El último dorsal que se prensó sobre la espalda de Tadej Pogacar está fechado el 20 de abril, cuando se disputó la Flecha Valona. Del Muro de Huy es el rastro más reciente del esloveno. Desde entonces, la gran supernova del ciclismo, campeón de dos Tours, favorito máximo a reeditar el laurel en la carrera francesa, no ha competido.

Pogacar se concentró en Livigno, Italia, donde probó su estado de forma y se oxigenó para encarar el reto de la conquista de su tercer Tour consecutivo. Antes de asomarse a Copenhague para adentrarse en el hexágono del julio francés, Pogacar examinará su impacto en el Tour de Eslovenia. Desde la familiaridad de su hogar, retorna el esloveno a las carreras. Sentía Pogacar la nostalgia que barniza la adrenalina de la competición, una sensación única. Adiós tristeza.

Después de vencer el UAE Tour, la Strade Bianche y la Tirreno-Adriático y de ofrecer un magno espectáculo en el Tour de Flandes en su contacto con los adoquines, Pogacar baja de las montañas de Livigno, una localidad engastada en el corazón italiano de los Alpes, conocida como El pequeño Tibet, para encontrarse con las cumbres en el Tour de Eslovenia, que se disputa entre este miércoles y el domingo, que le servirán de trampolín camino del Tour.

"ANSIOSO Y EMOCIONADO"

“Ha pasado un tiempo desde la última vez que me puse un dorsal, así que estoy ansioso y emocionado de volver a hacerlo. He estado entrenando en altura en Livigno y el ambiente ha sido genial en el equipo”, expuso Pogacar. La jornada del sábado, con final en Velika Planina, una puerto de primera, se presenta como la jornada que deberá decidir la carrera si es que para entonces hay algo que aclarar en la jerarquía de la prueba.

No es descartable que Pogacar, un astro sin parangón, resuelva la prueba desde la jornada inaugural, donde pespuntan las primeras montañas, su territorio fetiche. Los dientes de sierra perfilan la carrera. Pogacar testará lo afilado de su colmillo y su voracidad después de una concentración que ha subrayado su capacidad de respuesta. “Me he sentido bastante bien en los entrenamientos, pero siempre es difícil saber exactamente cómo vas hasta que estás en la carrera", estableció el esloveno.

MÁXIMO FAVORITO

Nada hace presagiar que Pogacar no rinda a su nivel, menos si cabe cuando conoce al milímetro las entrañas de la carrera. La cuarta jornada atravesará su pueblo natal, Komenda. Cualquier actuación que no merodease el triunfo final sería una sorpresa conociendo el nivel y la capacidad de persuasión e intimidación de Pogacar, un competidor extraordinario bajo cualquier prisma.

"Obviamente, conozco bastante bien las carreteras y las subidas y espero ver a amigos y familiares que estarán animando la carrera. El recorrido es duro y habrá rivales fuertes, pero espero que podamos lograr buenos resultados”, cerró Pogacar, dispuesto a quitarse la nostalgia de encima.