Síguenos en redes sociales:

La tasa de temporalidad vuelve a crecer y se acerca a los niveles previos a la crisis

Los expertos descartan una recuperación de la contratación fija y esperan que el volumen de eventuales regrese al 30%

La tasa de temporalidad vuelve a crecer y se acerca a los niveles previos a la crisis

donostia - “La temporalidad es un mal endémico de nuestro modelo laboral. No hay visos de cambio”, afirma la catedrática de Economía por la UPV/EHU, Sara de la Rica. “El empleo fijo tal y como lo conocemos ha pasado a la historia”, llega a proclamar Francisco Rodríguez, de la Universidad de Deusto. La crisis se ha cebado con los trabajadores temporales, pero a medida que la actividad se recupera el peso de los eventuales sobre el total de ocupados está volviendo a subir. La tasa de temporalidad de la CAV, del 23,6%, está aun lejos del 30% alcanzado en los años previos a la crisis -en el Estado español rebasó el 34%- pero los expertos coinciden en que pronto se regresará a ese techo. El modelo económico y la legislación laboral, apuntan, propician que las épocas de bonanza estén estrechamente unidas a la incómoda compañera de viaje de la temporalidad.

Todos los meses los contratos temporales superan el 90% de los nuevos empleos, de forma que esta modalidad va recuperando el terreno perdido durante la crisis. Tras tocar suelo en 2013, cuando el nivel de temporalidad se acomodó en el 20%, en los dos últimos años la tasa ha vuelto a escalar y se acercaba ya al 24% en el segundo trimestre de 2015, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

“A partir de la gran recesión de 2008 los trabajadores con contratos temporales son masivamente despedidos. Dada su dificultad de volver al mercado laboral por la falta de demanda, la ratio de temporalidad desciende notablemente porque quienes quedan son los trabajadores indefinidos”, expone Sara de la Rica.

La catedrática de la UPV/EHU, coordinadora del Informe Laboral Euskadi, recuerda que la tasa de temporales se mantuvo “prácticamente estable” en valores próximos al 30% desde principios de los años noventa hasta el inicio de la crisis. Según las cifras que maneja el INE, los valores de la CAV estaban en todo caso sensiblemente por debajo de los del conjunto del Estado español. En el segundo trimestre de 2005, en el que la economía vasca crecía a un ritmo interanual del 4%, la tasa de temporalidad estaba por encima del 29%, y en 2007, el último año antes del declive económico, se mantenía en el 28,9%.

Se trata de valores inferiores a la media estatal, que era del 33,3% en 2005 y del 31,7% en 2007. Territorios de marcado perfil turístico y de servicios como la Comunidad Valenciana o Canarias presentaban una media en 2005 del 37% y del 37,6%, respectivamente, mientras en Andalucía se disparó al récord del 45%, es decir, prácticamente la mitad de las personas con trabajo estaba en riesgo de perderlo a corto plazo.

unida al crecimiento En pleno renacer de la actividad económica, está volviendo a crecer la tasa de temporalidad, tal y como ocurrió en anteriores ciclos expansivos, incluido el despegue en falso de finales de 2010 y comienzos de 2011. Crecimiento económico y temporalidad parecen formar un dúo que, advierten los expertos, por ahora es inseparable. “No hay visos de un cambio en la modalidad de la contratación. Está claro que los empresarios por ahora encuentran en la temporalidad la flexibilidad que necesitan. Utilizan mano de obra temporal si la demanda lo requiere para poder despedirla sin causa y a bajo coste si la demanda desciende”, reflexiona De la Rica, que es de la opinión que, a este ritmo, “en pocos trimestres” la tasa de temporalidad volverá a alcanzar las cotas próximas al 30% de antes de 2008.

“Mientras no se modifiquen los criterios de contratación y despido de los contratos indefinidos me temo que el mal seguirá instalado”, dice la catedrática, que propone una solución controvertida para dar la vuelta a la tendencia. Apuesta por hacer más atractivos y flexibles los contratos indefinidos para el empresario, una fórmula muy criticada por los sindicatos al reducir la seguridad de los empleados fijos.

De la Rica recomienda “implantar criterios más claros” para los contratos indefinidos, en especial para que el empresario tenga una mayor seguridad jurídica a la hora de prescindir del trabajador y “se le asegure que el despido de un contratado indefinido es procedente en la mayoría de los casos”.

Se abre así el debate sobre cuál es la vía para deshacer este matrimonio y lograr que las nuevas contrataciones sean indefinidas. La reforma laboral de Rajoy avanzó por la senda de la reducción de derechos de los indefinidos, pero no ha dado resultados. “El modelo de empleo que se está imponiendo en Europa es el temporal y a tiempo parcial, un empleo frágil ligado a sectores de baja cualificación”, expone el profesor de Economía de Deusto Francisco Rodríguez.

La composición del tejido económico del Estado español, muy dependiente del turismo y con un bajo perfil industrial, crea las condiciones para unas tasas altas de temporalidad. “La precariedad se impone en España desde 1984, cuando Felipe González introduce 14 modalidades de contratos precarios sin causalidad, que no necesitan ser justificados. Se institucionalizó la temporalidad y la precariedad”, dice el economista, que opina que la reforma laboral ahonda en esa vía.

“La reforma ha hecho que se cree empleo con unas tasas muy bajas de crecimiento, pero a base de empleo temporal y a tiempo parcial con unos costes laborales muy bajos. El empleo fijo como lo hemos conocido ha pasado a la historia”, sostiene el profesor, que apuesta por una mayor inversión en actividades productivas como único camino para reactivar la contratación fija y rechaza la solución del contrato único que proponen algunos agentes empresariales. “Igualar a indefinidos y temporales supondría que todos seamos temporales. Todos precarios”.