Inquietudes personales llevaron a Arkaitz Bastida, Oier Marigil y Paul San Sebastián a crear Sabbatic, un negocio basado en un programa que transforma los habituales tiques de papel en un archivo informático con los datos necesarios para llevar la contabilidad empresarial y gestionar de manera más eficaz y con un importante ahorro de tiempo todo el sistema contable de una firma.

“Uno de nuestros puntos peculiares fue que ninguno de nosotros tenía una idea concreta, teníamos un papel en blanco, ganas de hacer algo y la idea salió por el camino”, explica Arkaitz Bastida. Fruto de una metodología que contemplaba reuniones periódicas la empresa fue tomando cuerpo, aunque no el que estos emprendedores llegaron a plantearse inicialmente.

“Sobre las asunciones que uno se hace de partida en un proyecto de este tipo, termina siendo real solo el 10% de ellas porque el 90% restante responde a lo que te vas encontrando por el camino”, asegura Oier Marigil. Por ese motivo, considera fundamental “una planificación que te permita tener una respuesta ante lo que crees que te vas a encontrar, y mucho sentido del humor para aceptar esos imponderables con los que no contábamos”.

Buscar personas competentes en el ámbito de las tecnologías y compartir el proyecto con amigos y conocidos fue clave en la constitución del negocio, según recuerda Arkaitz Bastida, quien señala que “te dicen que si tienes una idea no se la cuentes a nadie, pero si hubiéramos hecho eso, hoy día no estaríamos aquí segurísimo”.

La adaptación de la línea de negocio planteada en un principio no fue el único obstáculo que encontró el proyecto. “Una de las cosas más difíciles es atraer y crear un equipo que tenga el talento necesario para desarrollar lo que te has propuesto”, subraya Paul San Sebastián, para quien la financiación no figura como el principal problema. “No creo que ahora mismo el problema sea falta de dinero para apoyar proyectos de nueva creación, sino si hay o no talento para ejecutar ideas interesantes y hacerlas realidad”.

El emprendedor considera que precisamente un equipo muy competente es “el diferencial de una empresa con respecto a otra”, porque “no estás solo, compites con otras ofertas” y la vía para ser la opción elegida reside en “tener la capacidad de aprender más rápido que los demás”.

Los tres socios coinciden en que la constitución de un equipo fuerte es una de las mayores dificultades en la creación de un nuevo negocio, aunque apuntan a otro factor clave, que se sitúa en el mismo nivel o un escalón superior respecto a los obstáculos encontrados que es “vender”. “No pedimos a nadie que nos compre, sino que nos dé una oportunidad”, incide San Sebastián, para añadir que “si le convencemos, entonces sí, que nos compre”.

“Más a menudo de lo que parece, las objeciones tienen que ver con el tiempo que va a dedicar el potencial cliente a atender y analizar con cariño la oferta”, añade Marigil, porque “el cambio ya es un reto en sí mismo”. Y la realidad es que “eres una empresa cuando vendes, si no, eres un papel”, concluye Bastida.

Sabbatic se encuentra ahora en esa fase de llegar a todo su público objetivo para generar nuevos contratos y consolidar el negocio. En ese sentido, Paul San Sebastián advierte de que “desde luego, hoy día el que crea que tener las primeras ventas te da ya tranquilidad para acomodarte porque ya tiene la empresa está muerto”. En su opinión, “hay que estar corriendo para mantenerte en el sitio en el que estabas”.

Reconoce que una piedra en el camino es el que denomina “método guipuzcoano”, por el que “solo vendemos algo cuando hemos dado todos los pasos y es un producto sólido”, frente al “americano” que considera que comienza a prodigarse en el que “vas dos pasos por delante, cuento la idea como si fuera cierta y casi todo vale”. Los tres socios creen acertada su decisión. “Es un riesgo, pero igual es más riesgo no vivir de lunes a viernes toda tu vida esperando el fin de semana”, concluye San Sebastián. l