- Hernaniarra. 29 años. Y la portería como pasión. Hizo sus pinitos bajo palos. Hasta que, muy joven aún, apostó por tomar la senda de los entrenadores, especializado en la preparación de guardametas. Ejerció en Antiguoko, Vasconia y Ostadar. También en el Guijuelo, de Segunda B. Y durante las dos últimas temporadas había integrado el cuerpo técnico del equipo femenino del Eibar. El pasado verano, Asier Rey aceptó una propuesta para recalar en la primera división de Irán, en el Foolhad Khuzestan. La experiencia estaba resultando gratificante. Hasta que la crisis sanitaria empezó a envenenarlo todo. No en vano, las estadísticas internacionales sitúan al país asiático como uno de los más afectados por el coronavirus.

¿Dónde se encuentra?

-En Hernani. Todavía estoy en casa. Pero esta semana va a tocar regresar a Irán.

¿Empezamos por el principio?

-De acuerdo.

¿Cómo se le presentó la oportunidad de iniciar esta aventura?

-Yo ya había tomado la decisión de no continuar en el Eibar. Y me llamó un amigo, el navarro Josu Sesma, que trabaja en Irán como preparador físico. Durante diez años desempeñó esta labor en Osasuna. Conoció a Nekounam, el actual entrenador de nuestro equipo. Y así inició él su estancia allí. ¿Qué pasaba? Que vivir solo, tan lejos, se le hacía muy duro. Me propuso acompañarle esta temporada y yo acepté. Quería conocer el fútbol profesional. Y el de Irán lo es, por mucho que el nivel de los equipos pueda corresponderse con el de un Tercera de aquí.

¿Cómo les iban las cosas?

-Bien. Cuando se paró todo, habíamos enganchado una buena racha. Teníamos un partido menos jugado. Y nos tocaba enfrentarnos en el corto plazo a rivales asequibles. Contábamos con opciones de meternos entre los tres primeros. Pero, tras una jornada a puerta cerrada, la competición se paralizó por completo.

¿Cómo es Ahvaz, la ciudad en la que tiene sede el equipo?

-Hablamos de una ciudad grande y rica. Cuenta con un millón y pico de habitantes. Hay mucha industria del gas, del petróleo... Y la propiedad de nuestro club corresponde a una empresa del acero. Pero todo esto contrasta con el perfil de la población, gente bastante pobre en líneas generales.

¿Arrastra el Foolhad a mucha afición?

-No, por una cosa que te comentaba ahora. Los clubes aquí pertenecen a empresas. Y, claro, no cuentan con muchos seguidores. Tenemos un campo con capacidad para unas 35.000 personas y solo lo hemos llenado una vez, en el duelo de máxima rivalidad para el equipo. Por lo demás, la media de espectadores en nuestro estadio se sitúa en torno a los 4.000.

¿La liga se detuvo solo por el coronavirus?

-Por el coronavirus también. Quedaron partidos sin disputar. Y la reanudación del campeonato no tiene fecha fija aún. Pero también había un parón de tres semanas programado de antemano, al coincidir estas fechas con el año nuevo persa. Por eso estoy en Hernani.

¿No saben aún cuándo se retomará la competición?

-No. Quedan ocho jornadas por disputarse. A ver qué pasa. Hablan de finales de abril, pero creo que tendrán que retrasar la vuelta un poco más.

¿Cómo están las cosas en Irán respecto a la actual crisis sanitaria? A tenor de las noticias que llegan desde allí, se trataría de uno de los países más afectados.

-Diría que se encuentran más o menos como aquí. El régimen iraní amortigua mucho los datos. Se habla de pocos casos, pero nosotros creemos que los hay en mucha mayor medida. La gente sigue andando por la calle. Lo vi con mis propios ojos hasta hace apenas una semana.

Deduzco, por lo tanto, que no hay decretado ningún confinamiento.

-No como tal. Se han tomado medidas. Conozco a personas que, por propia consciencia, no salen de casa. Pero, como te decía, la gente anda por la calle. Y se ve muchísimo tráfico. Son 80 millones de habitantes y muchos tienen que sacarse las castañas del fuego fuera de casa.

¿Teme contagiarse?

-Contamos con un seguro médico tramitado por el club que todavía no hemos utilizado. Esperemos no tener que recurrir a él. Pero, por encima de todo, queda la incertidumbre de no saber qué te puede tocar si coges el coronavirus en Irán. Porque su sanidad no tiene nada que ver con la de aquí. Si te contagias levemente y pasas la enfermedad más o menos asintomático, no hay problema. Pero como te pille fuerte, a ver qué te encuentras. Ese es el miedo que tengo a la hora de volver. En cualquier caso, soy profesional de esto, me encanta lo que hago y voy a regresar porque debo ser consecuente con mi trabajo. Se trata de una obligación. El club puede agarrarse al contrato que tengo firmado. Y si me la quieren liar, me la lían.

¿Qué le dicen desde la entidad?

-Te voy a contar una cosa que sucedió el día en el que vine a casa. Fue surrealista. El secretario del presidente me envió un documento PDF, redactado en inglés, en el que especificaba que si no regresaba para el 29 de marzo, cuando estaba programado el reinicio de los entrenamientos, iba a sufrir una multa de 2.000 dólares por cada jornada de retraso. Me he informado al respecto y puede tratarse de una cláusula abusiva, pues no resulta proporcional a mi salario. Pero, bueno, esa es otra historia. El caso es que Josu y yo llamamos al míster, que no sabía nada. Y aquí estamos, esperando.

En casa.

-Eso es.

¿Pero no debían estar hoy (ayer para el lector) en Irán?

-Sí. Lo que pasa es que en el PDF también ponía que debíamos regresar para reanudar los entrenamientos. Y de momento la vuelta a la actividad se ha retrasado. La liga iraní no ha ordenado dejar de trabajar. Pero sí ha recomendado posponer más tiempo la reanudación de las sesiones. Nosotros estamos esperando a que el club nos tramite los vuelos para volver allí.

¿Y si no les tramitan nada?

-En teoría deben enviarnos los billetes. Si no lo hacen, de esta semana no pasa. Josu y yo nos organizaremos el viaje e iremos para allí por nuestra cuenta. El trayecto es poco menos que una odisea, pero queremos cumplir con el contrato y estar en Irán para que no haya ningún problema.

Explíqueme esa odisea.

-Me refiero más que nada a lo que supone hacer este viaje en la situación actual. Hay una escala hasta Teherán y otra en la propia capital. Los aviones van petados de gente. Lo estaban hace una semana. Y tienes que andar a vueltas con la mascarilla, con el gel... Luego, una vez en casa, todo es diferente.

¿Por qué?

-Porque vivimos lejos del centro, en las afueras y al lado de los campos de entrenamiento. Además, tenemos en nuestras casas una zona al aire libre en la que puedes pasar mejor el rato. Siempre y cuando no haga un calor excesivo, claro.

¿Cómo está de ánimos?

-Qué quieres que te diga. Por mí, como si firmamos ya el finiquito. Pero, bueno, mi contrato termina el 20 de mayo. Queda poquito, Así que esa es la parte positiva. Si hay que tirar hasta entonces, pues se tira.

¿Cuáles son sus planes en el medio plazo?

-La intención es cumplir con mi actual club, regresar a casa y buscar algo un poco más cerca. Soy plenamente consciente de que el mundo de la portería es difícil. Tienes que ir atado a un cuerpo técnico y moverte en función de a dónde vaya este. Pero yo siempre comparo la situación con un maratón. No hay que pensar en si quieres llegar a este sitio o al otro. Solo hay que centrarse en disfrutar de lo que a uno le gusta y seguir adelante. En el camino no se me van a caer los anillos por entrenar en ningún club. Ahora estoy en Irán, en un equipo de primera división. Pero si toca trabajar en el Hernani o en el Añorga, yo encantado.

“Tras dos años en el equipo femenino del Eibar, en verano se me presentó la oportunidad de trabajar en el fútbol profesional”

“La liga iraní tenía previsto un parón ahora, con motivo del año nuevo persa; por eso he podido regresar unos días a Hernani”

“La sanidad allí resulta peor que la nuestra. Ese es mi miedo. Pero ya me han advertido de que no regresar implica sanción”