La Unión Europea busca una relación comercial “más equilibrada” con China, pero el volumen del saldo comercial a favor del gigante asiático denota la complejidad de la tarea. Lo mismo ocurre con Euskadi, que, al contrario del conjunto del Estado, tiene una balanza comercial positiva: las exportaciones superaron el año pasado en más de 3.100 millones de euros las importaciones. Sin embargo, el comercio con las empresas chinas es negativo y casi la mitad de su déficit (1.454 millones) proviene de ese país.

La evolución en lo que va de año –el último dato conocido es el de julio– supone un ligero incremento respecto a 2022. Y es que mientras las ventas a China han bajado, en línea con la ralentización en la mayoría de los grandes mercados, las importaciones han aumentado. De modo que el saldo negativo con la segunda economía mundial en los siete primeros meses de este ejercicio alcanza los 890 millones de euros, cien más que en el mismo periodo del año pasado.

Las compras duplican las ventas (2,15), cuando hace doce meses el balance rondaba el 1,8. La diferencia no es llamativa, pero deja claro que el camino para reducir la dependencia es muy largo y no es nada fácil recorrerlo. Sobre todo porque las características de los bienes que compran empresas vascas a chinas son muy específicas y hay poco margen para buscar mercados alternativos.

El 63% de las importaciones vascas con origen en China son Bienes de Equipo, en su mayoría aparatos eléctricos, la partida arancelaria en la que figuran los semiconductores. A pesar de los esfuerzos de las empresas de la CAV por acortar sus cadenas de proveedores, los chips, por tecnología y capacidad de fabricación en serie, siguen lejos de alcance. La dependencia de Asia en general en ese segmento resta impulso a la balanza comercial de la CAV.

Las grandes empresas vascas han buscado vías alternativas para evitar el colapso de las líneas de producción por los cuellos de botella puntuales en la distribución. Es una de las enseñanzas de la crisis del covid, pero los mercados más cercanos no tienen la capacidad de abstecimiento de los especialistas asiáticos. Y la apuesta de Europa por crear una industria local de semiconductores no dará frutos a corto plazo.

Además, Euskadi también importa maquinaria industrial de China, que por el tamaño de su economía tiene todo tipo de mecanismos de producción. También hay una intensa actividad de compra de barcos. De este modo, las compras vascas de Bienes de Equipo chinos rozan este año los 826 millones de euros. De ellos, más del 40% –324 millones– son material electrónico.

Competencia en precio

El siguiente gran núcleo de importación es el de las semimanufacturas. China vende sobre todo productos químicos y siderúrgicos en este ámbito, donde las empresas asiáticas tienen ventaja por los bajos precios de sus fábricas. Lo mismo ocurre con el tercer grupo de ventas por volumen: las manufacturas de consumo. En ese epígrafe entran el textil, el calzado, los juguetes y en general todo lo que se puede encontrar en una bazar chino. El destino final de estos son el consumo privado y en gran medida es una cuestión ligada a los nuevos hábitos de las familias. Los componentes de automoción completan el bloque principal de las operaciones.

¿Y qué venden las empresas vascas en China? El 50% de exportaciones se concentra en los bienes de equipo, sobre todo maquinaria industrial, donde Euskadi destaca por su alto valor tecnológico. Y muy cerca, con el 36%, destaca el sector de componentes de automóvil, otro mercado en el que las empresas vascas brillan por su desarrollo en I+D.

Puede decirse que maquinaria y autopartes se cruzan en la aduana en las dos direcciones. Lo que llega a la CAV es básicamente producto low cost y lo que viaja a China sobresale por su valor añadido en un país con capacidad de autoabastecimiento.