- Los aros olímpicos tienen otro color ahora, desde la óptica de Ane Santesteban (Errenteria, 1990). En Río 2016 solo desprendían cansancio y presión. Los de Tokio, en cambio, dibujan en su mente forma e ilusión. Justo lo que se necesita para afrontar semejante cita. La ciclista guipuzcoana ha estrenado equipo esta temporada, el Bike Exchange, y durante su presentación con la escuadra australiana relataba en febrero, sin tapujos, su experiencia brasileña de ahora hace cinco años. "En cuanto terminó la carrera me pasé 30 minutos llorando. Era demasiada presión. Demasiados ojos puestos en mí".

Ahí quedó la cosa, hasta que un mes después, el pasado marzo, explicó aquellos sentimientos en las páginas de este periódico. ¿Se iba a tomar su experiencia en Tokio con otra filosofía? "No hace falta, porque la situación actual no tiene nada que ver con la de Río 2016. Si ahora la selección española ya tiene dos plazas preasignadas, entonces no contaba con ninguna. Así que el billete lo conseguí a través del ranking individual UCI. Mis opciones pasaron por competir un montón desde enero y conseguir puntos. Así que a eso me dediqué durante toda la temporada. Corrí en Argentina, en la República Checa, en Finlandia... Lo corrí todo. Mi situación económica y profesional era muy diferente".

Ane se lo dejó todo en su camino hacia Brasil. De estar en Río dependía su continuidad en el pelotón. Como suena. "Hace cinco años, si no conseguía el billete para los Juegos y no lograba las becas correspondientes, tenía que dejar el ciclismo. Así de claro. Ahora, en cambio, estoy en otra etapa de mi vida". Porque Santesteban ha podido conocer ya, afortunadamente, lo que es el profesionalismo de verdad. Y, como consecuencia de ello, ha podido también afrontar el curso olímpico como merece la ocasión, guardando balas y no gastándolas como en 2016. "Llegué vacía a la carrera. Lo di todo en ella. Pero no resultó suficiente para ser competitiva". Justo antes de derramar aquellas lágrimas, Ane cruzó la meta brasileña en la 47ª plaza, a once minutos de la vencedora, la neerlandesa Anna Van der Breggen.

¿Y ahora cómo llega Ane a los Juegos? Un simple repaso a los resultados cosechados esta temporada denota cuál ha sido la planificación del presente curso. La errenteriarra comenzó poco a poco, construyendo una forma óptima para el mes de mayo, para las pruebas de casa. Se mostró competitiva en Navarra, en Eibar, en Durango y en Burgos, dejándose ver siempre en los puestos cabeceros. Y protagonizó después un breve parón de cara ya al pico de rendimiento que pretende sacar a relucir en Japón.

Regresó a la competición en junio, con una buena medalla de plata en el Estatal, solo superada por su compañera olímpica Mavi García. Y ha terminado recientemente un Giro atípico para ella. No por malo sino por diferente. Acostumbrada a pelear por una buena plaza en la general de la vuelta por etapas más importante en el calendario femenino, Santesteban ha corrido esta vez con un ojo puesto en la capital nipona. Sus sensaciones en carrera han sido crecientes, "de menos a más", lo que sin duda le sitúa en buena tesitura para encarar el duro circuito de Tokio. En esto también son buenas las perspectivas, ya que la teoría apunta a que las opciones de la guipuzcoana aumentan conforme crece la exigencia de los trazados.

¿Opciones de qué? De ser competitiva, de rendir a su nivel y de completar una buena actuación, circunstancias que deberían situar a Ane cerca, si no dentro, del top 10 final. A partir de ahí entran en juego ya situaciones de carrera que no pueden vaticinarse a priori, pero que resultan complicadas de domar en una disciplina como el ciclismo femenino, donde las diferencias entre la súper élite y el resto están muy marcadas.

Ane sacrificó todo su curso 2016 para estar en Brasil. "Llegué vacía a los Juegos. Lo di todo en carrera, pero no era suficiente"

"Si me quedaba sin aquella beca, tenía que dejar el ciclismo. Ahora todo es distinto, y he podido prepararme de otra forma"