Lara Arruabarrena (Tolosa, 1992) colgó la raqueta en agosto, aunque su último partido profesional databa de enero, en Melbourne. Decidió dejar el tenis, un deporte en el que llegó a figurar como la 52ª mejor del mundo en 2017 y en el que ganó dos torneos de nivel WTA, además de otros trece de categoría inferior, amén de 18 títulos de dobles (ocho de ellos de nivel WTA). Lo hizo un tanto agotada “física y mentalmente”. Confesó que había dejado de disfrutar sobre la pista, condición indispensable para el sacrificio que supone entrenar, viajar y encajar malas rachas en un deporte tremendamente exigente. Pero la guipuzcoana no ha tardado en encontrar un nuevo reto: el pádel, deporte del que es aficionada desde hace años y al que ahora se quiere dedicar de forma profesional.

“Intentarlo en otro deporte no era algo en lo que pensaba, porque suponía empezar de cero, que es algo que conozco y sé lo que conlleva. Pero iba jugando partidos con amigos y entrenando, vi que me divertía mucho y decidí que quería probar”, cuenta vía telefónica la tolosarra, que reside en Barcelona y que dio unas cuantas vueltas a ese paso que iba a dar: “Quería estar convencida. Empecé a entrenar en serio cuando lo tuve claro, hace cinco meses o así. Cuando voy a entrenar me lo paso súper bien, parece que tengo 15 años, como cuando empecé con el tenis en serio. Me lo tomo como un reto, tengo ganas”.

Arruabarrena ya se ha estrenado en el circuito profesional, denominado World Padel Tour. Lo ha hecho en los torneos de Menorca y México. En ambos ha caído eliminada en la fase pre-previa haciendo pareja con la catalana Mireia Herrada, que figura en el puesto 80 del circuito. Las derrotas no han hecho mella en su ánimo, porque asume que al principio será así. “Las sensaciones fueron buenas. No me sentí fuera de lugar. Al nivel que competí me vi bien, podría haber ido y ver una diferencia muy grande respecto a las rivales. Acabo de empezar, llevo muy poco tiempo jugando y me queda mucho, pero no me vi mal”, cuenta la guipuzcoana, que fue “bien recibida” por las competidoras: “A algunas las conocía y tenía relación con ellas, y las que no conocía también me han recibido bien”.

Tras estas dos citas con Herrada, tiene intención de probar otras parejas en los pocos torneos que quedan ya este año: “El tema es que no conozco a muchas jugadoras, y algunas ya están arriba en la clasificación. Me tengo que dar a conocer. Mireia es una de las jugadoras con las que entreno y quiso apostar un poco por mí, porque cuando no conoces a nadie no es fácil buscar una compañera”. Esta semana que viene, por ejemplo, probará con la andaluza Ana Fernández de Ossó, 59ª del ránking, en la previa del challenger de Torrent.

Arruabarrena quiere jugar “todo lo que pueda” en esta recta final de 2022: “Quiero competir. No tengo puntos y tengo que intentar conseguir alguno. Voy a competir en el World Padel Tour y también algunos campeonatos locales en Catalunya. Necesito jugar partidos y coger ritmo, ver el nivel que hay. Luego tocará hacer pretemporada y pensar ya en el año que viene. Todo es nuevo para mí”, dice, y aclara que aún no tiene “pareja decidida”de cara a 2023.

“Intentarlo en otro deporte no era algo en lo que pensaba, porque suponía empezar de cero, que es algo que conozco y sé lo que conlleva"

Lara Arruabarrena - Jugadora de pádel

El ejemplo de Marta Marrero

Lara Arruabarrena no es la primera extenista que da el salto al pádel. Tiene varios ejemplos en los que fijarse, sobre todo el de Marta Marrero, que en su momento fue top 50 en el tenis y que ha llegado a la cima del pádel, ocupando el número uno del ránking mundial en dos etapas diferentes (actualmente es octava). La tolosarra tiene relación con ella. “La primera persona a la que llamé fue a Marta, le pregunté y hablé con ella. Empezó a dedicarse al pádel a una edad muy parecida a la mía. Me comentó cosas, me guió un poco y me ayudó… Ella me inspira porque empezó en el pádel desde el tenis y ha conseguido cosas impresionantes. Es una inspiración”.

Llegar del mundo del tenis podría darle ventajas. No en vano, son dos deportes en los que se maneja una raqueta. Pero las diferencias son abundantes, y más cuando se aspira a jugar en el circuito profesional. “Bueno, la primera diferencia obvia son las paredes, que hay que acostumbrarse al papel que juegan. Estoy en ello. Y los golpes son distintos, hay que adaptarse, los efectos son diferentes, la empuñadura... las voleas es lo que más se puede parecer entre el tenis y el pádel, pero todo lo demás es distinto”. El hecho de jugar con pareja, en lugar de hacerlo de forma individual, también cambia el escenario, pero es algo que Arruabarrena valora como positivo: “El tenis es muy solitario, vas por los torneos a veces con entrenador, pero en el fondo estás tú. Aquí tienes una compañera, entrenas con más gente. Es un poco diferente en ese sentido”.

Un adiós al tenis “meditado”

A la guipuzcoana no le importa echar la vista atrás para rememorar este 2022 en el que ha dicho adiós al tenis, un deporte al que se había dedicado al 100% desde 2007. Tras caer eliminada en la previa del Abierto de Australia, en enero, llegó un periodo para la reflexión, que culminó con el adiós al tenis en un comunicado hecho público en agosto, aunque lo tenía decidido de antes.

“Cuando tomé la decisión estaba muy pensada, ya no tenía dudas. No me quería retirar y quedarme con la sensación de que igual podía seguir. Cuando lo hice oficial, ya había hablado con los amigos y la familia, y estaba segura y tranquila”. Pese a que los últimos años no fueron todo lo buenos que le hubiera gustado, se queda con que ha tenido “una carrera buena”: “Me ha exigido mucho, no lo quiero vivir más desde dentro, son muchos viajes, muchas semanas fuera de casa sin saber cuándo vas a volver... ahora lo veré como aficionada”. Sus cinco sentidos están en el pádel: “Entreno una hora al día de físico y otras tres en pista. Tengo que entrenar duro porque a día de hoy soy peor que las demás. Estoy ilusionada”.