- En la inmensa mayoría de los deportes presentes en los Juegos Olímpicos, ganar una medalla de oro en esta competición supone alcanzar la cima de esa disciplina, la mayor recompensa para un deportista. Ese es el caso del piragüismo en la modalidad de slalom y en la prueba individual de kayak (k-1). Para Maialen Chourraut, proclamarse ganadora en Río de Janeiro significó "la felicidad absoluta". Ahora, cinco años después, la última campeona olímpica regresa a unos Juegos tras haber alcanzado la gloria en Brasil.

La palista de Lasarte-Oria encara, a sus 38 años, su cuarta cita olímpica. En cada una de sus participaciones, Chourraut fue superándose hasta lograr su sueño. En su debut, en los Juegos de Pekín de 2008, la guipuzcoana se quedó sin opciones de pasar a la final tras saltarse una puerta del descenso, pero no pensó en arrojar la toalla. A los pocos minutos de su eliminación, la campeona olímpica ya pensaba en el futuro: "Ahora siento tristeza y decepción, pero pasaré este momento malo para seguir adelante". Y siguió adelante, y cuatro años después, en Londres, se hizo con la tercera plaza de la competición y ascendió por primera vez a un podio olímpico.

La medalla, sin embargo, no colmaba su ambición: "Cuando saqué el bronce en Londres llevaba mucha pena dentro, porque estuve muy cerca del oro. Iba muy bien preparada. Estaba siendo muy rápida, llevaba una temporada muy buena y sentí que se me escapaba el oro, más que había ganado el bronce. Y erre que erre, yo seguía soñando con el oro. Siempre soñamos con el oro". "En Río, en cada entrenamiento, siempre que pasaba la célula de la meta, soñaba con esa medalla de oro. Visualizaba que esos Juegos eran míos. Pero una cosa es prepararse para eso y otra cosa es lograrlo al fin", explicaba a ETB.

Este sueño se hizo realidad en la final. Chourraut supo reponerse a un mal inicio para conseguir después el mejor tiempo en el descenso definitivo. Con la medalla ya colgada de su cuello, y sintiendo una "felicidad absoluta", la lasarteoriatarra recordaba sus problemas al inicio de la competición: "Empecé la competición con dificultades, saltándome una puerta en la primera bajada de las clasificatorias. Pero teníamos nuestro plan, que era ir pasando rondas e ir a por la final. Y ha salido bien".

Más allá de lo deportivo, el oro supuso la superación de otro reto más personal para Chourraut. Fue "la prueba de que siendo mujer no tienes que dejar de lado el deporte por querer ser madre: se pueden compaginar ambas cosas".

Además de las dos medallas olímpicas, Chourraut también ha ganado un Campeonato de Europa, en 2015, y fue subcampeona mundial en 2009. Tras los Juegos de Río, la lasarteoriatarra aumentó su palmarés individual con un triunfo en la Copa del Mundo de Praga, en 2017. Además, ha seguido entrando con regularidad en las finales de los Campeonatos del Mundo y de Europa, aunque sin poder ascender al podio.

Hace un año, Chourraut dio un giro radical a su entrenamiento. Tras confirmarse el aplazamiento de los Juegos, decidió abandonar La Seu d'Urgell para regresar a tierras guipuzcoanas. Después de catorce años ejercitándose en el canal catalán, ha realizado el tramo final de su preparación en la bahía de La Concha, el Bidasoa y Pau.

La guipuzcoana ha viajado a Tokio "con muchas ganas de competir lo mejor posible y dar lo mejor" de sí, sin renunciar a nada porque "todo es posible" en la cita olímpica.

La competición de k-1 arrancará el domingo que viene, a las 6.47 horas de la madrugada en Gipuzkoa. El segundo descenso se disputará ese mismo día (8.45), y la semifinal y la final tendrán lugar el siguiente martes. Para Chourraut, será una nueva oportunidad de alcanzar "la felicidad absoluta".