Como cuando se destapa la placa de una calle, la tela que oculta la escultura de una plaza antes de inaugurarse... Como cuando se levanta el telón. La lona de obra que ha ocultado el edificio del Bellas Artes se ha retirado dejando ver su situación actual, con la icónica cúpula coronando la estructura.
La cúpula, explican desde la Sade, propietaria del edificio y promotora del Hotel Palacio Bellas Artes, ha sido reconstruida “con similitud a la que documentan las fotografías que se conservan”, mientras que las máscaras que la rematan, han sido “reinterpretadas con libertad creativa, ante la ausencia de modelos o planos originales”, intentando siempre alcanzar un equilibrio “entre el rigor histórico y la sensibilidad contemporánea que ha guiado todo el proyecto”.
Toda aquellas personan que pasen por la esquina de calles las Prim y Urbieta, pueden ya observar los resultados de una obra no exenta de polémica, por las adaptaciones e importantes modificaciones que ha sido necesario realizar para adaptar el histórico edificio, que albergó un cine (uno de los primeros del Estado y que funcionó hasta 1982), a los nuevos usos previstos: los de un hotel.
Queda aún mucho camino que andar hasta que el nuevo hotel pueda abrir sus puertas, aunque desde la Sade se insiste en la idea de que el respeto ha sido el guión argumental de la intervención llevada a cabo en el Bellas Artes.
Según han explicado, toda la ornamentación de la fachada, desde vidrieras a cornisas, pasando por balaustradas, herrería y guirnaldas, “ha sido replicada con exactitud a partir de los moldes originales”, entendiendo que detrás de cada elemento “hay historia, técnica y trabajo de quienes han hecho posible que Donostia recupere uno de sus emblemas más queridos”, resurgiendo, subrayan desde la Sade, “un símbolo visible de la ciudad”.
Duras críticas
Las intervenciones sobre el Bellas Artes vienen levantando ampollas desde hace años. Un ejemplo es la denuncia de la asociación de defensa del patrimonio, Ancora, que ha asegurado que se ha “falseado” la realidad, que no es otra que el emblemático edificio ha resultado “arrasado”.