- Supongo que ya estará metida de lleno en los entrenamientos en carretera, ¿no?

-Sí, sí. Ha sido un alivio. Todo cambia pudiendo salir de casa. Los últimos días sobre el rodillo se me hicieron duros. Y eso que me sorprendí a mí misma con lo bien que, en líneas generales, llevé las semanas de confinamiento. Fíjate, lo de entrenar en estático es algo que nunca me ha gustado. Y además me trae muy malos recuerdos, porque después del accidente de 2018, todavía con problemas de equilibrio, tuve que hacerlo durante un período más o menos largo. Aún así, en esta ocasión he cumplido con todos los entrenamientos. Solo recuerdo un día de mucha pereza.

Llegó todo a la vez, hace dos semanas. El permiso para ejercitarse fuera y el nuevo calendario.

-En el ciclismo, como en todos los deportes, estamos acostumbradas a trabajar con la mirada puesta en unos objetivos. Y cuesta mucho salir a entrenar sin metas en perspectiva. Yo lo he visto estas semanas, incluso en compañeras de otros países que sí podían ejercitarse en la carretera y comentaban que la situación se les estaba haciendo dura. Si no sabes cuándo vas a competir, o si directamente no sabes si lo vas a hacer este año, es complicado mantener la motivación. Por eso resulta positivo que al menos exista un calendario.

La nueva agenda ha supuesto cambios respecto a la anterior. ¿Afectan a su programa?

-Siempre corro el Trofeo Binda, una clásica italiana que este año se ha suspendido. Y tampoco se disputará el OVO Energy Tour, una prueba británica por etapas en la que iba a competir porque la conocí en 2019 y me encantó. A partir de ahí, se han salvado el resto de carreras que tenía en el calendario, con el Giro de Italia y las carreras de las Ardenas como principales objetivos.

Se avecina una temporada extraña.

-Si finalmente se puede competir, va a ser un año peculiar, porque está todo concentrado en apenas tres meses, y la preparación no debe buscar un pico de forma muy concreto, sino mantener una condición más o menos estable durante todo el período de competición.

¿Cómo cree que va a a perjudicar al pelotón femenino la crisis económica que se avecina?

-Si te soy sincera, no sé demasiado al respecto. Pero sí he tenido noticia de que, al parecer, hay varios escuadras potentes que también tienen estructura masculina y que sí se van a ver perjudicadas. Soy consciente de que el ciclismo es un vehículo de marketing para las marcas que patrocinan equipos. Y, en tiempos de dificultades, el propio marketing suele suponer una de las primeras áreas en las que se recorta. Imagino que todos los conjuntos saldremos perjudicados, de una u otra manera. Le va a suceder al ciclismo en general. Aunque quizás las chicas tengamos, en este sentido, un punto a favor.

¿Cuál?

-El gasto anual en un equipo femenino resulta muy inferior al de un equipo masculino. El dinero que implica patrocinar a una escuadra de chicas posiblemente no suponga tanto para las empresas. Los sueldos no tienen nada que ver. Y, en cuanto a número de personas, en nuestras estructuras trabajamos entre 15 y 20, mientras que en las de los chicos lo hacen 50.

Esta sería una lectura positiva de la situación. ¿La negativa puede residir en que la crisis llega en pleno auge del ciclismo femenino?

-Sí, eso también es verdad. En la prensa y en la tele cada vez se habla más de nosotras. El calendario no para de crecer. Y, de repente, es como si todo este proceso se cortara de golpe. Me da mucha pena, porque el ciclismo es mi vida, mi pasión, y veo ahora que puede interrumpirse esa progresión que vivíamos.

Pandemia al margen, parece que el calendario, como comenta, "no para de crecer".

-Eso es. Van saliendo nuevas carreras. La Madrid Challenge, al final de la Vuelta a España de chicos, se ha convertido en una prueba con tres etapas. Se habla de un Tour de Francia ya el año que viene. Y para esta temporada hay programada una París-Roubaix en su primera edición femenina. Se trata de una prueba mítica, históricamente muy seguida en el calendario masculino y que para nosotras significa ahora una súper oportunidad.

¿Se ve dando botes sobre el adoquín de Arenberg?

-No, no (risas). Eso lo voy a dejar para otras. Soy una ciclista muy ligera, no llego a los 50 kilos, y ya en el adoquín bueno de Flandes me cuesta avanzar respecto a otras corredoras. Como para meterme en el de Roubaix...

"La temporada va a ser peculiar, concentrada en tres meses; más que picos de forma, habrá que buscar una condición más sostenida"

"También tengo la esperanza de que el ciclismo femenino, al implicar un gasto menor para los espónsors, no salga muy perjudicado"