donostia - Quiksilver y la australiana Billabong están a punto de pertenecer al mismo propietario después de que la segunda haya aceptado la oferta de compra que ha realizado la estadounidense Boardriders -dueña de Quiksilver- por unos 260 millones de euros. La operación supone la unión de las dos principales firmas del sector de ropa y material de surf y otros deportes deslizantes en una única empresa que tendría presencia en más de 100 países, incluidos puntos en Donibane Lohizune (sede social de Quiksilver) y Donostia, y una facturación superior a los 1.500 millones de euros.
La dirección de Billabong, que se encontraba en una situación económica complicada después de que el año pasado triplicara sus pérdidas del ejercicio anterior hasta llegar a los 60 millones de dólares, ha dado el visto bueno a una operación que se cierra en un dólar australiano por acción (un 28% más que el valor nominal, según informó la televisión norteamericana ABC) y queda pendiente del visto bueno de su junta de accionistas, prevista para marzo.
Por su parte, el accionista mayoritario de la principal firma del sector del surf, el fondo de capital riesgo Oaktree Capital Management (que en 2013 desinvirtió su 24% de Campofrío), contaba con cerca del 21% de Billabong, y la oferta va dirigida al 79% restante. Con esta operación, que Quiksilver ha intentado años atrás, la empresa estadounidense cierra una década que culminó con la suspensión de pagos que declaró en 2015, que supuso la entrada del fondo de inversión a cambio de 175 millones de dólares.
Boardriders, propietaria de Quiksilver y de marcas como Roxy y DC, cuenta con tiendas en Donibane Lohizune -donde además abrió una planta de 750 metros cuadrados- y en Donostia, donde mostró interés por hacerse con la explotación del edificio de Zurriola Marítimo, en la playa de Gros para abrir una gran tienda, una escuela de surf y un negocio hostelero.
La multinacional estadounidense, que descartó instalarse en el interior de Donostia por necesitar una instalación próxima al mar, presentó tarde su oferta. Aun así, a finales de noviembre el contrato suscrito con el propietario del bar Garagar se resolvió al considerar “erróneas” las previsiones de inversión que había hecho el Consistorio, que tendrá que sacar de nuevo a concurso la gestión del edificio del Zurriola Marítimo.