- A la chita callando, en silencio, sin hacer casi ruido, Alex Aranburu (Ezkio, 1995) se ha colado por méritos propios en la jet set del ciclismo mundial. Ayer disputó su segunda Milán-San Remo. Y, como en el debut del año pasado, firmó una meritoria séptima plaza, que cobró aún más valor a toro pasado. Solo habían transcurrido un par de minutos desde que el belga Jasper Stuyven (Trek) levantara los brazos en la mítica Vía Roma sorprendiendo a los favoritos. Y la realización televisiva ofreció la clasificación definitiva de la Clasicissima, una tabla en la que el algodón no engañaba. Tras el propio Stuyven cruzaron la meta, por este orden, Caleb Ewan, Wout Van Aert, Peter Sagan, Mathieu Van der Poel y Michael Matthews. Palabras mayores. Inmediatamente después lo hizo un chaval formado en el Goierriko que pasó a profesionales de la mano del Murias, creció en el Caja Rural y se pelea ahora con los mejores vestido de azul Astana.

No defraudó el primer monumento de la temporada, vibrante como siempre cuando el Poggio apareció en el horizonte. Pero sí sorprendió su desenlace, por cuanto el duelo a tres bandas previsto entre Van der Poel, Van Aert y Alaphilippe quedó únicamente en un ataque del galo al que respondieron belga y (con más dificultades) neerlandés. Por espacio de apenas segundos, a cinco kilómetros de la llegada, el guion preestablecido apuntó a cumplirse. Pero enseguida terminó frustrándose, desde el momento en que comenzaron a conectar con el trío ciclistas que habían perdido unos escasos metros. Ahí aparecieron los Schachmann, Caleb Ewan y compañía para formar un grupo cabecero de unas doce unidades desde el que atacó el triunfador Stuyven justo al concluir el descenso.

Atrás comenzaron a repartirse miradas y desconfianza a partes iguales. Todos dejaban la tostada al imponente Van Aert, reciente ganador de un sprint masivo en la Tirreno-Adriático, por delante incluso de un Caleb Ewan que ayer remoloneaba. De repente el danés Kragh Andersen (DSM) lanzó una contra y, calentón mediante, pudo atrapar a Stuyven. Pero acabó pagando semejante generosidad cuando, a 300 metros de la meta, hubo que levantar el culo del sillín y poner a bailar la bicicleta. Venía lanzado Van der Poel. Tocaba apretar. Y el propio Stuyven lo hizo con margen suficiente para lograr la victoria más importante de su carrera. Al bueno de Mathieu, superado por Ewan, por Van Aert e incluso por un renacido Sagan, se le hizo larga la volata.

¿Y Alex? Aranburu había coronado el Poggio algo cortado, con apenas cinco segundos de desventaja respecto a la cabeza. Pero un par de parones por parte de los capos en la bajada le bastaron para conectar junto a Sonny Colbrelli. Siete meses después de aquella extraña edición veraniega en la que conoció la Clasicissima, volvió a esprintar por un puesto de honor y fue otra vez séptimo, plaza que cabe unir a la sexta del Omloop Het Nieuwsblaad o a la quinta de aquel aristocrático final en alto de la Tirreno-Adriático, hace diez días. Solo tiene 25 años. Mucho margen de mejora. Y una carrera casi entera por delante para darnos alegrías de las gordas.

Al ezkiotarra le representa Giuseppe Acquadro, uno de los agentes más influyentes del mundillo ciclista, si no el que más. Cuando Alex dejó el Caja Rural para fichar por Astana, Acquadro le aconsejó que firmara por espacio de una sola temporada, porque confiaba en él y contaba con que su progresión le serviría para conseguir una mejora de contrato de cara al presente 2021. Aranburu, sin embargo, dio prioridad a la tranquilidad que implica para un ciclista atar su futuro a dos años vista. Y se comprometió hasta este próximo diciembre. Ahora, mientras se acerca la hora de negociar de nuevo, en la carretera hace méritos para que su próximo acuerdo laboral resulte mucho más jugoso.

7. Alex Aranburu (Astana)m.t.

45. Gorka Izagirre (Astana) a 29”

Aranburu. En declaraciones ofrecidas al servicio de prensa de su equipo, Aranburu realizó un balance positivo de la carrera. “Ha sido una edición muy rápida. He iniciado la subida al Poggio algo retrasado, así que he tenido que ir ganando posiciones sobre la marcha. Al final he coronado con unos cuatro o cinco segundos de desventaja respecto a la cabeza, pero he podido conectar en el descenso. Después, en el sprint, he hecho lo que he podido. Ha sido un final un poco extraño, pero esto es lo que hay. Creo que he corrido bien, el equipo me ha arropado y, viendo los nombres de los ciclistas que han andado alrededor, la séptima plaza es para estar satisfecho”.