- También en la calle Pescadería, el bar Irrintzi ha cambiado de manos y las riendas las lleva en la actualidad Jesús González, que llega al corazón de la Parte Vieja después de recalar en el Mesón Martín de la calle Elkano, que también tiene un nuevo equipo al frente.

Nos quedamos sin trabajo y yo ya tenía este bar fichado hace mucho tiempo, había preguntado al dueño que si se quedaba libre y veía la posibilidad, estaría interesado”, explica González.

Sabía que era un bar a su medida y a la de la pandemia, ya que podía sacarlo adelante solo. Al principio contó con la ayuda de una cocinera, pero los vaivenes de la situación le demostraron que, hasta que lleguen tiempos mejores, el peso del negocio tiene que recaer en exclusiva sobre su espalda.

González ha conocido el paro y el ERTE antes de poner en marcha su negocio, el local lo tiene en alquiler. “Tuve otra oferta por cuenta ajena pero esto me pareció un desafío”, explica. El titular del Irrintzi afirma haber tenido suerte con el apoyo que le ha brindado el dueño del local: “Es también hostelero y conoce desde primera línea lo que nos pasa. Sabe las cajas que se hacían hace un tiempo y las que se pueden hacer ahora”.

Desde que el 16 de julio abrió sus puertas, el Irrintzi está contando con el apoyo de una clientela fiel que no duda en esperar “o darse una vuelta” para consumir en un local de pequeñas dimensiones.

“Nosotros queremos recuperar la Parte Vieja para la gente de Donostia, con un bar de trato familiar, en el que te conozcan por tu nombre y en el que sepan lo que sueles tomar. Lo que era antes la hostelería de este barrio”, explica González.

Ahora, y a la espera de que la situación se normalice, en el Irrintzi se trabaja con producto ibérico de calidad, ostras y “pintxos fáciles pero ricos”. “Producto bueno para que el cliente vuelva, porque la clientela de aquí va a permanecer todo el año y por ellos vamos a pelear, aunque el turismo sea bienvenido”, asegura.

Con las nuevas restricciones toca de nuevo “reinventarse”. Con dos mesas en el exterior y tres en el interior, González cree que al trabajar solo su situación “es diferente a la de otros compañeros del gremio. Nos adaptamos cada día y espero que cuando acabe esto salgamos fortalecidos. Hay que seguir y no queda otra”, concluye.