o hay que extrañarse si con tanto ruido de dineros europeos se genera confusión y, en vez de mirar a la luna, miramos al dedo o a otra cosa. De hecho, muchos creen que los 140.000 millones de euros de los que tanto se habla van a consistir en una transferencia de dinero para compensar lo perdido o dejado de ganar. Pero no es ni será así.

En la anterior Lupa, hablábamos de demanda y liquidez. La falta de liquidez es lo más inmediato en un shock como éste. Ahora bien, hay que tener en cuenta que ya no tenemos la máquina de fabricar dinero (euros) y que estamos en un club con reglas propias. En particular, dentro de la disciplina presupuestaria y de ayudas de estado de la UE.

Para todos nosotros, esos fondos europeos se concretan en tres cosas: lo que nos presten, lo que nos dejen gastar de más sobre lo permitido (déficit excesivo), y los extras. En los extras es donde están los famosos 140.000 millones.

Vamos con lo primero. En marzo la Comisión Europea establece una paleta de cinco instrumentos en el llamado Marco Temporal. También dice que es cada Estado con su presupuesto el que tiene que moverse. Esto, hasta que ellos puedan articular algo mejor -los extras que decíamos antes, y que expongo al final-. Con lo que había, cada país ha hecho una cosa distinta.

En todo caso, si hubiera que elegir qué institución europea ha sido clave hasta ahora, habría que decir que ha sido el Banco Central Europeo (BCE). No podía faltar liquidez y no ha faltado, ni va a faltar tal como ha confirmado hace unos días. La depreciación del dólar USA va a ayudar a esto también.

Los resultados se ven. Durante el segundo trimestre de este año, en plena crisis, se produce la mayor expansión del crédito a las empresas y autónomos desde que tenemos datos, y casi sin que los tipos de interés se muevan, incluso con tipos negativos para la deuda pública. En la reciente Encuesta Semestral del Banco Central Europeo, sólo el 9% de nuestras pymes dice que el “acceso a la financiación” es un problema. Vamos bien por aquí, dinero hay.

¿Y qué pasa con la demanda? En teoría, todo lo que está haciendo el BCE debería estimular el consumo y la inversión, pero no está pasando debido a que nuestras expectativas son malas y no gastamos, aunque tengamos liquidez. De hecho, de acuerdo con la misma encuesta del BCE, donde nuestras pymes dicen que sí hay problemas es para “encontrar clientes”, tal cual.

Aquí es donde todos esperamos a que entre la parte del gasto público a la que se le supone una componente anticíclica cuando hay crisis y un efecto multiplicador. A finales de septiembre, el total de gasto público extra por el COVID-19 ascendía a unos 53.800 millones de euros (4,6% PIB). Las dos partidas grandes eran los ERTE y similares con 32.240 millones, y el fondo COVID-19 de 11.000 millones para cobertura sanitaria extra de las comunidades autónomas. Pero convendrás conmigo que no se trata de un tipo gasto al podamos atribuir ningún efecto multiplicador en términos de demanda.

¿Y entonces de dónde va a salir ese estímulo público? Pues depende de dos cuestiones.

En primer lugar, de nuestro propio presupuesto. Conforme al último Boletín Estadístico del Banco de España, la CAV es la comunidad autónoma con menor nivel de deuda de todo el Estado. A finales de tercer trimestre estábamos en el 14,8% del PIB conforme al protocolo de déficit excesivo. Debíamos 10.169 millones y venimos de tres años en los que la CAV ha tenido superávit (2017-2019) e incluso ha reducido deuda. En este contexto debe ser posible ajustar la regla de gasto (la UE la ha flexibilizado por la pandemia) para permitir un incremento de éste, vía deuda. Es momento de forzar esos puntos extra de PIB de cara a los Presupuestos de la CAV de los próximos años, y además ganar holgura y flexibilidad sustituyendo con fondos UE todas las actuaciones posibles.

En segundo lugar, está la parte que podamos adjudicarnos del Marco Financiero Plurianual 2021-2027, del que el Estado podría obtener 220.000 millones de euros, incluyendo los remanentes del mismo marco para el periodo 2014-2020. A esto se añade nuestro “extra” más conocido, el instrumento temporal de emergencia Next Generation EU con los 140.000 millones. Si sumamos los dos, estaríamos hablando de 360.000 millones de euros en seis años.

Imaginemos un reparto en función del PIB. A la CAV le podrían corresponder unos 21.600 millones, de los que 8.400 deberían ejecutarse antes del 2024 con este instrumento. Hablaríamos de un volumen de inversión que supondría entre un 7 y un 10% del PIB de 2019 en seis años, del que la mitad se debería ejecutar antes del 2024.

Trabajar con este tipo de fondos de la UE es complicado, estamos hablando de instrumentos finalistas en torno a unos ejes muy particulares. Sé de lo que hablo, he sido gestor de fondos europeos y tengo una amplia experiencia práctica en el ámbito de la contratación pública. Aquí topamos con una primera dificultad: la definición y elegibilidad de proyectos suficientemente maduros en el ámbito de la transición ecológica y la transformación digital. En segundo lugar, su gestión...

Para ilustrar de lo que hablo, conforme a los datos del portal de transparencia de la propia Comisión Europea a fecha de ayer, para los fondos estructurales del periodo 2014-2020, en los que se supone que tenemos más experiencia, nuestro nivel de ejecución como Estado es del 35%. Somos el Estado con peor ejecución. De los 53.552 millones de euros que deberíamos haber ejecutado, sólo hemos certificado 19.652 millones.

Así las cosas, ya veremos cuál es la propuesta final. A fecha de hoy, la única propuesta que conocemos del Gobierno Vasco es de finales de septiembre. De los 5.863 millones de la parte de proyectos tractores públicos propuestos, una cuenta conservadora indica que un 61,7% del total sería para Bizkaia. Para la otra parte, la de los proyectos tractores público-privados por 4.365 millones, el 47% se dice que están en Bizkaia con una alta concentración en campeones sectoriales (Gestamp, Petronor, Iberdrola…). Del resto, muchos no están ubicados. ¿Dónde estaría la “gigafactoría de baterías de ion-litio” por 1.120 millones? ¿O toda esa estructura nueva de centros tecnológicos en inteligencia artificial, Smart Food 4.0, vehículo eléctrico…?

Pronto lo sabremos, igual tiene que ser así, pero lo que no puede pasar es que no aprovechemos con todo el velamen este viento de popa. Incluso si hay que echarse al agua para empujar nadando. Seguimos ruta.

9%

Es el porcentaje de pymes que tienen problemas con el acceso a la financiación.