Tambores de paz
Cañones y uniformes rememoraron el asedio y el resurgir de la ciudad
Donostia conmemoró ayer una de las jornadas más negras de su historia. Tal día como ayer, hace 197 años, británicos, portugueses y españoles entraron en la ciudad, defendida por los franceses, tras dos largos meses de asedio. Los donostiarras sufrieron toda clase de vejaciones, y casi toda la ciudad fue pasto de las llamas. La jornada vespertina volvió a traer a las calles de la Parte Vieja los vistosos uniformes del siglo XVIII y recrearon solemnemente los hechos acaecidos allá por 1813.
El desfile, organizado por la sociedad Kainoieta, volvió a recorrer los epicentros del asedio de 1813. La comitiva comenzó su periplo a las 18.30 desde la iglesia San Vicente. La plaza Zuloaga, tradicional punto de salida de la marcha, está patas arriba debido a diversas obras, por lo que no fue posible comenzar desde allí. Tamborreros, músicos y soldados transitaron por la 31 de Agosto, realizaron una parada frente a la parroquia de Santa María y, al ritmo que marcaban los tambores, llegaron al Boulevard, donde fueron recibidos por multitud de espectadores.
Frente al quiosco también esperaba a la comitiva una docena de fusileros y su flamante cañón, el cual llevaba tiempo atronando en la alameda. Sin duda era la estrella de la actuación, pues multitud de curiosos, armados con cámaras y teléfonos móviles de última generación, se agolpaban a su vera. Tanto, que entorpecían la labor de los cañoneros. Alguno, incluso, no tuvo ningún reparo en ponerse delante del cañón, en busca de la mejor toma para la instantánea. Tras ellos, por la carretera que va hacia el puerto, discurrían atónitos los remeros y sus traineras, que durante el fin de semana disputarán la primera eliminatoria de La Concha.
Para entonces, la comitiva y los espectadores abarrotaban ya la plazoleta del quiosco del Boulevard. Sobre el mismo, representantes del club de rugby Biarritz Olympique, entidad que ayer fue homenajeada, e Imanol Artola, presentador del evento, quien subrayó que la jornada de ayer era un homenaje y no una celebración. Rememoró a los donostiarras que tras la destrucción de la ciudad se reunieron en Zubieta y decidieron quedarse y reconstruir Donostia. "Tuvieron la fuerza y el tesón necesarios para volver a dar vida a la ciudad", recordó Artola. Además, se leyó un texto por la paz y en recuerdo de los caídos en aquella infausta jornada, que destacaba que los uniformes franceses, británicos y portugueses de la conmemoración querían decir que los donostiarras habían dejado atrás todo tipo de guerras.
El punto álgido del acto llegó cuando tamborreros y músicos interpretaron la marcha de San Sebastián. Tamborreros y donostiarras, solemnes, homenajearon de este modo a los muertos de 1813. Tras un minuto de silencio en memoria de los caídos, la comitiva volvió a transitar por el Boulevard, en dirección a la Zurriola. Allí les esperaban una docena de soldados napoleónicos, encaramados a lo alto del mercado de La Bretxa, y una compañía de fusileros británicos que, con la ayuda de dos cañones, estaban preparados para volver a 1813. Como ocurriera dos siglos atrás, el estruendo de la artillería y el humo de los fusiles volvió a apoderarse de La Bretxa, aunque esta vez sin víctimas
"Donostia es nuestra segunda casa"
El Biarritz Olympique fue homenajeado en el transcurso del desfile que la sociedad Kañoieta protagonizó en la tarde de ayer. El club labortano, que recoge el testigo de otra entidad deportiva, la Real Sociedad, fue elegido "por su gran aportación a la ciudad", como afirmaron los organizadores del desfile el pasado jueves, durante el acto de presentación del mismo. Acudieron en representación del BO Serge Blanco, presidente del club, y Pierre Bousquier, director administrativo del mismo. Ambos se mostraron exultantes al recibir el homenaje, aunque Blanco se excusó al no poder versar ni en castellano ni en euskara. "Mila esker", fue lo único que dijo. Bousquier, por su parte, agradeció a los donostiarras el homenaje. "Es un gran día para el club", afirmó el de Iparralde, quien destacó que, cuando vinieron a jugar a Donostia por primera vez, allá por el 2005, aquello les resultó toda una "aventura". Ahora, tras ocho partidos jugados y el noveno a tiro el 11 de septiembre contra Stade Toulousain, campeón de Europa, el director del Biarritz afirmó que Donostia es su "segunda casa". Los labortanos recibieron una placa conmemorativa, réplica de la situada a la entrada de la calle San Jerónimo y que rememora a los caídos en 1813.
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