donostia - La economía, antes tema de conversación prácticamente inexistente, ha entrado de lleno en la vida de los ciudadanos y ha otorgado un inusual protagonismo a sus expertos. Una de ellos es Sara de la Rica, catedrática de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad del País Vasco e investigadora de Fedea, que a diario se enfrenta a los fríos datos para interpretar a través de ellos el comportamiento de nuestra economía y de nuestro mercado laboral.

Se han publicado los datos de paro correspondientes al mes de agosto, y en la CAV no son buenos. ¿A qué factores se puede atribuir?

-Este mes no ha sido bueno ni para la CAV ni para el resto de las comunidades autónomas. El dato en el que nos debemos fijar es el de la afiliación a la Seguridad Social y la CAV ha perdido casi 4.000 afiliados, una pérdida que muchos atribuyen a la hostelería, cuando en realidad esta actividad incluso ha creado algo de empleo. La responsable ha sido Educación porque se han cerrado academias y en otras se han hecho contratos temporales que ahora finalizan. Precisamente la temporalidad de los contratos tiene su influencia en este comportamiento del mercado laboral, porque antes los trabajadores estaban estables y cogían vacaciones en agosto, pero ahora se formalizan contratos temporales y, en lugar de dar vacaciones a los empleados, se les despide y luego se les puede volver a coger en septiembre. No tengo datos para decir cuántas de esas personas volverán a sus puestos de trabajo, pero hemos observado que se da esta situación. De todos modos, lo importante no es quedarnos con los datos que se producen mes a mes, sino acudir al interanual y ahí se demuestra que vamos ganando poco a poco afiliados a la Seguridad Social.

¿Los datos de agosto son coyunturales o marcan una tendencia?

-En la CAV poco a poco las empresas están saliendo de una situación de enorme dificultad, crecen los beneficios empresariales y los indicadores de confianza empresarial señalan que la gran mayoría de empresas piensan contratar, pero todavía no se ha creado empleo. Lo que parece que ha sucedido es que hemos dejado de destruirlo. El sistema productivo de Euskadi, basado en la industria, también influye para que la generación de empleo tarde más en arrancar. Vamos a mejor, pero habrá que esperar, porque los primeros y los últimos trimestres del año no son buenos.

El último informe laboral hablaba de que había una destrucción neta de empleo en Euskadi. ¿Se ha frenado?

-Creo que sí. En estos momentos la actividad económica está creciendo en la CAV casi el 2%, y en España el 3%, y ya llevamos varios trimestres consecutivos. Estos crecimientos son una garantía de que, por lo menos, no se va a destruir empleo lo que, unido a que la presentación de Expedientes de Regulación de Empleo se ha parado o disminuido, nos permite tener cierto optimismo. El cambio de ciclo se ha dado y, por tanto, puede haber algún mes que se destruya algo más de empleo pero creo que vamos a entrar en una senda positiva. Claro, no todo lo rápido que la sociedad necesitaría, eso sin ninguna duda.

¿Qué caracteriza al mercado laboral de Euskadi?

-Una de las claves fundamentales es la ocupación, muy envejecida. La crisis ha provocado un incremento de la presencia de mayores de 44 años mientras que la de menores de 25 es muy pequeña. Otra característica es que somos la comunidad autónoma con el mayor porcentaje de trabajadores de alta cualificación. Por otro lado, aunque el sector industrial haya perdido cuatro puntos, continúa siendo el 20% de nuestra producción frente al 14% de España, por lo que esperamos y necesitamos que el sector siga fortaleciéndose.

¿Por qué es tan importante que se mantenga fuerte?

-Si bien el 75% de nuestros ocupados está en servicios, es la industria la que tira de este sector. La actividad industrial tiene que volver a tener un peso importante sobre todo porque de aquí se van a derivar empleos cualificados en el sector de servicios con la exigencia de que sean de buena calidad, que es justamente lo que ahora no tenemos.

Ha mencionado a los parados de larga duración

-Siete de cada diez parados son de larga duración, y lo grave es que más de la mitad de ellos llevan en esta situación dos y tres años. El problema se agrava porque, según un análisis muy reciente, esta tipología de parado está muy poco influida por las circunstancias económicas. Podemos tener un crecimiento del 3 o del 4%, que estos parados de larga duración no salen del desempleo.

Los mayores de 45 años también parecen constituir un serio problema

-De los 170.000 empleados registrados en la CAV, 80.000 se encuentran en esta situación. Es preocupante, porque la mayor parte de ellos tiene poca educación, llevan mucho tiempo parados y dos de cada tres son de una edad inferior a los 55 años, por lo que tampoco pueden pensar en la jubilación. Además, la falta de empleo no les genera solo carencia de rentas, sino también problemas de salud mental y familiares que arrastran a lo largo de toda la vida. Hemos comprobado que los hijos de personas que han sido excluidas del mercado laboral sufren enormes dificultades, por lo que urge abordar este problema desde un punto de vista completamente individualizado. Como sociedad creo que es necesario que se bonifique a las empresas que les emplean y darles una formación corta pero efectiva.

¿Cómo tratar a estos colectivos?

-Nos enfrentamos a un enorme cambio provocado por la digitalización de la economía y la sociedad que no comenzó con la crisis, sino que ya desde 1997 la informática e Internet han cambiado el mercado laboral, al dejar en declive una serie de ocupaciones y emerger otras. Nuestro reto es encajar en este nuevo escenario tanto a los ocupados como a los parados. Aquí no hay fórmulas mágicas, sino recetas muy individualizadas para diferentes colectivos, tratando de compatibilizar los deberes a corto plazo para emplear a los parados de larga duración, con los retos a largo plazo, donde deberemos responder a las exigencias de un empleo cada vez más globalizado.

¿Hacia dónde camina la economía vasca?

- Tenemos que abrir nuestra mente a un proceso de digitalización ya iniciado que se desarrolla cada vez más y más rápido. Nuestro foco de atención se debe posar en qué consecuencias puede tener este proceso en el mercado laboral. Existen escuelas que defienden que la digitalización va a reducir la capacidad de crear empleos. Yo soy más optimista. Es cierto que las máquinas están sustituyendo mucha mano de obra, pero no pueden pensar. Creo que nuestro reto es educar a los niños no necesariamente a ser todos ingenieros de software, pero sí a ser complementarios de las máquinas, y a saber arreglarlas cuando se rompan y a mejorarlas, y esto abarca muchísimas actividades. Es muy posible que a corto plazo la destrucción de empleos que está generando la digitalización sea mayor de lo que va a crear, pero en diez o quince años surgirán empleos que ni siquiera soñábamos y que compensarán esa pérdida de puestos de trabajo.