- Iñaki de la Caba, miembro del Colegio Vasco de Economistas-Ekonomistak, califica la batería de medidas anunciada por el Gobierno de Pedro Sánchez como “un parche para evitar que nos desangremos”, pero considera que a medio plazo se van a quedar cortas.

Muestra ciertas reticencias a esta decisión.

—En principio la valoración de una medida que pone 200.000 millones de euros sobre la mesa no puede ser más que positiva, pero creo que se va a quedar corta. Económicamente las medidas han paliado lo que hasta ahora se ha constatado, pero no lo que vaya a salir más adelante, y creo que después de esto habrá empresas que no logren volver a arrancar, sobre todo las que ya acarreaban problemas de antes.

¿Qué carencias observa?

—Lo único tangible que han ofrecido a las empresas son los ERTE, que están muy bien, pero hay que tener en cuenta que si una organización despide en los seis meses siguientes tendrá que devolver esas ayudas. Además, se aplican sobre todo en empresas cerradas, pero nos quedan muchas que llegarán después. Hay negocios que continúan porque todavía tienen pedidos que atender, pero llegará un momento en el que estos desaparezcan y tendrán que plantear un ERE que ya no responderá a la causa de fuerza mayor. Se van a crear grandes bolsas donde estarán reconocidas firmas de importantes dimensiones.

El trabajador se ve más seguro.

—Sí, pero también debe tener en cuenta que hay límites en la percepción del subsidio. Esta misma semana que se ha establecido un tope general máximo de 1.098 euros.

¿En qué situación quedan los autónomos?

—Habría que plantear más medidas. Ahora están dirigidas a aquellos que facturan menos del 75%, pero los que lo hacen al 50% también lo están pasando mal. Hay otros colectivos como las personas empleadas del hogar o las prejubiladas que pagan todos los meses para completar su pensión que no están cubiertos.

¿Cómo ha respondido la Hacienda guipuzcoana?

—No se está portando acorde con el problema. De momento, no ha planteado nada que ayude a las empresas, ni aplazamientos serios, y subrayo serios, ni reducciones fiscales

ni incentivos futuros. Ni siquiera facilita la constitución de nuevas empresas ante la imposibilidad de cumplimentar documentos presenciales. Hacienda no perdona ningún impuesto, solo lo aplaza.

¿Y el sistema bancario?

—Está respondiendo, pero porque ve negocio. Uno de los problemas de la crisis financiera de 2008 fue que los bancos se quedaban con el dinero que les llegaba de Europa. En esta, en cambio, están inyectando liquidez lo que permitirá que las empresas puedan mantenerse. Eso sí, lo pagarán caro porque se plantean intereses del 1,5%, que en esta situación me parecen abusivos. Las empresas vamos a tener ahora dinero, pero no nos olvidemos de que luego hay que devolverlo, y para eso hay que ganar.

¿Difiere la actitud del Estado con respecto a la crisis de 2008?

—Sí, ha aprendido de la anterior y asume el papel que le corresponde de tractor de la economía. La misma Unión Europea ya permite un mayor endeudamiento, y ahora el Estado debe plantear más medidas que se valgan de esta permisividad, aunque luego nos tengamos que apretar el cinturón. La única forma es incrementar el déficit.

¿Cómo ve el día después de esta crisis?

—El alcance será más largo del previsto y eso significa que habrá empresas que no puedan abrir sus puertas a la vuelta. El Gobierno tendrá que estudiar nuevas medidas y medir muy bien cómo gestiona la situación, promoviendo el consumo porque si se contrae, que es lo que ocurrió en la crisis financiera, nos va a costar mucho más recuperarnos. / Foto: