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La Inspección de Trabajo vasca ha actuado este año en quince casos de acoso laboral

El acoso moral en el trabajo favorece el descenso de productividad en las empresas y afecta a su competitividad

La Inspección de Trabajo vasca ha actuado este año en quince casos de acoso laboralFoto: Efe

donostia - Los casos atendidos por la Inspección de Trabajo del Gobierno Vasco por acoso laboral ascienden a quince hasta inicios de este mes, mientras que durante todo el año pasado el número fue de 18. A pesar de no resultar números muy alarmantes, no dejan de ser el lado más visible de un problema que va más allá de los casos publicados y afecta de manera directa a la productividad de la empresa.

Juan Ignacio Marcos compatibiliza su trabajo de abogado con la coordinación del Observatorio Vasco de Acoso Moral en el Trabajo, y asegura que esta actitud “se carga la productividad de las empresas” y las hace menos competitivas. Según señala, este tipo de agresiones no solo reducen la motivación de la víctima, sino que también enrarecen el clima en el lugar de trabajo, lo que influye de manera negativa en la capacidad operativa de los empleados.

El experto advierte de que no son casos aislados, sino que su presencia es más frecuente de lo que puede parecer. Las razones por las que no se materializan en una denuncia son varias, entre las que las más habituales, según señala Marcos, son el temor a perder el puesto de trabajo, la falta de técnicos preparados para estudiar el caso y levantar un acta, o una prolongada duración de la evolución de la denuncia y su posterior resolución.

Esta reducción de la productividad puede ser un elemento crucial en la continuidad del negocio en momentos duros como los que se han vivido en época de crisis durante la que, curiosamente, los casos denunciados se han incrementado. Marcos considera revelador este dato, puesto que “si a una persona en un momento como este ya no le importa perder un puesto de trabajo y un sueldo, es que el caso tiene que ser grave”.

Durante los peores años de la crisis las denuncias no pararon de crecer, según consta en la base de datos del Observatorio Vasco de Acoso Moral en el Trabajo. Así, esta institución registró en 2012 en la CAV un total de 275 denuncias por acoso y discriminación en el trabajo, mientras que en 2013 fueron 340, lo que representa un incremento del 23,6%.

La presencia de este tipo de actuación punible en el conjunto de denuncias interpuestas en relación con cuestiones laborales también se incrementó progresivamente en estos duros momentos. Así, en 2012 las actuaciones por denuncias en el ámbito laboral alcanzaron las 3.074, de las que un 8,94% correspondieron a acoso y discriminación. Un año después, este porcentaje creció hasta un 10%.

baja concienciación La reducción de productividad podría ser un buen argumento para que las empresas se preocuparan por vigilar y atajar desde el primer momento un caso de acoso moral en el trabajo, pero Juan Ignacio Marcos constata que la actitud empresarial se encuentra muy lejos del ideal. “Las empresas están obligadas a realizar una evaluación de riesgos laborales desde 1995, y solo un 16% de ellas cumple”, indica el abogado, quien añade que “la concienciación avanza muy poco a poco”.

Critica que, hoy día, se mantiene la visión empresarial de que “la inversión es un costo y las leyes se cumplen lo mínimo para no tener que pagar una multa, y eso no sirve para nada”. En su opinión, “prevenir cuesta menos que atacar las consecuencias y tenemos que encontrar la manera de acreditar que evitar que se produzcan casos de acoso moral en el trabajo es una inversión”.

Sin olvidar que este problema tiene un coste muy elevado a nivel personal y humano para quien lo sufre, Marcos también recuerda que “en Estados Unidos este asunto está muy regulado, con evaluaciones de riesgos laborales que se realizan con normalidad, y el enfoque y objetivo es totalmente económico” porque ha quedado demostrado que un buen clima laboral favorece la productividad de la plantilla y, por lo tanto, la competitividad de la empresa.

En la CAV, sin embargo, la actitud empresarial no responde a estos criterios económicos mientras que las instituciones muestran “intención, pero carecen de recursos”. “Por cada acta hay que dedicar entre dos semanas y un mes, es mucho trabajo y para eso se necesitan muchos recursos”. El experto lamenta que “hace falta voluntad, y lo que vemos es que se han incrementado los inspectores de Trabajo, pero no los de Prevención”.

El ámbito empresarial no es el único que puede verse afectado por este problema. El acoso moral en el trabajo encuentra su caldo de cultivo ideal en entornos muy jerarquizados, propios de bastantes compañías de grandes dimensiones, pero también es muy habitual en organismos públicos.

“La Administración Pública es un nicho de acoso”, señala Marcos, y lo atribuye a que en la función pública no se contempla el despido improcedente, por lo que “para librarse de alguien” el método es someterle a acciones intimidatorias, humillantes u ofensivas con el fin de que esa persona finalmente solicite un traslado.

Ejemplos recientes de este caso se encuentran en el Ayuntamiento de Errenteria, que recibió nada menos que cuatro denuncias, de las que existen dos sentencias condenatorias y las otras dos se encuentran a la espera de juicio. También el departamento de Obras y Proyectos del Consistorio donostiarra fue acusado de ejercer este tipo de acoso laboral.

Otros ámbitos en los que se registran con mayor habitualidad de la deseada estas denuncias son la sanidad, la educación (con la universidad a la cabeza), las ONG y los sindicatos. Todos ellos tienen en común las características que favorecen el surgimiento de conductas punibles, como son su jerarquización y, sobre todo, el hecho de que los roles de cada uno de los trabajadores no se encuentran muy definidos.