Una visita a Donostia no se limita a pasear por la Parte Vieja y plantearse un recorrido por etapas para conocer todos los templos del pintxo. Donostia requiere ser paseada, y lo propicia. Obliga a ser fotografiada, y lo facilita. Uno de los enclaves más paseados y fotografiados es el Palacio Miramar, que en pocas semanas va a comenzar a ser objeto de un proceso de rehabilitación que pretende mejorar su funcionalidad y su imagen sin tocar su esencia.
El proyecto de intervención, que impulsa el Kursaal, se divide en distintas etapas. La primera, 1B, afecta a los espacios interiores de la planta baja, la Sala Julio Caro Baroja y el sótano.
Esta fase ha requerido ser complementada por dos proyectos anexos: la propuesta de intervención en la capilla y la restauración de los tejidos históricos.
En la fase 1A las intervenciones que se contemplan afectan a las fachadas, con el fin de reparar “las patologías identificadas”, y realizar otras obras no contempladas en la fase anterior, como el acondicionamiento de la Sala Petit y de la sala de calderas, obra esta que pretende mejorar la eficiencia energética.
En la Sala Petit todas las actuaciones de mejora deberán cumplir con una premisa: mantener los acabados, desde los pavimentos de madera a los artesonados, las molduras de escayola y las chimeneas. Tampoco se podrán modificar las lámparas originales, aunque la iluminación se mejorará incluyendo nuevos sistemas que se integren a la configuración del espacio.
Monumento histórico
Todas las actuaciones que se plantean en uno de los edificios más inmortalizados de la ciudad deben tener muy en cuenta que el Palacio Miramar es un monumento histórico-artístico por orden ministerial desde 1964. Este grado de protección se ha ido reforzando y este singular edificio tiene, hoy en día, la consideración de bien cultural de protección especial, al estar integrado en el Registro de Bienes Culturales Calificados. Así las cosas, todas las intervenciones a desarrollar en el Palacio Miramar deben guiarse por el principio del esmero y el respeto.
El Gobierno Vasco ya anunció en mayo que aportaría 2,1 millones de euros para afrontar esta reforma integral de las instalaciones.
Las obras en el exterior, restauración de fachadas y cubiertas, deben limitarse a su limpieza, consolidación y reparación de daños, “sin modificar sus características y manteniendo los materiales originales”.
Si hay un detalle, inapreciable desde el exterior, que supone algún cambio en la cubierta es la inclusión de la maquinaria de climatización, ubicada en el interior de la zona central del tejado.
En la propuesta inicial se contemplaba incorporar un pabellón acristalado, la Orangerie, que pretendía servir de apoyo, en la temporada de invierno, a la nueva cafetería programada en el semisótano del Pabellón Príncipe.
Pero este proyecto no ha sido autorizado en el informe emitido por la Diputación de Gipuzkoa, ente competente en liderar los proyectos de rehabilitación y reforma en los edificios con este grado de protección.
En el interior del palacio, las actuaciones más evidentes serán las que se requieren para sumar dos ascensores que permitirán cumplir con el principio de accesibilidad universal.
También se prevé incorporar nuevos aseos en la planta sótano o mejorar los almacenes.
Además, como tónica general, se procederá a mejorar la iluminación en el edificio, sustituir el gasóleo como fuente de energía y dotar al sótano del correspondiente sistema de ventilación.
También se actuará, destaca la Diputación en su informe, en la reparación de los forjados de viguetas, la reforma de las losas y de diversas instalaciones.
La Diputación informó también de forma favorable sobre los trabajos que se prevén realizar con el objeto de restaurar las pinturas murales de la capilla, el retablo, el altar neogótico, etc.
En otro orden de cosas, la Diputación acuerda asimismo que el personal vinculado a estas obras tiene que acreditar la titulación y preparación necesaria para llevarlas a cabo, al ser este un edificio protegido.