"Con él venían cientos de policías y su guardia personal. Yo recuerdo que cuando íbamos a la piscina de Miramon andando, todo el camino estaba jalonado de policías armados y de paisano", evoca el historiador Iñaki Egaña.

Franco veraneaba en Donostia pero nunca "decía la fecha en la que llegaba". Existen numerosas anécdotas de aquella época. Una de las más conocidas tiene como protagonistas a los cisnes de la plaza de Gipuzkoa, que eran trasladados al lugar de verano del dictador, el palacio de Aiete, poco antes de que este llegara a la ciudad.

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Este movimiento funcionaba como señal de aviso para que las personas que podían ser objeto de la represión franquista y acabar en la cárcel de Martutene durante la estancia de Franco en Donostia -era práctica habitual las detenciones "preventivas"- se ocultaran en un lugar seguro a la espera de que se fuera.

Hay otra historia que se ha repetido en otros lugares del Estado: la incautación de bienes, nunca o casi nunca recuperados, a "familias pudientes republicanas", partidos y sindicatos.

"En el palacio de Aiete ha habido cosas que se llevaron al pazo de Meirás que habían sido robadas aquí", incide Egaña.

Para hacerse con estos bienes, apunta el historiador, había dos procedimientos: "Entrar en las casas para pura y duramente robar, y en ello estaban involucrados principalmente falangistas y carlistas; y luego estaban las incautaciones legales. A las personas se les quitaba todo y se hacía un inventario de lo llevado".

Existía, sí, un proceso de recurso pero "al que se le quitaba todo era porque estaba en el exilio, en la cárcel o muerto". "Se han dado casos de donostiarras a los que habían ejecutado y que a la vuelta de un par de años se les abrió un proceso de incautación. Se señalaba que no se había presentado, cuando les habían matado años antes".

En Donostia "incautaciones hubo muchas". Algunas realizadas a los partidos y sindicatos "se recuperaron, nunca de forma completa", pero entre los particulares "que yo sepa aquí no se ha recuperado nada", destaca Egaña.

"En Donostia el 55-60% de la población se marchó con la entrada de los franquistas y al volver, con la caída de Bilbao, se encontraron que sus viviendas de alquiler -la mayoría de la gente vivía alquilada-, las habían ocupado, ya no tenían casa", rememora. Egaña desde la plaza de Easo, zona en la que tras "importantes enfrentamientos, con muertos, prácticamente todo fue incautado".

"El paradigma aquí fue el lehendakari Leizaola, que tenía bastantes propiedades en Donostia y al que le incautaron absolutamente todo", concluye el experto.