El pasado verano, el Ayuntamiento de Donostia adjudicó los primeros contratos para la puesta en marcha de una Zona de Bajas Emisiones (ZBE), un conjunto de cámaras y otros aparatos tecnológicos que permitirán el control automático de una treintena de puntos para un área de Donostia, en la que la contaminación se reducirá y el acceso de los vehículos se restringirá.

El paseo del río, un eje que mantendrá el tráfico

Sin embargo, por el momento, se desconoce cuál será la zona. Públicamente, el Gobierno municipal no ha informado si la futura ZBE será el triángulo comprendido entre el Boulevard, el río y la calle Easo, como se previó en su momento, u otra superficie más pequeña o en otro lugar no céntrico, que tenga más emisiones polucionantes, según los aparatos de medición.

Lo que sí se sabe es que el Consistorio no llegará a tiempo para implantarla antes del 31 de diciembre de modo ineludible, como debería, según anunció en el pasado. Además de que no se ha dado a conocer la delimitación de la zona, tampoco está terminado el Plan de Movilidad unido a ella ni la ordenanza de tráfico que concretará qué vehículos tendrán acceso al espacio que se califique como ZBE.

Solo la tramitación de la nueva ordenanza puede tardar seis meses en aprobarse si no se registran alegaciones y un año si se producen, según aseguró el lunes en la comisión de Pleno de Desarrollo y Planificación del Territorio la concejala de Movilidad, Olatz Yarza, que añadió que “sin la ordenanza, no se puede poner en marcha” el citado espacio de baja contaminación.

La corporativa añadió: “el asunto es complejo y queremos hacerlo bien; que no nos lo tumben los tribunales”, como ha sucedido ya en algunas ciudades como Barcelona o Madrid, donde los jueces obligaron a cambiar las primeras decisiones.

En este contexto, y con un horizonte que podría ser de hasta un año para terminar las tareas iniciadas, el Ayuntamiento de Donostia ha solicitado al Gobierno de España, cuyo decreto ordena estas superficies, una prórroga para ponerla en marcha. Por el momento, el Ejecutivo en funciones de Pedro Sánchez no ha contestado y en los despachos del Ayuntamiento no esperan que lo haga con rapidez, en vista de la situación de interinidad del actual Gobierno central.

Mientras, la maquinaria para poner en marcha la ZBE sigue en marcha. De hecho, Donostia obtuvo el pasado 2021 de los fondos Next Generation para asuntos relacionados con las bajas emisiones 8,4 millones de euros y en 2022 le correspondieron otros 7,1, es decir, un total de 15,5 millones de los 28,3 logrados por la capital guipuzcoana en estos dos años.

La petición de más tiempo para hacer realidad una ZBE en Donostia, como obliga un decreto del Gobierno central de diciembre de 2022 que afecta a las ciudades de más de 50.000 habitantes, está pues a la espera de respuesta y de decisiones concretas. De cualquier modo, aunque la prórroga fuera denegada, las tareas pendientes seguirían sin estar finalizadas para el último día de 2023.

En este contexto han vuelto a aflorar las diferencias que se hicieron públicas en la campaña electoral municipal entre nacionalistas y socialistas en materias relacionadas con el tráfico y el medio ambiente. Mientras la concejala de Movilidad, Olatz Yarza (PNV), aseguró recientemente que la delimitación de una ZBE correspondía al departamento de Medio Ambiente en manos de Marisol Garmendia (PSE), esta última mostró su sorpresa y dijo que, en ese caso, el Ayuntamiento debería renunciar a la zona inicialmente anunciada en el plan Datorren Donostia e incluir la Parte Vieja, una zona ya peatonal, con tráfico autorizado para carga y descarga, dentro del área considerada ZBE.

Así, según las declaraciones públicas de ambas corporativas, el orden de los factores sí altera el producto. Mientras la concejala del PNV dice que la delimitación de la ZBE, en manos de Medio Ambiente, es el primer paso del que dependen los demás, la edil socialista sitúa el Plan de Movilidad en primer lugar y, más tarde, la ZBE.

A pesar de las discrepancias públicas de ambas corporativas, fuentes de Alcaldía aseguran que “no es ecología versus movilidad, es un proyecto del Ayuntamiento con distintas áreas de responsabilidad”. Por ello, añadieron, las reuniones interdepartamentales se siguen sucediendo estos días con personal técnico de las áreas de Medio Ambiente, Movilidad, Contratación, Secretaría jurídica, Informática etc... para alcanzar una decisión colegiada.

Así, pues, por el momento habrá que esperar a saber cómo serán los cambios previstos en la circulación donostiarra, que estarán además muy condicionados en años venideros por la puesta en marcha del nuevo ramal del Topo, peatonalizaciones y reordenación de líneas de autobuses.