"PONEN skate parks para prohibirte andar por la calle", afirma Fernando Velasco, vendedor de skates de una conocida tienda de Donostia. Y es que, a la espera del cuarto, Donostia cuenta ya con un total de tres skate parks. Anoeta, Intxaurrondo, Pagola y, dentro de poco, Larratxo, son los barrios donde se puede encontrar, tanto de día como de noche, a chavales y algunos que ya no lo son tanto, tratando de surcar las calles sobre sus tablas: "Pero a nosotros lo que de verdad nos gusta es patinar por la calle".
Antes sólo se podía surfear sobre las olas. De unos años a esta parte, el significado del verbo surf ha comenzado a abarcar nuevos campos y actividades, todos ellos estrechamente ligados, eso sí, al subidón de adrenalina que supone dirigir con el cuerpo una tabla deslizante. No importa el medio. Ni el agua, ni la nieve, ni el asfalto suponen un impedimento para lograr esa sensación que muchos comparan con el éxtasis religioso. Porque el hecho de "deslizarse" plantea toda una nueva filosofía de vida. Otra forma de entender o concebir el mundo y que todo vaya siempre sobre ruedas.
Pero el clima, la época del año, el lugar de residencia o el dinero son factores condicionantes en la práctica del surf o del snowboard. Algo que no puede decirse del skateboard: para gozar de él bastan una tabla, cuatro ruedas y un suelo lo suficientemente llano como para rodar y rodar. Y ningún espacio mejor que el pavimento de las ciudades.
Monopatín
Medio de transporte y vicio
"Es mi medio de transporte pero, sobre todo, mi vicio", reconoce Iker, un joven skater donostiarra enamorado del long. Él se alegra de que las autoridades se ocupen de adecuar lugares para ellos: "Pero que sean una opción, no una obligación". Asegura que no hay nada mejor que salir con su largo patín a dar una vuelta por la city o dedicarse al descenso de cuestas a gran velocidad: "Porque eso sí que es adrenalina pura y, además, gratis".
Pero el skate no va sólo de eso. El verdadero fin de este deporte es hacer el mayor número de trucos posibles con la tabla. Ollies, manuals, flips o grindar son algunas de las peripecias preferidas de estos locos de una afición que va en auge. "Las ventas de skate son constantes, de hecho diría que han crecido", afirma un vendedor de monopatines que añade que "este deporte agrupa desde niños de doce años hasta adultos de 38".
Pero el chasquido constante de las ruedas y los golpes de la chapa contra el suelo asusta y molesta a muchos vecinos. Para evitar disputas, el Ayuntamiento de Donostia tiene dispuestas, de momento, tres instalaciones deportivas específicamente acondicionadas para el skate. "Las que se han construido hasta ahora son muy deficientes, no están hechas por gente profesional que conozca el patín. No es cuestión de gastarse más o menos dinero, se trata de querer hacer las cosas bien y preocuparse un poco", manifiesta David, otro skater.
Skate park
Bicis, patines y patinetes
El monopatín no es el único del skate park. Los patines, las bicicletas y los longs se disputan el mismo espacio para hacer travesuras. Todos tienen cabida según el Consistorio, pero en su opinión, los usuarios realmente no caben.
"En el bowl de Pagola andan skates, longs, bicis y rollers. Y eso no es lógico. Sería mejor tener uno para cada uno, porque es peligroso y crea muchas broncas", explica Pelu, un joven de 24 años que practica toda esta variedad de deportes. En su opinión, el lugar más indicado para situar una nueva instalación de estas características sería el barrio de Sagüés: "Esa zona tiene playa, pista de baloncesto y parque, sólo falta un skate park. Además, es una zona muy frecuentada por sus aficionados, ya tiene ese rollo".