¿por qué aparecen ahora las piedras de Ondarreta? Si los cascotes llevan en Ondarreta más de 100 años, ¿por qué se ha intensificado su aparición en la última década?
Entre las teorías que se han planteado, una posible explicación se podría buscar en las alteraciones que ha sufrido la bahía de La Concha en los últimos años, en concreto el reforzamiento de la escollera del Aquarium (hacia el año 1998) o de la escollera de Mollaberri en el puerto (2011), así como los cientos de fondeos clandestinos repartidos por la bahía, que podrían haber producido una acumulación de arena en el extremo oriental derivando en una disminución de arena para el resto de la bahía.
Asimismo, el dique semisumergido o El Pasillo de Ondarreta, construido en 1821, sufrió un fuerte deterioro hace unos 15 años, cuando se abrió una zanja con una miniretroexcavadora en toda su longitud para la colocación de canalizaciones que llegaran hasta la isla de Santa Clara, lo que ha motivado su posterior erosión acelerada.
Pero las alteraciones no coinciden en el tiempo con las posibles consecuencias, y en la bahía de La Concha, y en concreto en la playa de Ondarreta, hay arena más que suficiente, por lo que rotundamente hay que afirmar que la falta de arena no es el problema (aunque la arena ocasionalmente pueda ocultar el verdadero problema).
La posible coincidencia en los últimos años con un periodo erosivo en el sector occidental de la bahía de La Concha, dentro del equilibrio dinámico natural de las corrientes marinas sobre el que evidentemente no se debería actuar, es una teoría que podría explicar en parte el aumento del afloramiento de escombros en la orilla.
Pero la cruda realidad es que en el informe Labores de seguimiento y consultoría para el proyecto de acondicionamiento de la playa de Ondarreta en Donostia (Gyssels & Uriarte, 2005), elaborado por Azti como consultoría técnica para el Ayuntamiento de Donostia, en el apartado 2.2 de Seguimiento y Sugerencias al proyecto de ejecución de obra redactado por el Servicio de Costas de Gipuzkoa para las labores de retirada de las antiguas cimentaciones de la cárcel de Ondarreta, según la interpretación “desacertada” de un único técnico que realizó una única visita a pie de obra, se afirmaba lo siguiente:
“Para la conservación del equilibrio de la playa se propone no retirar las piedras que forman el sustrato de la playa, puesto que son parte de la playa misma y permiten que la playa mantenga su perfil actual. Este sustrato se encuentra aproximadamente a una profundidad de entre uno y tres metros en la parte alta de la playa occidental, y se considera que no es el responsable de la aparición de las piedras en la zona intermareal de la playa durante los veranos. El sustrato rocoso sirve a su vez como medio poroso para el desagüe de escorrentía (antigua regata de Añorga) por la parte occidental de la playa. Retirar este material de fondo puede conllevar el arrastre del material arenoso con la consiguiente pérdida de material en dicha zona”.
En consecuencia, y atendiendo a las indicaciones de Azti, el Servicio de Costas retiró las cimentaciones de la cárcel de Ondarreta y cribó el sector de la playa donde se localizaba la cárcel, en concreto entre la rampa del Tenis y las primeras escaleras de piedra (las que sustituyeron a la rampa que existía antes de desmantelar la cárcel). Asimismo, se retiró entre las mencionadas escaleras de piedra hasta casi la altura de las cabinas colectivas la cimentación del muro de costa del antiguo campo de maniobras, que permanecía sepultada bajo la arena desde su abandono en 1922, sin proceder al cribado del relleno que permanecía retenido por este muro a una profundidad de entre uno y tres metros en la parte alta de la playa (aunque en el proyecto de ejecución de obra inicial estaba previsto).
En la actualidad, es precisamente en este sector medio o central donde afloran las cascotes en la orilla, entre las escaleras de piedra y más o menos la altura de las cabinas, coincidiendo con la zona donde se retiró el muro de costa pero no se procedió al cribado en profundidad de los cascotes en la parte alta de la playa. El cribado de escombros se realizó por lo que parece de manera correcta entre el muro del Tenis y las primeras escaleras, y en la actualidad apenas afloran cascotes pese a coincidir con la zona frente a la cual está la rasa mareal de Ondarreta. A su vez, en el extremo oriental de la orilla de Ondarreta tampoco aparecen cascotes coincidiendo con la zona donde no se llegó a retirar la cimentación del muro de costa del campo de maniobras. Evidentemente habría que recordar que en junio de 2013 en la zona alta del sector oriental afloraron los cascotes del relleno del campo de maniobras, cuando se retiró una capa de arena para cubrir “de manera inexplicable” con una capa de arena parte de la rasa mareal de Ondarreta (NOTICIAS DE GIPUZKOA, 04-06-2013).
En el análisis de las series de imágenes históricas del campo de maniobras de Ondarreta se observan los repetidos destrozos, con arrastre hacia la orilla de cascotes y posteriores reparaciones del muro de costa. Lo mismo se desprende de los materiales examinados. En la parte baja del perfil (orilla) las piedras afloran entre las cotas +1 m y +2 m, y desde principios del verano de 2012 en la parte alta del perfil los cascotes con mayor tamaño medio y con cantos menos erosionados afloran entre las cotas +3 m y +4 m. La práctica totalidad se corresponden con elementos de construcción antiguos, aunque los más pequeños por su erosión podrían ser confundidos con cantos rodados o lajas desgastadas de una caliza margosa de origen natural, pero que en muchos casos conservan incluso restos de masa o mortero adheridos. El cemento que se aprecia corresponde con el tipo Portland en algunos de los cascotes (como los ladrillos) que pudieron ser utilizados en arreglos del murallón, pero sobre todo se aprecian incrustaciones de cal hidráulica en varios materiales de mampostería. La clave estaría en la presencia de incrustaciones de mortero, en concreto de cal hidráulica empleada en construcciones en la segunda mitad del siglo XlX, en aquellas piedras con cantos rodados que se asemejan a naturales, y también de piezas de mampostería con marcas de haber sido canteadas o esculpidas por canteros. Los cascotes o escombros del antiguo muro de costa y del relleno para la explanación del campo de maniobras, arrastrados por el movimiento de la arena durante años se desplazan lentamente desde la zona alta de la playa hasta la orilla, donde sufren la erosión de las corrientes y del oleaje hasta convertirse en cantos rodados.
Las cotas en las que aparecen las piedras molestas (escombros), cotas entre +1 m y +4 m, son muy superiores a las que corresponderían a la base de gravas de la playa (cota <0 m), por lo que difícilmente podrían provenir de su removilización. La presencia de piedras en las capas de arena de superficie, aunque tuviesen un origen natural, serían posteriores a la formación de la playa, por lo que no formarían parte del sustrato rocoso de la playa y su retirada no comprometería la estabilidad de la propia playa. La retirada de las piedras enterradas de ningún modo podría conllevar el arrastre de la arena con la consiguiente pérdida de material en dicha zona.
Con la aparición de las primeras piedras, el proceso de erosión de la playa se acelera de manera exponencial. Cuantas más piedras afloran, más turbulencias o torbellinos se producen (vorticidad) y mayor volumen de arena es arrastrado por la bajada de la ola al interior de la bahía, hasta que las corrientes determinadas y el oleaje con tendencia a la sedimentación de la arena revierten el proceso volviendo a cubrir las piedras.
La presencia del relleno sedimentario estuarino está confirmada, y la hipótesis de que las piedras de la playa pudieran haber sido arrastradas a través de la marisma por el Gorga (Konporta), y que sirve a su vez como medio poroso para el desagüe de escorrentía por la parte occidental de la playa queda descartada, porque las piedras presentes en la playa nunca atravesaron el estuario. Las excavaciones de las plantas de garaje de la zona de Ondarreta y Benta Berri confirman que bajo una capa superior de fango de un metro de espesor sólo existe arena sin piedras.
El 11 de mayo de 2003 se elaboró un excelente testimonio gráfico que ilustra la situación real en la que se encontraba la playa, antes de la intervención de retirada de la cimentación del muro de costa del antiguo campo de maniobras y las estructuras de la cárcel de Ondarreta (2005). El proceso erosivo marino, con retirada de la arena en el extremo occidental, dejó al descubierto la casi totalidad de las estructuras que ocupaban la playa. En la imagen se observa lo que era el muro de costa que, aunque estaban cubiertos por la arena los tramos central y oriental, tenía su prolongación hasta el muro de Loretopea, donde se aprecia un corte bajo el túnel principal del Palacio de Miramar. Las estructuras que quedan a la derecha son las específicas de la antigua cárcel y tienen su continuación bajo los jardines de Ondarreta. Se aprecia con nitidez cómo los cascotes más superficiales del relleno del antiguo campo de maniobras, con las corrientes de la acción erosiva del mar, conseguían ya entonces rebasar en parte la barrera que suponía la cimentación del antiguo muro de costa. En la zona de la orilla, pese a tener una cota inferior, no se aprecia el afloramiento de piedras, por lo que queda descartado que correspondan al sustrato rocoso de la playa. La retirada de dicha estructura, sin el correspondiente cribado y retirada de los cascotes del relleno, ha supuesto que el problema de las piedras molestas que alcanzan la orilla se agrave de manera exponencial.
La cimentación del muro de costa retirado en 2005 podría haber retenido durante décadas el desplazamiento de los cascotes del relleno del campo de maniobras hacia la orilla, bloqueando la “cinta transportadora” e impidiendo el arrastre de materiales desde la zona alta hasta la orilla. En líneas generales, la erosión de la orilla en verano desplaza por deslizamiento la arena hacia la orilla, arrastrando a su vez de este modo los materiales de la zona alta, y los temporales marinos junto con los vientos del invierno vuelven a depositar arena en la playa, sepultando los materiales que poco a poco son arrastrados hacia la orilla y de donde el mar de nuevo retira o erosiona la arena, aflorando de este modo los cascotes. En definitiva, es un proceso perpetuo de renovación de la arena que culminará acercando finalmente la totalidad de los cascotes sepultados desde la zona alta hasta la orilla.