“Confrontar es necesario para disputar la riqueza que se está generando”
Mitxel Lakuntza (Iruñea, 1976) fue reelegido secretario general de ELA el pasado 3 de junio con mensaje claro: habrá confrontación, sindical y también política
Confrontación y contrapoder. Esa seguirá siendo la estrategia de ELA para “disputar la riqueza que se está generando”. Para ello, su secretario general, Mitxel Lakuntza, pone el foco en tres cuestiones: aumento de los salarios, cambios en la fiscalidad para que las empresas paguen más impuestos y lograr que Euskal Herria tenga la competencia para establecer su propio SMI.
ELA sigue apostando por su estrategia de confrontación. Las críticas no les llegan solo del mundo empresarial o político, sino también del sindical. ¿Cómo lo lleva?
Es el precio de la coherencia. Ir a contracorriente tiene sus adversarios. ¿Qué nos ratifica en nuestra estrategia? Sobre todo dos cuestiones: que el sindicato tiene un gran respaldo y los resultados. Esta es la organización que más afiliados y afiliadas tiene, y se han incrementado en más de 3.000. Por lo tanto, esta estrategia tiene un respaldo mayor que la de ningún sindicato en este país y además los resultados que pone encima de la mesa son los que nadie pone en este país. Hemos llegado a este congreso con más del 90% de convenios actualizados en la CAV, que es una cifra histórica que no hemos tenido durante muchos años. El dato es el que mata el relato y lo que se ve de una manera muy clara, y sobre todo en los sectores feminizados, es que ELA consigue ese elemento diferencial con respecto a los otros sindicatos. Y eso solo puede hacerse con una estrategia de confrontación y de contrapoder.
¿Es la huelga la única vía, entonces?
No, eso no quiere decir que todos los convenios tienen que hacerse con huelga. La realidad en Gipuzkoa deja en evidencia que, cuando hay contenidos, el sindicato firma. Los dos últimos años han sido de una pelea tremenda para que muchas patronales tuvieran en cuenta el IPC y uno de los mensajes que tenemos para los próximos años es que hay que superar esos incrementos.
“Necesitamos mejorar todavía más nuestra capacidad de confrontación y nuestra capacidad de organización”
La clase trabajadora ha perdido poder adquisitivo.
Estamos en una coyuntura de crecimiento histórico, muchas empresas nunca habían ganado tanto dinero como estos últimos años. Los excedentes empresariales están aumentando y, por contra, los salarios van perdiendo. Necesitamos mejorar todavía más nuestra capacidad de confrontación y nuestra capacidad de organización para disputar esa riqueza, para conseguir que parte de esa riqueza que se está generando vuelva a las rentas salariales, porque no hay ninguna patronal que venga a ninguna mesa a decir que lo justo es repartir la riqueza que se genera, el reparto se da fruto de esa confrontación.
De crecimiento económico y de crecimiento del empleo, que también estamos en récord.
Sí, pero ni siquiera el crecimiento del empleo ni los salarios que hemos podido incrementar son capaces de repartir esa riqueza. Esa es una reflexión que excede a la negociación colectiva y que tiene que ver, entre otras cosas, con la fiscalidad. Hay dos vías de reparto de la riqueza que se está generando: la primera es la fiscalidad, qué tipo de tributación tienen esas empresas que están ganando lo que nunca han ganado, y la segunda es la negociación colectiva, por eso incidimos en las dos y por eso decimos que vamos a seguir haciendo política. Porque tenemos todo el derecho de hacer política. Se nos cuestiona a menudo por eso, pero creo que es muy preocupante que se entienda que la política tiene que estar solo reservada para aquellos que están en un parlamento.
En su congreso ha sido muy crítico con EH Bildu y Podemos. ¿Cree que, en estos momentos, es ELA quien defiende los verdaderos valores de izquierda?
Cuando nosotros hacemos una crítica a los gobiernos de Gasteiz o de Iruña, y analizamos lo que está pasando con los presupuestos, o la fiscalidad, el incremento de las privatizaciones o las subcontrataciones, decimos que eso responde a una política de derechas. Por otro lado, tenemos a una izquierda que no responde, en términos de oposición, como debería a esas políticas. Una de las críticas que hemos hecho a Elkarrekin Podemos es sobre los acuerdos firmados de las diputaciones de Araba y de Bizkaia. Joseba Díez Antxustegi decía en una entrevista a los votantes del PNV que tenían que estar tranquilos y tranquilas porque ese no era un acuerdo de izquierdas, y estaba diciendo la verdad. Porque un análisis muy riguroso lleva a concluir que no hay ningún cambio de calado en la política fiscal que estaban firmando.
“Yo dije que el acuerdo de educación iba a envejecer muy mal, lo que no me imaginaba es que lo iba a hacer tan pronto”
¿Y en el caso de EH Bildu?
En el caso de EH Bildu lo que vemos es que hay un acercamiento a esas posiciones. Hay que hacerse una pregunta, ¿quién se acerca a quién? ¿Se está acercando el PNV a lo que podían ser posiciones históricas de izquierda de EH Bildu? No, lo que está pasando es que EH Bildu se acerca a las posiciones del PNV. Y claro, desde el sindicato, cuando escuchamos a algunos líderes de EH Bildu decir que están dispuestos a abordar una negociación presupuestaria y que están dispuestos a dejar fuera de esa negociación cuestiones tan importantes como la fiscalidad, pues eso a nosotros no nos suena bien.
Los dos últimos acuerdos más sonados se han firmado sin su respaldo, algo que se ha interpretado como una pérdida de respaldo hacia su estrategia de confrontación.
Una de las ideas que quería destacar en el congreso es que, en un contexto de ataque al sindicato, donde se está generando un determinado relato desde el mundo económico, patronal y político, incluso también de otros sindicatos, es importante distinguir la realidad objetiva. No todos los sindicatos estamos en crisis, ELA no está en crisis y el sindicalismo que defiende tampoco. Sin embargo, las organizaciones que han apostado por un sindicalismo institucional están perdiendo representación. Nuestro modelo sindical ha ganado la batalla.
El secretario general de CCOO Euskadi, Santi Martínez, le ha acusado de despotismo ilustrado por no respaldar el acuerdo de Bridgestone incluso antes de que se pronunciara la plantilla.
Aquí hay una reforma laboral que se hizo para que las empresas con beneficios puedan tener los mecanismos para deshacerse de la plantilla cuando quieran y lo único que puede impedir eso la oposición sindical. ¿Qué es la estrategia que hacen empresas como Bridgestone? Te plantean un número inflado de trabajadores que van a un ERE y después abren un proceso de negociación para rebajar ese ERE al número final que ellos ya tenían previsto. ¿Cuál tiene que ser nuestro papel? Sobre todo impedir que esos despidos se lleven a cabo. El sindicato va a acompañar a esos trabajadores hasta donde quieran, pero a veces el miedo, el chantaje de las empresas tiene su efecto. Y el sindicato sabe interpretar qué es lo que está pasando. En Bridgestone nosotros no teníamos la mayoría. Nos dicen que no hemos respetado la asamblea, pero sí, la asamblea se respeta porque hay una mayoría, pero el sindicato no respalda eso. Entre respetar y respaldar hay diferencia.
“Nos gustaría que el Gobierno vasco tuviera una línea roja, que no se va a fomentar con dinero público la industria armamentística”
El ERE al final se ha llevado a cabo con bajas voluntarias.
Voluntarias no son, claro que son salidas traumáticas.
Tampoco han firmado el acuerdo de educación. ¿Qué cree que podrían haber conseguido con más huelgas?
En este proceso de la huelga de educación, empezamos hace tiempo a recoger firmas y hacer asambleas, vimos que había un enfado entre el profesorado y dijimos desde el principio dónde estaban nuestras reivindicaciones. El resto de sindicatos optaron por mantener posiciones más genéricas. ¿Qué es lo que ha pasado? Que ha habido una firma precipitada. Yo dije que este acuerdo iba a envejecer muy mal, lo que no me imaginaba es que lo iba a hacer tan pronto. Ha pasado un mes y LAB está diciendo que el acuerdo se está incumpliendo. Se han hecho lecturas triunfalistas llamando histórico a un acuerdo que no lo es.
El Gobierno vasco se está volcando en los últimos tiempos con la industria. ¿Cómo ve los pasos que se están dando?
En este país, la política industrial ha sido durante muchos años confiar en el sector privado toda la iniciativa y vender iniciativas de titularidad pública al sector privado. Y, luego, para mejorar la productividad de las empresas lo que se ha hecho ha sido bajarles más los impuestos. Aquí se ha perdido mucho tiempo y ahora hay que hacerse la pregunta de hasta qué punto la inversión pública va a ser real y en qué dirección va a ir. Por ejemplo, nos preocupa muchísimos cuando se habla en estos tiempos de la industria militar. Nos gustaría que el Gobierno vasco tuviera una línea roja, que no se va a fomentar con dinero público la industria armamentística.
Estuvo recientemente con Yolanda Díaz, que en la sede de ELA fue bastante ambigua, pero un día después cerró la puerta a un salario mínimo vasco fuera de la negociación colectiva. ¿Cómo fue ese encuentro?
Le planteamos el salario mínimo vasco y le dijimos claramente que en este país no se puede vivir con 1.184 euros. Lo que estamos exigiendo es que se descentralice esa competencia. Y eso no quiere decir que, una vez abierto el debate, en un territorio se pueda bajar el que ya hay. Defendemos que se establezca un mínimo para todo el Estado y luego presionaremos a PNV y EH Bildu para lograr la competencia.
No parece algo fácil de lograr viendo la composición del Congreso en Madrid.
Tampoco lo era la amnistía y estamos hablando de una ley de mayor escala. Esto es la política y la política es un juego de presiones.
Más en Economía
-
Acciona cesa a su director de Construcción por su relación con Santos Cerdán y el 'caso Koldo'
-
Los precios del sector servicios en el Estado español suben un 2,5% en el primer trimestre y suman 13 trimestres de alzas
-
Cambia la edad de jubilación: esta es la nueva situación de los trabajadores
-
Fagor Ederlan Group refuerza su presencia en China