En la industria química las mujeres van ganando presencia. Más allá de las estadísticas, en un sector dominado por hombres, hay historias personales que iluminan el camino. Yashira Navas protagoniza la suya propia. Tras licenciarse, esta joven tolosarra tuvo que lidiar con algunos obstáculos para dar el salto al mundo laboral, y fue entonces cuando su pertinaz empeño por trabajar le llevó a estudiar el Grado Superior de Química Industrial que se imparte en la Escuela del Papel de Tolosa, que desde este curso forma parte del Centro Integrado de Formación Profesional Tolosaldea. Asegura que aquella decisión resultó ser “todo un acierto”. Tiene 33 años, y desde 2018 desarrolla su carrera profesional en la empresa Munksjö Paper de Berastegi.
¿Por qué decidió estudiar Química Industrial?
Me licencié en Química en la Facultad de Donostia, y cuando empecé a tocar las puertas de las empresas lo primero que me pedían era experiencia laboral. Estaba recién salida de la universidad. Mi objetivo era trabajar, así que siendo de Tolosa vi una salida en el Grado Superior de Química Industrial que la Escuela del Papel incluye en su oferta. Terminé la formación, comencé la prácticas en una empresa y al poco tiempo me llamaron de Munksjö. Y hasta hoy.
Así que dio en el clavo.
Yo quería trabajar y coger experiencia, que es, precisamente, lo que me estaban pidiendo. En la Formación Profesional tenía opción de hacer prácticas, de ir conociendo el terreno antes de entrar en el mercado laboral y no me lo pensé dos veces. En el Grado Superior me formaron en casos reales, que a mí, personalmente, me ayudaron mucho. Por ejemplo, para cuando comencé a trabajar ya sabía qué materias primas se necesitaban para fabricar el papel. Fue un acierto, sin duda.
¿Qué funciones desempeña en la planta de Munksjö Paper?
Empecé en 2018 cubriendo una baja de maternidad en producción. Me ocupaba de la preparación de las muestras. Después, por promoción interna, tuve la oportunidad de entrar en el laboratorio de investigación y, actualmente, soy su encargada. La empresa fabrica papel decorativo, que es la base para la elaboración de los laminados empleados en suelos, mobiliarios, paneles y revestimiento de edificios, entre otros. En el laboratorio creamos nuevos colores a pequeña escala y con esa composición van directamente a la máquina, y también hacemos el control de todas las materias primas (pasta, pigmentos, caolín, titanio…) que entran en la planta. Soy, además, la responsable de todo el sistema de depuración de la fábrica.
¿En algún momento se planteó que por el hecho de ser mujer podría ser más difícil alcanzar los objetivos que se había marcado?
En 2018, siete años atrás que no son tantos, en la sección de producción no había mujeres. La única chica trabajaba en el laboratorio de investigación. Al principio resultaba un poco extraño estar en un entorno totalmente masculino. Pero tengo que decir que no me he tropezado con ningún obstáculo por ser mujer.
Desde su particular experiencia, ¿cómo ha evolucionado la presencia de la mujer en la industria?
Desde que comencé hasta ahora se han incorporado más mujeres. Cinco en producción y las dos que ya estábamos en el laboratorio. En números no dice mucho, pero es un gran paso, teniendo en cuenta que antes era impensable la presencia femenina trabajando en las máquinas de la empresa. Una muestra de que hay voluntad de incorporar más mujeres es que se va a ampliar el vestuario femenino, que es muy pequeño.
¿Y si hablamos a nivel general?
En algunos sectores con mayor evidencia que en otros se está dando una evolución. Cada vez hay más jóvenes que optan por estudiar una FP o una ingeniería, pero todavía queda camino por recorrer. Tradicionalmente hay trabajos que van asociados a un sexo y estos estereotipos crean barreras y desigualdades. Pero hay una cosa que debe estar clara: los trabajos no tienen género.
¿Qué le diría a una joven que quiere enfocar su carrera hacia las profesiones STEM?
Que no lo dude ni un momento; que si le gusta realmente siga adelante, sin miedo. Podemos hacerlo y ocupar puestos de responsabilidad. En mi caso entré en un mundo de hombres, en una fábrica que produce papel, haciendo tareas más básicas, y ahora soy la encargada del laboratorio de investigación y del sistema de depuración. No me arrepiento de nada.