l mundo de la bicicleta tampoco se ha librado de los efectos del coronavirus. De hecho, ha sido uno de los más afectados: con el cierre de los bares y los cierres perimetrales, a todo el mundo le ha dado por andar en bici, los fabricantes y vendedores no dan abasto, los ciclistas llegaron hasta los caseríos más recónditos en las semanas en las que no pudieron salir de sus pueblos...

Paco Prieto, gerente de Oiartzun Bike, comenta que tras el confinamiento de primavera la gente se echó a la calle a andar en bicicleta. “Han cambiado algunos hábitos y todos quieren andar en bici, pero los fabricantes están parados porque no les llega el material. Estamos sufriendo muchos problemas de abastecimiento. Hay un problema logístico, pues no hay contenedores en Asia, están en Europa y no los quieren llevar allí. Se están triplicando los precios de los contenedores y eso encarece el precio del producto. Si a eso le sumas que algunos productos son baratos y no les sale a cuenta traerlos...”.

Lo que podía ser un año magnífico para las tiendas de bicicletas, no lo va a ser tanto. “El año sería mejor si no hubiera problemas de abastecimiento, pero no va a ser malo. De hecho, ha dado oxígeno a algunas tiendas que estaban para cerrar. Pero ya no quedan bicis y empieza a haber listas de espera de seis, ocho, diez... meses. El verano que viene, probablemente, las pasaremos canutas”.

Es duro ver que las bicicletas y los componentes no llegan, tanto para los vendedores como para los clientes. “El cliente pregunta por su bicicleta, nosotros le contestamos que todavía no ha llegado o aún no la hemos podido arreglar porque no ha llegado la pieza... Para hacer lo que antes hacíamos en una hora, ahora necesitamos cinco. El que vive al día lo va a pasar muy mal y los que estamos acostumbrados a trabajar con stock, vamos a sufrir menos”.

Tiene claro por qué se ha producido semejante boom por la bicicleta. “Si cierras los bares y prohíbes las fiestas y los botellones... La chavalería se ha echado a andar en bicicleta. Los que el año pasado estaban de juerga, este año están andando en bici. No se quedan en casa. Ahora mismo en el monte se ve gente en bicicleta, corriendo, con críos... El monte, ahora mismo, parece una procesión. Pero eso está bien. Disfrutamos más del monte de lo que lo hacíamos hace un año. Muchos de los que este año han descubierto la bicicleta, no la dejarán cuando se abran definitivamente los bares y haya fiestas”.

Debido al desabastecimiento, muchos han estado dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir material. “El ciclista nuevo ha hecho lo que sea para conseguir un rodillo o una bicicleta. El que tenía 300 para gastar, si no había de 300, compraba la de 500. El de 1.000, la de 1.500. El ciclista de toda la vida no se ha creído lo que estaba pasando. Ha esperado a las ofertas de final de temporada y este año no hay tantas ofertas, porque no quedan tantas bicicletas. El ciclista habitual, al que le servíamos en unos pocos días, no se cree que tenga que esperar seis meses para conseguir su nueva bicicleta. Se fabrica menos y hay más gente que quiere bicicletas. Nosotros estamos teniendo suerte porque compramos con mucha antelación, pero también tenemos un porcentaje de clientes a los que no conseguimos complacer con rapidez”.

Los talleres, al haber más gente que anda en bicicleta, no dan abasto. “Nuestro taller está a tope, en estas fechas los mecánicos suelen estar más tranquilos. Pero este año la gente no ha dejado de andar en bici con la llegada del invierno”.

Comenta que ha sido un año agobiante para el ciclista de toda la vida. “Se ha tropezado con más gente que nunca en la carretera y en el monte. Al nuevo le parece normal salir a la carretera o ir al monte y encontrarse con un montón de gente, como cuando va a la playa, pero al de toda la vida no”. Más gente andando en bicicleta, igual a más accidentes. “Entre que la gente salió del confinamiento con ganas de andar en bici y que muchos eran primerizos, se han roto muchas bicicletas. A los veteranos se les había olvidado cómo se trazan las curvas y a los primerizos les falta la habilidad que se va cogiendo con los años”.

Marcelo Favre, de la tienda Zatika de Zumarraga, coincide en gran medida con la lectura de Prieto. “El año ha sido raro para todos. En las grupetas hay gente que trabaja en distintos sectores y el coronavirus ha afectado a casi todos. A nosotros, en cambio, no: estuvimos dos meses sin facturar y parecía que iba a ser muy difícil darle la vuelta, pero después hemos tenido una avalancha de trabajo. En Zatika fuimos previsores y arriesgamos. Teníamos bastantes bicicletas y recambios y nos han venido bien”.

Como ciclista, también le ha afectado el coronavirus: durante dos meses no pudo salir a la carretera, después solo podía andar en Urretxu, apenas ha habido marchas cicloturistas... “Pensábamos que necesitábamos tener un objetivo claro para andar en bici: hacer marchas, estar en forma... Pero no es así. Nos hemos dado cuenta de que la bicicleta en sí es una necesidad. Cuando más problemas tenemos, mejor nos viene. Nos ayuda a despejarnos”.

Además, es una actividad segura. “El ciclismo ha salido fortalecido y otros deportes, en cambio, se han visto afectados: los que se practican en sitios cerrados y en grupo. Además, el ciclismo no es peligroso para los que nunca han hecho deporte. Correr, en cambio, puede provocarles lesiones. Este año nos enfrentamos a clientes inexpertos, a los que tenemos que explicar lo qué es una bici y el desgaste que tiene”.

Los ciclistas, además de tener problemas para conseguir bicis o recambios, han tenido que echar mano de la imaginación para no repetir rutas una y otra vez. “Ha habido gente que se ha agobiado, porque está acostumbrada a hacer vueltas circulares de 150 kilómetros, pero hay que ser optimista y buscar nuevas opciones. Como en Urretxu hay pocos kilómetros de carretera, empecé a meterme en las pistas de los caseríos. Tenemos muchos senderos para andar con la bicicleta de montaña y muchas pistas de hormigón. Este año el planteamiento no podía ser marcar buenos tiempos, sino simplemente disfrutar. Con la bicicleta de carretera, he ido a todos los caseríos. Conozco ya a todos los baserritarras y hasta los nombres de sus perros. Había gente que llevaba años sin subir al barrio Agiña y este año lo ha hecho. Yo voy muchas veces a Izazpi por su dureza y por la belleza del paisaje. Además, me sirve de test para saber cómo estoy”.

Como para gustos están los colores y también las carreteras y pistas, ha habido quien ha preferido repetir recorrido una y otra vez, antes que meterse en pistas de hormigón en las que puede uno encontrarse con rampas del 20% y un perro ladrador e incluso mordedor al final del trayecto. Es el caso de Antonio Santiago, vizcaino de Galdakao que reside en Zumarraga desde hace 12 años. “Cuando no se podía salir del pueblo, iba de una punta a la otra una y otra vez hasta completar 50-60 kilómetros. Cuando dejaron ir a los pueblos colindantes, iba hasta Udana y Brinkola, en Legazpi, hasta completar unos 80 kilómetros”.

Tantas veces fue de casa a Udana, que la aplicación Strava le otorgó el título Local Legend. “Sabía que iban a dar ese título y me llevé una sorpresa cuando el primer día en el que lo dieron, el 15 de julio, me lo dieron por ser la persona que más veces había ido de Urretxu a Udana los últimos 90 días. ¡Y mira que anda gente en ese tramo!”.

El tema le ha servido para vacilar a los amigos y compañeros de trabajo (trabaja en la empresa Indar de Beasain). “Mucha gente enganchada al Strava no ha conseguido ningún título y yo lo he conseguido varias veces andando menos que ellos y siendo de Bizkaia”.

Pues eso, que en 2020 se ha acentuado la locura por la bicicleta. Una locura saludable y ecológica.

El cierre de la hostelería y la falta de actividad social ha provocado que se dispare la afición por la bicicleta y los fabricantes no dan abasto

Ante los cierres perimetrales, unos han optado por aprovechar hasta las pistas de hormigón y otros han repetido ruta una y otra vez