QUIZÁ sea demasiado construir una ciudad bajo tierra. A lo mejor no es ni buena idea, pero todo tiene cabida en un proyecto fin de carrera de Arquitectura. "Lo importante es demostrar la capacidad profesional. Hacer ver que te pueden confiar un proyecto de 140 millones de euros, aunque luego, en la realidad, nadie se lo vaya a conceder a un arquitecto novel. Así lo ve Javier Puldain, secretario académico de la Escuela Superior de Arquitectura de la UPV-EHU. Él es uno de los responsables de una iniciativa: la de reunir en una exposición los seis mejores proyectos de fin de carrera de la remesa de arquitectos que salieron de la UPV en junio.
La idea surgió del Museum Rezola del Cemento y tiene visos de convertirse en algo habitual. El centro expositivo de Añorga acogerá esta muestra durante las próximas semanas. La inauguración tendrá lugar el miércoles, en un acto al que acudirán altos cargos de la fábrica Cementos Rezola, propietaria del museo, y de la UPV.
Se muestran los seis mejores trabajos presentados en junio en la UPV, aunque "no han sido tan brillantes como los de octubre", añade Puldain. Los proyectos de fin de carrera se someten a examen en tres remesas: octubre, marzo y junio. Son entre 80 y 90 trabajos anuales, con una gran mayoría de aprobados. Es decir, de nuevos arquitectos.
El tribunal está compuesto por seis expertos: dos catedráticos de proyecto, uno de urbanismo, otro de construcción, el secretario académico de Arquitectura, Javier Puldain, y su director, Alberto Zulueta. Se valora el conjunto del trabajo y su originalidad. No sólo la presentación, que consta de un resumen y una maqueta del trabajo, que es lo que se expone en el Museum Rezola de Añorga. "Ahí es donde se le da brillo a un proyecto, pero detrás hay un un taco de cientos de folios que recoge los estudios técnicos, cálculos de construcción y económicos. Lo fundamental es que esté bien construido y que cumpla las normativas".
Nada es imposible, ni siquiera proyectos multimillonarios. No se trata de lograr financiación. Sólo hay que hacer posible un sueño y saber calcular lo que vale.
Las presentaciones, como los proyectos en sí, también son variados. Los hay incluso algunos que incluyen vídeos con imágenes virtuales. "Y eso que no les dejamos utilizar elementos sonoros, porque si no los pasillos de la escuela podrían ser una locura", afirma Puldain.
El tema oficial -el tribunal siempre elige uno- esta vez era la creación de un centro de arte contemporáneo en la antigua estación de autobuses de Pamplona. Ficción que debían llevar a la realidad los alumnos. Sólo uno de los seis que exponen en Rezola lo hizo. El resto eligió dar rienda suelta a su imaginación.
lo mejor de cada casa
Florencia, Berlín, Larrabetzu, Pamplona, Sopelana y Laudio
Quienes acudan a la exposición verán cómo se puede construir al pie de los acantilados de Sopelana un búnker subterráneo de tres plantas con equipamientos deportivos, de ocio y culturales. O cómo crear un pueblo orientado a la naturaleza y el ocio a lo largo del río entre Laudio y Amurrio. Allí se abriría un centro agrícola con un instituto de formación profesional orientado a este campo. También un proyecto de viviendas en Berlín que compaginen la vida privada y el trabajo en un mismo espacio, con zonas comerciales en el exterior, talleres en patios interiores, jardines, equipamientos públicos y viviendas en las plantas altas. O un proyecto para crear una moderna estación de tren en Florencia, en una zona industrial que sería reurbanizada. Y también la creación de un centro que combina una residencia para la tercera edad y una guardería en Larrabetzu.
"Los temas oficiales suelen ser muy completos, con mucho metro cuadrado y complicados, pero los alumnos pueden elegir el proyecto que quieran; en la mayoría de casos escogen lugares bucólicos de su pueblo. Normalmente, viendo el proyecto es fácil adivinar de dónde es cada uno o dónde ha estado de Erasmus. Cada alumno es un mundo y lo reflejan en sus creaciones", explica Puldain. Si quieren, ya saben...