donostia. El director de la Sociedad para la Promoción de la Formación y el Empleo (Egailan), Javier Ramos, era la designación natural para tomar las riendas de Lanbide. Las críticas sindicales y de los responsables de las oficinas elevan el tiro y señalan directamente a Zabaleta. Se entiende que Ramos ha maniobrado dentro de sus posibilidades, muy costreñidas debido a las decisiones que venían de arriba.
Ha tenido, no obstante, que dar la cara en defensa de la gestión del Servicio vasco de Empleo. Lo hizo en el Parlamento en una comparecencia a petición propia. Ramos no entró en el fondo de las cuestiones e intentó demostrar que la puesta en marcha de Lanbide tiene una gran complejidad y que además han sido varios los obstáculos imprevistos que han aparecido en el camino. Entre ellos, el cambio de figura jurídica del organismo, forzado por todos los partidos de la oposición, que apoyaron una moción del PP, el socio preferente del Ejecutivo, para hacer más transparente su gestión. No afeó directamente Ramos al Departamento de Empleo su obcecación por constituir el servicio como un ente en contra del criterio de los partidos y del sistema utilizado en otras comunidades. Sí se pudo leer entrelíneas cierto descontento. Por decisiones propias o ajenas, capitanea una nave sumida en el caos.