Donostia. Como una tximeleta, Libe, de cinco años, revoloteaba contenta por la carpa de La Flamenka (en el puerto) al ritmo de la música. Ella había sido la primera en llegar y los monitores voluntarios de Aratz Gia Taldea, coordinados por Aukaz Elkartea, le habían dibujado una preciosa mariposa en la cara. Ella no entendía de mal tiempo y la lluvia no iba impedir que pasara uno de los mejores días del verano. Al verla, los niños que pasaban por allí tiraron de sus padres hasta arrastrarles a la carpa. Ahora les tocaba a ellos disfrutar.
De esta forma, La Flamenka se llenó ayer de decenas de niños que jugaron y participaron en la jornada de deporte rural organizada para ellos por el colectivo Donostiako Piratak. Con las caras pintadas de animales, los txikis fueron preparándose para competir en las distintas pruebas.
Divididos en dos grupos, los niños se pusieron en sus puestos listos para tirar de la cuerda: era la hora de la sokatira. Al oír el silbato, tiraron con todas sus fuerzas. Irati, de diez años, con la cara pintada de una feroz leona, tiraba de la soga muy metida en su papel. Al otro extremo, Uxue, de nueve años, con la cara pintada de pirata, hacía más de lo mismo, y ayudó a que su equipo resultara ganador.
Tras la sokatira llegó el momento de las lokotsas. Colocados en dos filas, los más pequeños fueron recogiendo cada uno una pinza colocada en el suelo, para pasarle el testigo a su compañero, que tenía que repetir la misma acción. Iraitz, de siete años, estiraba sus piernas para conseguir más velocidad. La victoria estaba en sus manos y debía correr más que su contrincante para vencer. Y así lo hizo. Sus compañeros de equipo lo abrazaron y por un momento Iraitz se sintió el chico más afortunado del mundo. "¿Me has visto, aita?", gritaba emocionado a su padre que lo animaba desde el público.
Además de sokatira y lokotsas, los peques rieron con una giza-proba, pusieron a prueba sus fuerzas con las txingas y saltaron hasta hartarse con la carrera de sacos. Era su día y el mal tiempo no impidió que disfrutaran como lo que son, niños.