donostia - En una semana salpicada de datos macro negativos, el profesor de Economía Aplicada de Sarriko de la UPV, Joaquín Arriola, defiende la necesidad de buscar un equilibrio entre España y sus acreedores para evitar el colapso de la economía.

El PIB europeo vuelve a rebelarse.

-Nos faltan datos para ver el comportamiento real. En muchos indicadores solo tenemos el dato hasta marzo y hay signos contradictorios. La inversión sigue cayendo, la formación bruta de capital en España no está mejorando..., sin embargo, en los últimos trimestres está aumentando la inversión en bienes de capital, es un dato positivo. Ahora bien, ese dato positivo puede significar que las empresas están aprovechando para renovar su equipo o para ampliar equipo. Si es lo primero es porque las máquinas están obsoletas y no valen, si es lo segundo estaremos en una fase de recuperación. En términos de empleo el último trimestre se ha portado relativamente bien, el empleo ha crecido más de lo que creció en el mismo trimestre del año anterior y el anterior. Algo se mueve, pero es difícil decir si hay una recuperación real o si solo estamos en otro ciclo de mejoría dentro de una tendencia descendente.

Y la deuda no para de crecer.

-Sí, a más largo plazo es cierto que hay factores que no mejoran y fueron algunos de los factores que desencadenaron la crisis, por ejemplo el nivel de endeudamiento de la economía española. Las empresas, que llegaron a tener unos pasivos netos por valor de 1,6 billones en todo este periodo de ajuste solamente han mejorado en 200.000 billones y ahora tienen unos pasivos netos de 1,4 billones, eso significa que las empresas tienen que destinar cada año unos 50.000 millones de sus beneficios para pagar su endeudamiento, es decir, a pagar intereses. Eso es una losa que sigue ahí, que se ha estancado desde 2011. La deuda pública sigue creciendo. A un ritmo aproximadamente de 10.000 millones al mes. Ha superado el billón de euros. Ha habido una reducción del endeudamiento en la administración local, porque la han desmantelado, pero la administración central y autonómica sigue incrementando su deuda. La deuda es una losa que impide destinar recursos a la inversión, que impide destinar recursos a la iniciativa privada, que impide aumentar salarios...

Una losa para muchos años

-Es que en mi opinión es impagable.

¿Impagable?

-Impagable, sí. ¡Una deuda publica de más de un billón, de la que más de 900.000 millones es deuda externa! No es un endeudamiento que genere empleo, demanda o producción. Es un nivel de deuda insostenible. Se ha hecho el ajuste del sector financiero cargándole la factura al sector público. Se ha desplazado el problema de un sitio a otro y está ahora en el sector empresarial y en el público. Es impagable.

¿Habrá que renegociar?

-Pues sí. Lo que pasa es que la coyuntura tampoco es la más favorable. Los principales acreedores internos son los bancos y las familias, saldar eso sería más fácil. Lo complicado es la parte que es deuda externa. Casi todos los acreedores españoles son extranjeros que, por cierto, se lo están cobrando por otro lado, se están quedando con el patrimonio inmobiliario español. Los fondos de inversión se están quedando con las empresas. La penetración de inversores extranjeros mueve la dinámica de toma de decisión: los costes laborales, la demanda externa, el esfuerzo que puede hacer la administración para reactivar la economía... la deuda te bloquea cualquier actuación.

¿Como les afecta a los trabajadores el crecimiento de la deuda?

-Si comprobamos los últimos datos los costes laborales unitarios, es decir la parte que se llevan los trabajadores, están disminuyendo en España y lo llevan haciendo desde hace cinco años. En Europa están creciendo desde 2012. Para salir de esta situación hay que estimular la demanda, lo que es incompatible con la dinámica salarial actual. Ahora, es cierto que la presión sobre los salarios es la que ha permitido que el año pasado se exportaran más bienes de los que se importaron. Esa era la estrategia del Gobierno español relanzar la economía, por las exportaciones. Esa estrategia, que tiene su lógica y tiene su coste sobre los trabajadores, ha tenido resultados efectistas, pero de corto plazo. En estos momentos vemos que cuando ha crecido la demanda de bienes de empresas las importaciones es lo que más ha crecido.

¿Es hora de subir los salarios?

-El problema es que la estrategia de subir los sueldos tiene la dificultad de que, si aumentan los costes laborales al ritmo que aumenta la productividad, que sería lo razonable a corto plazo, con los actuales niveles de deuda se impediría el desapalancamiento financiero de la empresa. Desde el punto de vista macroeconómico es más fácil la estrategia del gobierno, porque el coste sobre los salarios es más fácil aplicarlo, que la estrategia aparentemente más suave que beneficia a la mayoría, de relanzamiento por la demanda, que es la más razonable sin la losa de la deuda.

Otra vez la deuda.

-Es muy complicado. Se está planteando renegociar la deuda o hacer una quita, que es lo que tarde o temprano se tendrá que hacer, veremos en qué condiciones. ¿Cuál es el problema? Que esa deuda está en manos de holandeses, franceses, alemanes y estadounidenses. En manos de fondos de inversión y bancos. ¿Para qué utilizan la deuda española los acreedores extranjeros? Para pagar las pensiones privadas y los seguros de los trabajadores alemanes, holandeses, franceses y estadounidenses. Una quita importante en la deuda supondría cargar la solución sobre las pensiones privadas y los seguros que cobran los trabajadores de esos países. La cosa no es tan sencilla, renegociar la quita, salvo que se haga a lo bruto, de forma unilateral, es un trabajo de largo plazo en el que si el Gobierno español no está ya pensando estaría equivocado. Mal vamos si el Gobierno no está pensando que en el largo plazo debe consensuar con los acreedores una reducción de la deuda.

¿Largo plazo?

-Un lustro. Si en el plazo de cinco años no se resuelve esa deuda, esto se colapsa.

¿Está esperando el mejor momento para negociar?

-Claro. Si la economía europea crece al 2,5% durante un año será mucho más fácil renegociar. Por contra, si la economía europea está renqueando, la rentabilidad que obtienen estos países de la deuda española les impulsa a no querer una solución con quita.

¿Cómo puede afectar a todo esto el frenazo de Europa? ¿Vuelve la incertidumbre o es miedo a cualquier cosa que salga de guión?

-El pequeño crecimiento, o mejor dicho el no empeoramiento desde 2014 de la economía española, y los repuntes en los que se han creado 400.000 empleos en un trimestre son indicadores positivos. La economía española ha tocado fondo y ahora está estancada en ese fondo. No hay empeoramiento pero no hay recuperación a corto plazo. Esos brotes verdes, esa ligera mejoría, se ha basado en la demanda exterior, en las exportaciones. Curiosamente España no ha aumentado sus ventas tanto a Europa como a otros países. Le va mejor que crezca América Latina o los países árabes, porque son los que están tirando. También Rusia, el bloqueo de los productos agrícolas sí que va a ser un batacazo gordo. El estancamiento en el resto de la UE perjudica el crecimiento de la economía española básicamente porque dificulta la gestión de la deuda: los acreedores querrán atornillar más. Por otro lado la inmigración es una válvula de escape para el desempleo español y una parte de esa masa laboral que sale va a Europa. Si Alemania, Bélgica y Holanda se estancan, esa válvula se reduce. No es positivo, pero no impacta de la misma forma en la recuperación española que en otros países de la zona euro, lo hace en otras variables.