pamplona. La aventura terminó muy pronto y en un sonoro fiasco. Banca Cívica, la entidad impulsada por Caja Navarra, desaparecerá en los próximos días y cerrará un año de vida en Bolsa tras haber perdido por el camino casi la mitad de su valor (48,51%). Mas de 651 millones que se han evaporado en una trayectoria casi siempre descendente y que concluirá con la dilución de la entidad dentro del gigante catalán Caixabank.
Nada salió como estaba previsto. Las propias debilidades -insuficiente capitalización, elevada exposición al ladrillo y una bicefalia letal durante el último año y medio- y el entorno desfavorable -con agravamiento de la crisis y un último cambio regulatorio que terminó por ahogar a la entidad- han condenado a un proyecto que unía a cuatro cajas muy diferentes y que salió a los mercados en el peor escenario posible. En los últimos doce meses todas las entidades financieras han sufrido pérdidas en Bolsa superiores al 20%. Y algunas, como Bankia, se han dejado un 80% del valor, arruinando la inversión de miles de ciudadanos y con la justicia investigando si hubo plena transparencia en la operación.
El caso de Banca Cívica no resulta tan dramático, pero el varapalo para quienes confiaron en la operación resulta notable. La adquisición por Caixabank ha evitado la nacionalización y las pérdidas absolutas de los más de 90.000 pequeños inversores (unos 26.000 de ellos navarros) rondan el 50% respecto a la cotización de julio del año pasado. Las acciones debutaron el 21 de julio de 2011 a 2,70 euros y cerraron ayer a 1,39 euros. O dicho de otro modo: unos 26.000 navarros demandaron acciones por valor de 295 millones de euros. Si hubiese comprado esa cantidad, algo que no sucedió al superar la demanda la demanda la oferta, y no hubiesen vendido ninguna acción durante este tiempo, habrían acumulado una pérdida en Bolsa de 143,1 millones de euros en el último año. Con la absorción, los inversores recibirán cinco títulos de Caixabank por cada ocho de Cívica, un canje que, con las actuales cotizaciones, ni perjudica ni beneficia a los accionistas respecto al valor de los títulos.
Una vieja aspiración Salir a Bolsa era una vieja aspiración de Enrique Goñi, consejero delegado de Caja Navarra, e impulsor de Banca Cívica, proyecto compartido con Cajasol, Caja Canarias y Caja Burgos. El directivo navarro, que hace seis años anunció la inminente cotización de la corporación industrial de la caja, pudo cumplir el año pasado su objetivo. No eran las circunstancias ideales, pero fue la vía de escape elegida para captar el dinero que le faltaba a Banca Cívica, que había tenido que pedir 977 millones de euros al FROB.