donostia - La incertidumbre generada por la venta de la filial española de la multinacional brasileña Gerdau, incluidas las cuatro plantas de Euskadi, mantendrá en vilo las próximas semanas -o meses- a 1.500 familias vascas que hasta el viernes se sentían seguras bajo el paraguas de unos de los líderes mundiales de la producción de acero. No hay plazos para encontrar un comprador, porque tampoco hay grandes urgencias y los problemas de la casa matriz -atrapada en el frenazo de la economía de Brasil y su impacto en Latinoamérica- no han creado tensiones de tesorería en la antigua Sidenor. Al contrario, en la industria vasca se percibe la operación en positivo: Gerdau vende una división “rentable” en un momento en el que la recuperación económica se consolida y deja paso por fin a la fase de crecimiento.

Fuentes sectoriales consultadas apuntan a que el grupo brasileño busca por una parte hacer caja con la que “amortiguar” los posibles efectos de la crisis de la locomotora económica del cono sur americano y por otro “adelgazar” estructura para que los problemas no vayan a mayores.

La clave es que la multinacional no se amputa un brazo enfermo, apuesta por vender una pieza “con atractivo para los inversores”. Pero el silencio de la dirección de Sidenor -que ni confirma ni desmiente la puesta en venta- ha puesto en alerta a los trabajadores, que ven en el cambio de dueño un riesgo para la estabilidad de sus empleos e incluso la posibilidad de que se trocee el grupo. -N.G.