Unos rayitos de sol alcanzan a Unai Laso (Bizkarreta-Gerendiain, 1997) en Antsoain, donde reside junto al pelotari Aitor Alduntzin. Cierra los ojos y sonríe. Solo piensa en tomar un café y marcharse de vacaciones. Atrás quedan los focos de la final del Manomanista, en la que tumbó a Joseba Ezkurdia por un claro 7-22; atrás queda una celebración a la altura del hito junto a 170 amigos -entre los que estuvieron pelotaris como Ibai Zabala u Oinatz Bengoetxea- y familiares en la sidrería Auzmendi. Por delante, 365 días de colorado.

Unai Laso es el campeón del Manomanista. ¿Qué siente?

—Lo estoy asimilando por ahora. Siendo sincero, el domingo hicimos una buena parranda después de la final y ahora nos toca recuperarnos. Hay vacaciones por delante y vamos a gusto. Estoy muy contento con el partido y el campeonato que he hecho. Eso es en lo que pienso.

Ha pasado un día desde que se impusiera a Ezkurdia por un claro 7-22. ¿Se lo cree ya?

—Creer o no, pero es así: he ganado la txapela. Ahora tocan vacaciones y disfrutar.

Además no se llevó un entorchado cualquiera, es el del Manomanista, el más preciado históricamente. Vestirá de colorado durante todo el año y su nombre está entre los elegidos.

—La txapela del mano a mano te mete en la historia. Es lo que queremos todos los pelotaris desde que somos pequeños. Ha tocado así. Esto es el fruto al trabajo realizado durante todos estos años. Este título es merecido.

¿Sintió una felicidad plena tras conseguir vencer a Ezkurdia?

—Sí, por supuesto que te pones contento. Aun así, hay que tener los pies en la tierra y controlar la euforia. Si viene otra vez, tendré que estar preparado. Me lo tomo como una grandísima txapela. Es lo que buscamos todos los pelotaris. Sin embargo, toca apaciguar esa alegría y estar un poco tranquilo también.

¿Cuál fue el momento que más disfrutó?

—Al final, cuando ganas, está toda la gente del frontón alabándote, animándote. En ese instante, piensas en que hay mucha gente que quieres en las gradas. Con todos ellos celebré la txapela.

Es la primera de su cuenta. Quiere más. Este es solo el inicio.

—Sí. Es la primera. Al final, me he quitado esa espina. Me toca disfrutar y volver a entrenar del mismo modo. En definitiva, continuar con mi día a día.

¿Qué supone para usted?

—Te quitas un peso de encima. He hecho un gran año, porque he alcanzado todas las finales. He ganado esta y las anteriores estuve muy cerca. Era como si también las hubiera ganado. He podido poner la guinda al pastel a una temporada muy buena.

¿Ha tenido tiempo de ver de nuevo el encuentro?

—¡Qué va! He visto algunos tantos solamente. De todos modos, lo veré. Fue un día muy bonito. El pelotazale acudió al frontón y hubo mucha gente de mi alrededor en el Navarra Arena. Eso me alegra mucho.

Ha vivido unos años con altibajos. Hace un curso, de hecho, ni siquiera estaba en el campo profesional y ahora es el campeón. ¿Se le pasó por la cabeza durante la final contra Ezkurdia?

—Durante todo el partido me mantuve muy concentrado. No estuve pensando en lo que me había pasado. Llevaba dos finales perdidas -las del Cuatro y Medio ante Altuna III por 22-20 y la del Parejas con Imaz ante Altuna III-Martija por el mismo resultado-, así que estaba muy centrado en empezar enchufado y me salió bien. Estos últimos años, a decir verdad, han tenido muchos altibajos, pero estoy a gusto ahora y toca gozar de ello.

Durante toda la campaña ha dicho siempre lo mismo, que cuando estaba fuera no se hizo la víctima y siguió trabajando a muerte para ser mejor pelotari. ¿Cómo está viviendo ese proceso de haber pasado en un año de aficionados a lo más alto del podio?

—Es un proceso largo. Al fin y al cabo, cuando me quedé fuera de las empresas estuve entrenando todos los días. Me ejercité igual igual que si hubiera estado en profesionales. Le di vueltas a la cabeza también. Y la entrené, porque creo que el aspecto mental es muy importante en el mundo del deporte.

Regresó a Baiko el 25 de junio de 2021 y desde entonces ha seguido una línea ascendente. Fue finalista del Cuatro y Medio de San Fermín nada más aterrizar y desde entonces ha copado todas las citas cumbre de la temporada de la Liga de Empresas. ¿Siente que ha dado un golpe encima de la mesa?

—Sí. Creo que he dado un golpe en la mesa, porque el año pasado a estas alturas estaba todavía en aficionados y ahora he ganado el Manomanista. Es obvio. Estoy muy feliz.

Regresando a la final, la diestra le funcionó a las mil maravillas.

—Sí. Llevo un año tocando bien la pelota con la derecha. Estoy haciendo buen trabajo físico y buenos entrenamientos.

¿Dónde estuvo la clave de un triunfo tan amplio?

—Gocé muy bien con la derecha y metí muchas pelotas en la pared izquierda. Creo que ahí estuvo la clave. Además, durante toda la contienda estuve muy centrado. No me salí del partido en ningún momento. Eso es muy importante en una final.

Manejó grandes diferencias durante toda la cita (1-9, 3-12 y 5-21). ¿En algún momento vio que tenía el partido en el bolsillo antes del cartón 22?

—No. Tenía trabajado desde casa que tenía que jugar cada tanto como si fuera el primero, pelearlo y sufrir. Salió bien. Esa va a ser la tónica que voy a seguir en todos mis partidos: buscar cada tanto. Así se consigue estar centrado durante todo el encuentro. Estoy muy orgulloso de ello.

¿De quién se acordó cuando se vio ganador?

—De todos los que me están apoyado. Sobre todo, los que estuvieron a mi lado cuando estaba fuera de la LEP.M. Me acordé de todos los que estaban a mi lado cuando no era campeón del Manomanista. Particularmente, de la familia, de todos los compañeros con los que hago físico, de las cuadrilla de Iruñea y Bizkarreta-Gerendiain€ También de Jon Mariezkurrena, que es un gran amigo y con el que paso mucho tiempo, y de todos los amigos pelotaris.

Su abuela Corpus estuvo en el frontón. ¡La va a hacer famosa!

—Ya lo dice ella. Me prometió que si llegaba a la final del Navarra Arena iba a venir y allí estuvo. Mi amama de Bilbao también acudió cuando jugué contra Altuna III. No pienso mucho en ellas cuando estoy en el frontón jugando, pero sé que están ahí y eso siempre ayuda.

Se tocó el pecho en tres ocasiones al terminar el partido.

—Fue un gesto de agradecimiento a todos los que estaban en el Navarra Arena y nos apoyaron, tanto a Joseba Ezkurdia como a mí. Fue un día precioso. Aparte de que he ganado la txapela, siempre me gusta agradecer a la gente que está cerca, porque si no fuera por ella no estaría donde estoy.

El curso de colorado es bonito, porque es el campeón, pero también tiene una parte difícil: tendrá que dar ventajas, los focos estarán sobre usted, deberá gestionar el favoritismo y se le plantearán multitud de compromisos. ¿Le da cierto vértigo?

—No, la verdad es que no. Todos los pelotaris soñamos con ir vestidos de colorado durante todo el año. Me toca disfrutar y jugar muchos partidos en verano. Esto también da rodaje para los campeonatos oficiales que comienzan a partir de otoño. Quiero gozar de esta época, que será bonita.

Su forma de jugar y su carisma están atrayendo público al frontón. ¿Siente que la gente se está acercando al frontón por usted?

—Puede ser. He generado un poco de ilusión en personas que igual no seguían tanto la pelota. Puedo hablar de lo que noto a mi alrededor y soy consciente de que se ha creado esa ilusión. Muchos se acercan a las canchas para darme ánimos. Es de agradecer.

Con txapela o sin txapela se siente un tipo querido, ¿no?

—Soy así, tal y como se ve. Seguiré siempre igual.

Baiko volvió a ganar una txapela en Primera cinco años después el domingo. ¿Qué le comentaron desde la empresa?

—Me felicitaron. Para ellos supone también quitarse un peso de encima. La verdad es que estoy muy contento. Estamos haciendo un buen trabajo con la empresa.

¿Han hablado ya de alguna mejora de contrato? ¿Cómo están las negociaciones?

—Después de las vacaciones hablaremos tranquilamente.

El domingo ganó la txapela. El año pasado lo hizo Altuna III. ¿Cree que ustedes dos serán los campeones durante los próximos años?

—No lo sé. Jokin y yo hemos jugado muchos partidos en contra, muy peleados. Espero que durante muchos años estemos dando guerra los dos. Veremos qué sucede de aquí en adelante. He ganado esta txapela y quiero pelear por todas, pero es difícil vaticinar que vaya a volver a ganar otra. Lo que tengo claro es que yo voy a trabajar del mismo modo, tal y como he hecho hasta ahora, para seguir con buen nivel. Así quiero continuar.

¿Qué le pareció el Navarra Arena?

—Bueno. Hice dos entrenamientos antes del partido y ya comenté que era un frontón rápido, bueno y adecuado para mis características. Es una cancha muy agradecida para el manista que le suelta a la pelota. Me encantó. ¡Qué voy a decir si he salido campeón allí! En cualquier caso, es una cancha muy buena. El público respondió. Espero que se celebren más festivales allí.