EN los jardines de Ondarreta, cerca del monolito descubierto ayer en recuerdo a los presos de la desaparecida cárcel de la playa, se encuentra desde hace más de 20 años la escultura Zeharki de José Ramón Anda, en el lugar donde hubo un monumento franquista. La obra, compuesta por tres columnas que giran hacia el cielo, es de hormigón y fue colocada en 1989 tras numerosas peripecias, que arrancaron con un concurso que convocó el Ayuntamiento cuando el alcalde era Jesús Mari Alkain, en los primeros años de la década de 1980.

Sin embargo, el resultado de la obra no agrada a su creador, que se confiesa "muy disgustado" y que reconoce que evita pasar por los jardines de Ondarreta porque, dice, se le "revuelve todo" y empieza "a lanzar improperios". "La escultura está mal hecha, tiene un error de cálculo del 50% porque las columnas se unen en la parte alta cuando, según el proyecto, no deberían hacerlo", explica.

Anda, que cuenta con otras obras en Donostia como la Andramari de la iglesia de Moneo y la Piedad de la iglesia de San Vicente, recuerda la ilusión que le inundó cuando ganó el concurso convocado por el Ayuntamiento de Donostia para ocupar el hueco dejado por el monumento franquista en Ondarreta. Sin embargo, las bases del concurso no obligaban al Consistorio a erigir la escultura y el proyecto quedó en un cajón. Amigos de Anda intentaron que se plasmara la idea y contactaron con el entonces alcalde, Ramón Labaien, para que reimpulsase la iniciativa. "Nos dio cita, vinimos desde Bilbao, donde yo daba clases, pero, finalmente, no nos recibió", recuerda el escultor con un gusto amargo.

Errores

Proporciones y encofrado

Posteriormente, sigue relatando, por mediación de otro amigo, supieron que la empresa Vitalicio cumplía su 25º aniversario y quería dejar un hito en Donostia. Después de distintas conversaciones, esta sociedad quiso hacerse cargo de realizar la obra y mandó su ejecución a Construcciones Moyúa, con experiencia en obras de arte. "Se hizo con prisas, no sé si fue en dos meses o menos, y se hizo mal", lamenta el artista, que recalca que la plasmación en hormigón de su obra no fue ni mucho menos la esperada. "Hay errores, se han alterados las proporciones y el encofrado es un desastre", recalca el escultor, que añade que "su aparente sencillez tenía, sin embargo, cierta complejidad".

Estrecho colaborador de Oteiza, Anda recuerda que el artista de Orio también se indignó cuando comprobó cómo las críticas del propio Anda estaban justificadas. En la actualidad, reniega sin dudarlo del resultado de su obra y confiesa que no le importaría en absoluto que se derribara para alzar otra pieza, la verdadera Zeharki, tal y como él la ideó.