n un verano sin carreras a la vista, un buen puñado de corredores de montaña de primer nivel se han lanzado a intentar completar retos en los Pirineos y Alpes. Casi todos sobre el terreno que mejor conocen, la montaña, aunque hay quien también se ha atrevido con el asfalto. Sea por los meses que han estado confinados (un tiempo ideal para plantearse proyectos) o porque no hay competiciones, el caso es que en las últimas semanas han proliferado los desafíos.

Uno de los primeros en abrir fuego fue Franco Collé, el italiano dos veces ganador de la célebre Tor des Geants (una prueba de 330 kilómetros en el valle de Aosta). Collé batió el récord de subida y bajada al Monte Rosa, uno de los cuatromiles más célebres de los Alpes. Hizo y deshizo el camino en 4 horas y 30 minutos, 14 minutos menos que la marca que estableció hace 23 años su compatriota Bruno Brunod, un pionero en este tipo de retos, que en su día hizo historia con ascensos relámpago a montes como el Cervino, Aconcagua o Kilimanjaro.

En el mismo macizo de los Alpes, pero esta vez sobre asfalto, otro corredor de montaña de prestigio, Davide Magnini, intentó en junio batir el récord de la subida al Paso del Stelvio, un puerto mítico del Giro. El atleta italiano (22 años), una de las mejores promesas, cubrió los 21 kilómetros de subida desde Bormio a la cima del Stelvio (2.757 metros de altura) en 1 hora, 32 minutos y 39 segundos, un registro solo 72 segundos peor que el que fijó su paisano Giuliano Battocletti en 2005.

También sobre asfalto, pero en este caso sin cuestas, realizó el portentoso Kilian Jornet una marca de consideración. El mejor corredor de montaña del mundo participó en el reto Marathon del NN Running Team, que consistía en que atletas de elite del mundo, en equipos de cuatro, corrieran por su cuenta 10,5 kilómetros. Jornet, que corrió en Noruega, donde reside, dobló la distancia hasta los 20 kilómetros, a un ritmo de 3:03 el kilómetro, lo que ha abierto las especulaciones sobre la marca que podría hacer en un maratón.

El desconfinamiento y la llegada del verano y el buen tiempo han contribuido también a que abunden las tentativas en los Pirineos. Aritz Egea completó el 24 de junio la conocida como Ruta de los Tres Refugios, que da la vuelta al Posets a través de los refugios Angel Orús, Viadós y Estós, en seis horas y 52 minutos. El de Urretxu superó de largo el anterior registro de Alberto Susín (8h 18m, en 2015), en esta travesía de 50 kilómetros y 3.500 de desnivel. El Pedraforca, el monte más emblemático de la provincia de Barcelona (2.506 metros), también ha sido testigo de un par de tentativas. Andreu Simón batió el récord de subida y bajada desde la ruta normal que parte del refugio Lluis Estasen, al completar el recorrido de apenas seis kilómetros en 1:00.27 (el anterior estaba en poder de Kiku Soler con 1:01). Pero pocos días después, el 26 de junio, Manuel Merillas, aseguró que realizó el trazado en 53 minutos y 12 segundos. El corredor leonés es el que más se está prodigando en retos, encadenando uno tras otro. Después de asegurar que superó el reto de subida y bajada al Txindoki desde Ordizia y antes de batir el de Pedraforca, Merillas también completó con éxito el ascenso más rápido que se conoce al Garmo Negro (3.064 metros) desde Panticosa. Según explicó en su perfil de Facebook, ascendió altresmil en 1:07:47, un tiempo que mejora el de Toño Algueta en 2017 (1:08:53). Son 4,4 kilómetros de cuestas y 1.420 metros de desnivel en una subida en la que el récord femenino está en posesión de la guipuzcoana Oihana Kortazar. Las mujeres no han intentando tanto retos o, al menos, no los han hecho públicos, si bien destaca la sobreactividad de Virginia Pérez. La aragonesa se ha propuesto coleccionar tres retos en los Pirineos. De momento, ya ha conseguido uno: la Bucardada o, lo que es lo mismo, enlazar tres kilómetros verticales que rodean Linás de Broto, en Ordesa, con salida y llegada en el albergue El Último Bucardo. Pérez intentará este mes su segundo reto también en otra pared, el Garmo Negro, y dejará para el final el más complicado: la subida y bajada al Monte Perdido desde la localidad de Torla, un reto en el que no hay un récord femenino establecido, según explica Ramón Ferrer, Monrasín, especialista en recabar datos de este tipo de desafíos. Entre los hombres, la mejor marca es de Aritz Egea, que completó la travesía de 43 kilómetros y unos 2.400 de desnivel en 4:24:31 (hizo cima en 2:36:14).

Cancelados también los ultratrails, hay corredores que no se resignan a dejar de quemar kilómetros por decenas. El catalán Eugeni Roselló se lleva la palma. Hace unos días encadenó dos travesías míticas del Pirineo catalán: Porta del Cel y Carros de Foc. Un total de 214 kilómetros y 14.000 metros de desnivel que realizó en 72 horas. Tofol Castanyer tiró de originalidad y, sin salir de su Mallorca natal, encadenó las 54 cimas de más de 1.000 metros de la sierra de Tramuntana. Una travesía de 111 kilómetros que acabó en 29 horas, 49 minutos y 43 segundos.

Otro consumado especialista en ultratrails, Xavier Thévenard, a principios de esta semana trató sin éxito de batir el récord de la travesía GR-20, que recorre la isla de Córcega de punta a punta. Recorrió los 180 kilómetros y 13.800 metros de desnivel en 32 horas y 32 minutos, a hora y media de la mejor marca de François D'Haene (31h06m en 2016). Ambos tienen en común que han ganado varias veces el Ultratrail del Montblanc, el más famoso del mundo, que ha sido anulado (se suele celebrar a finales de agosto) pero que el próximo mes tratará de completar en solitario el catalán Pau Capell, último ganador en las calles de Chamonix.

IDA Y VUELTA Al TEIDE DESDE LA PLAYA

Más habitual, aunque apto para muy pocos, es el conocido reto como a 0-4-0: subir el Teide (3.718 metros) desde el nivel del mar, desde la playa del Socorro de Tenerife, y vuelta. Un total de 53 kilómetros que el corredor local José David Lutzardo cubrió en 6 horas, 18 minutos y 52 segundos, estableciendo un nuevo récord.

Un poco más de kilometraje sumó otro corredor, en este caso en bici y corriendo. El pamplonés Borja Valdés invirtió 12 horas y 36 minutos en los 260 kilómetros y 3.804 metros de desnivel positivo de un reto singular: ir de Pamplona al refugio de Lizara (Huesca) en bici (125 kilómetros), subir el Bisaurin (2.670 metros de altitud), bajar y vuelta a Pamplona. Un "entrenamiento" que recuerda mucho a los que practicaba el fallecido Iñaki Otxoa de Olza, que solía desplazarse en bici a Pirineos para realizar una sesiones de entrenamiento bestiales.

A VUELTAS CON EL RÉCORD DEL TXINDOKI

¿Válido o no válido? Manuel Merillas aseguró el pasado 26 de junio que había batido el récord de subida y bajada en bici y corriendo al Txindoki (1:22:55) desde Ordizia que ostentaba Aritz Egea desde hace un año (1:25:09). La marca, sin embargo, se encuentra en entredicho. No solo porque no cubrió el mismo itinerario que Egea sino porque Emaneurre Taldea, organizador del desafío de julio de 2019, considera que para dar validez al registro debe haber unos jueces que lo avalen. Lo cierto es que Merillas aportó fotos y el registro de su Strava para dar fe de que había batido un récord que desde Emaneurre le han propuesto que intente de nuevo pero con luz y taquígrafos.