preocupación para los expertos, que también miran de reojo el estado del mercado inmobiliario, en una situación de inflación continua de precios. 

Así, el informe constata que, desde hace quince años, en el proceso de comienzo de salida de la Gran Recesión que golpeó a la economía mundial y muy especialmente a la Eurozona, se ha producido un descenso en la ratio de endeudamiento y la carga por intereses de la deuda de los hogares. Pero lo más interesante es comprobar como, desde hace cinco años, con el inicio de la pandemia, ese ratio de endeudamiento de los hogares en términos de porcentaje sobre la renta bruta disponible está por debajo de la media de la Eurozona, cuando históricamente siempre había estado muy por encima. De hecho, esa ratio, según el informe del Banco de España a partir de datos del propio organismo, el BCE, Eurostat, y el INE, se situaba a fines del pasado año en el 68%, mientras que el promedio de la Eurozona reflejaba un 83%. En en el año 2007, justo en pleno apogeo de la burbuja inmobiliaria, ese valor porcentual sobrepasaba el 130% en el caso español. En el caso de los intereses que se pagan por esa deuda, los baremos entre ambos espacios se igualan cerca del 3%. 

Sin duda, la mejora del mercado de trabajo, con un crecimiento de los puestos de trabajo -el pasado año se crearon 502.000 empleos y la afiliación a la Seguridad Social estaba en 21,3 millones de personas-, ha contribuido a esta situación, junto a los efectos de la rebaja de tipos de interés que en el último año ha decretado el BCE. Pero también se ha producido un aumento en las tasas de ahorro, un fenómeno vinculado también a la entrada al mercado laboral de numerosos trabajadores inmigrantes. Este colectivo destina parte de los ahorros que logra a través de su trabajo al envío de remesas de dinero a sus países de origen, pero también a invertir en la formación de sus propios negocios. En el conjunto del año 2024 la tasa de ahorro de los hogares se situó en el 13,6% de su renta disponible bruta, un 1,6% superior a la del año anterior, según el INE. Esto implica que, como pone de relieve un reciente estudio de CaixaBank Research, el ahorro ha pasado de 5.800 euros por hogar en 2023 a más de 7.000 el pasado año . “Hablamos de 139.900 millones de euros de ahorro bruto, 26.000 millones más que en 2022, y 86.000 millones más que en el promedio de 2015-2019”, destaca el informe. 

Además del cambio cultural y social que se ha producido tras la recesión de la década pasada -los créditos solicitados y concedidos no se mueven, ni de lejos, en los volúmenes de hace veinte años-, y de que, pese a que con dificultades para crecer en la misma proporción que la inflación, los salarios conservan poder, también existen otras razones de fondo. Que esté creciendo el ahorro se debe también al incremento en las prestaciones sociales percibidas, reforzadas por el aumento en el número de pensionistas y la revalorización de las pensiones del 3,8%, los ingresos de los autónomos y las rentas netas de la propiedad, así como de otros ingresos derivados de rentas de inversión en un contexto, el de antes de 2024, en el que los tipos de interés altos beneficiaron a los ahorradores.

Similar evolución ha desarrollado la cuota de endeudamiento de las empresas españolas, que se estabilizó a finales de 2024, al tiempo que su ratio de pagos por intereses comenzó a caer. Según los datos de informe sobre Cuentas Financieras de abril del Banco de España, la deuda de las empresas retrocedió en términos de PIB a lo largo de 2024, hasta situarse en un valor porcentual del 63,5%, un porcentaje que no se alcanzaba desde finales del año 2001. La subida de las exportaciones y la caída de tipos de interés son los motivos que explican este logro, si bien los analistas indican que esto también se está consiguiendo frenando la inversión privada empresarial, que es un eje fundamental para garantizar el crecimiento futuro. Sin inyección de capital para nuevos proyectos, el sector empresarial y la economía corren el riesgo de sumirse en una peligrosa atonía. 

La situación financiera de las administraciones públicas es la que despierta más preocupación en el Banco de España. “Continúa siendo una fuente de vulnerabilidad”, afirma rotundo el análisis elaborado por Daniel Pérez Cid, director de Estabilidad Financiera del organismo. Tanto el déficit público como la deuda alcanzaron niveles máximos en el Estado en 2020, cuando la crisis originada por la pandemia obligó a activar el denominado escudo social. En los últimos años, mientras el déficit ha moderado su crecimiento, la deuda no lo ha hecho en la misma proporción. El pasado año, la deuda pública alcanzó el 101,8% del PIB del Estado. Supuso una caída de 3,3 puntos respecto a 2023, cuando la deuda fue el 105,1% del PIB. Sin embargo, en términos absolutos, la deuda per cápita en España el pasado año fue de 33.021 euros por habitante, cuando en 2023 fue de 32.396 euros. España está entre los países de la Unión Europea con más deuda respecto al PIB, tan solo por detrás de Grecia, Italia, Francia y Bélgica. 

Uno de las consecuencias de la crisis del euro que arrastra la economía española tiene que ver precisamente con el estado de su deuda, cuyo impacto podría ser menos fuerte si se acometieran las reformas pendientes en campos como la productividad, la competitividad o la inversión. En el año 2008, la deuda pública rozaba el 40% del PIB, un porcentaje que ha ido escalando sin freno. Cinco años después, en 2013, ya era del 100%. Además, como señala el informe del Banco de España, sobre la economía se ciernen “riesgos al alza”, identificados en cuestiones como los problemas demográficos, la falta de trabajadores, la subida del gasto del Estado en defensa para cumplir con los compromisos con la OTAN y la “indefinición de los planes de consolidación fiscal”.

Otro de los aspectos en los que se detiene el estudio del Banco de España es el que tiene que ver con la vivienda, que se ha convertido ya en un factor que atenaza la economía, no solo por lo que supone en términos cuantitativos -mayores precios- sino también cualitativos, ya que no acceder a una lastra enormemente las posibilidades de emancipación de la juventud, lo que a la larga también deteriora el crecimiento de una economía. En este sentido, y aunque “hasta la fecha los indicadores de desequilibrios de precios permanecen en niveles moderados”, lo cierto es que los precios reales continúan creciendo y están, por ejemplo, en los niveles del año 2004, cuando el ascenso que ya se venía produciendo dio un salto vertiginoso hasta situar el mercado en una situación desajustada con los niveles de renta de los hogares.

El informe del Banco de España se detiene también en analizar la situación del mercado financiero. Las principales entidades presentaron el año pasado cifras récord de beneficios. Los márgenes de intereses impulsaron los balances bancarios. “La rentabilidad de la banca española supera la de otros bancos en las principales economías de la UE, apoyada en un mayor margen de intereses y en una mejor eficiencia operativa”, proclama el informe del Banco de España, que recoge también el incremento del crédito concedido a particulares y empresas el pasado año así como una mejor retribución a los ahorradores, dos demandas que se le formulaban con insistencia al sector financiero. Un aspecto en el que hace especial incidencia el documento es el crecimiento operativo del sector financiero no bancario, que ha crecido más que el sector bancario tanto en España como, especialmente, en el conjunto de la Eurozona. Ahí se incluyen los fondos de inversión no monetarios, las empresas de seguros, los fondos de pensiones, las sociedades de capital riesgo y de valores, y las cooperativas de crédito, entre otras entidades.

Pero el informe también advierte de los riesgos que siguen presentes para la economía española. Entre estos destacan todo lo vinculado con la incertidumbre geopolítica mundial, el conflicto comercial, una posible depreciación del dólar que crearía una alta volatilidad en los mercados financieros si el euro sigue cada vez más fortalecido. El propio Banco de España y otro organismos están rebajando sus previsiones de crecimiento de PIB para este año por la complicada situación internacional, con una desconfianza en las relaciones entre Estados que acabará teniendo su correlación en la evolución de las economías.