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La industria armera sale de la crisis tras apostar por la especialización y la alta gama

El sector vasco, que emplea a 950 personas, espera facturar a lo largo de este año “unos 475 millones de euros”

La industria armera sale de la crisis tras apostar por la especialización y la alta gama

eibar - Tras varios años de dificultades, la industria armera ha dado “prácticamente por superada” la última crisis económica y espera cerrar el presente ejercicio alcanzando los 1.100 millones de euros de facturación en el conjunto del Estado. De esa cantidad, “unos 475 millones de euros” serán facturados por el sector armero vasco, que en la actualidad da empleo a 950 personas (723 de ellas en empresas radicadas en Gipuzkoa).

Según ha explicado la gerente de la Asociación Armera, Marta Gómez, a NOTICIAS DE GIPUZKOA, “con la crisis el mercado internacional se mantuvo más o menos bien pero el estatal cayó de forma importante”. Sin embargo, “el mercado español ya se ha recuperado y vemos el futuro con optimismo porque se está produciendo y vendiendo bien”.

En Euskadi la crisis se dejó sentir de manera especialmente virulenta “a partir del año 2009 y en las empresas dedicadas a la fabricación de las escopetas de gama media, que prácticamente han desaparecido”.

Es el caso de firmas con una contrastada trayectoria a sus espaldas “como Lanber, Zabala o Laurona, que entre las tres fabricaban más de 40.000 escopetas al año”.

Las razones que propiciaron el cierre de las empresas dedicadas a la fabricación de las escopetas de gama media son varias como “la imposibilidad de bajar los precios como hicieron los fabricantes italianos, que igual tenían una imagen de marca un poco mejor que la de nuestras firmas, la competencia de países con mano de obra barata como Turquía o incluso la negativa que los sindicatos mostraron en la fase inicial de la crisis para admitir una flexibilización que permitiera mantener esas empresas”.

Las compañías vascas dedicadas a la fabricación de “escopeta fina, de gama alta”, en cambio, “se han mantenido bien y afrontan el futuro con posibilidades de seguir creciendo”, explica Gómez. En esa tesitura se encuentran “firmas como Agirre y Aranzabal, Grulla, Armas Garbi, Kemen o incluso la elgoibartarra Escopetas Arrieta, que había entrado en quiebra pero que todo apunta a que va a tener continuidad porque un grupo de empresarios ya ha presentado una oferta para hacerse con las dos marcas de la empresa y dar continuidad a su actividad manteniendo a sus trabajadores”.

diferentes soluciones Las empresas del sector armero vasco (actualmente hay en Euskadi 30 firmas dedicadas a la fabricación de armas, 23 de ellas en Gipuzkoa) han conseguido superar la última recesión económica “apostando por la especialización, por la diversificación, por la gama alta o por la incorporación de las nuevas tecnologías en los medios productivos y en los propios productos”.

Así, “los fabricantes se han especializado en las escopetas paralelas y en los rifles de alta gama”; mientras que el subsector de la avancarga, en el que se ubican firmas como la bergararra Dikar o Ardesa, de Zamudio, “se ha posicionado a la cabeza a nivel mundial diversificando la producción hacia el rifle de precisión y la fabricación de cañones”.

Los fabricantes de cartuchería de caza, por su parte “se han reestructurado, modernizando sus instalaciones y haciendo de la calidad una prioridad”. Gracias a ello, firmas como la eibarresa Trust o la vizcaina Carmusa “se han convertido en referentes a nivel mundial, con unos niveles de exportación que superan el 90%”.

Asimismo, los fabricantes de carabinas de aire comprimido han perfeccionado su producción, “mejorando la calidad de los cañones y demostrando una gran capacidad para innovar en sus productos”.

las nuevas tecnologías La apuesta de la industria armera por la innovación queda de manifiesto al constatar la aplicación de las nuevas tecnologías a las armas, la incorporación de la electrónica como componente de las mismas o la integración de polímeros especiales a la cartuchería.

En este sentido, la gerente de la Asociación Armera da unos ejemplos como “el desarrollo de un avisador de balas para saber las que quedan en cada momento en el cargador; el diseño de unos bloqueos de seguridad que hacen que tras unos minutos sin disparar el arma se bloquee por sí sola; el desarrollo de unos reconocedores de huella que solo permiten realizar el disparo a la persona previamente identificada y autorizada para ello o la fabricación de balas de plástico que dan una respuesta excepcional y no pesan”.

Visto lo visto, la industria armera del siglo XXI “ha sabido modernizarse y adaptarse a un escenario en continua transformación”.