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Un cuento de auténticos 'niños'

Un cuento de auténticos 'niños'

l ciclismo era un deporte de cocción lenta. De dejar madurar a los jóvenes corredores al baño María, sin prisa. Pero con un punto de sal. De hecho, sus leyes no escritas, esas que se sustentan en la tradición y la solera, aseguraban que eran necesarios años y años para que los novatos del pelotón se acostumbraran a la dureza de las grandes vueltas. Para que sus tiernos cuerpos se hicieran al sufrimiento de las pruebas de tres semanas. Pero entonces llegó la nueva generación y destrozó todo lo establecido. Liderados por un Tadej Pogacar que celebra hoy su cumpleaños (22) vestido de amarillo, los nuevos niños del pelotón utilizaron este Tour para romper las antiguas normas y fomentar un cambio de orden. Porque esta edición de la Grande Boucle mostró el ciclismo del futuro, pero sobre todo evidenció que el presente ya es territorio imberbe. El reino de Pogacar, Wout van Aert, Marc Hirschi, Remco Evenepoel -que se está recuperando de su brutal accidente-, Enric Mas e incluso de un Egan Bernal que promete dar guerra en cuanto se recupere de lo del Grand Colombier. De una pájara que, esta sí, fue de otra época.

Ya avisó Mikel Landa que los pipiolos llegaban fuerte. "Tenemos que aprovechar antes de que cojan experiencia porque en los próximos años va a ser imposible ganar algo", indicó sin saber que esta nueva generación no sabe de tiempos. Desconoce lo que es la aclimatación. Porque la cuadrilla de Pogacar no solo fue la gracia y el salero de este Tour, sino la revolución del ciclismo y las nuevas estrellas del pelotón. De hecho, el esloveno consiguió el amarillo innovando este deporte, desechando el carácter de equipo que tanta importancia adquirió en las últimas temporadas. Pogacar demostró una madurez impropia de su edad mientras se enfrentaba a la dura intemperie de los Pirineos y los Alpes sin compañeros.

Con todo, Pogacar no fue el único insolente que desafió con éxito la tradición. Wout van Aert también formó parte de ese equipo de pioneros que se atrevieron a hacer lo que nadie antes. Vestido con el maillot del Jumbo, se convirtió en un gregario de lujo para Roglic.

Sin embargo, si alguien se ganó el cariño de los seguidores, ese fue Marc Hirschi (22). Elegido como el ciclista más combativo, el suizo levantó del sillón a los televidentes con dos ataques impropios de un corredor de su edad que, sin embargo, carecieron de premio. Con todo, el ciclismo premió su osadía con el triunfo de etapa en Sarran. El mallorquín Enric Mas (25), quinto en la general, se destapó como el segundo mejor joven de una carrera en la que se echó de menos a Egan Bernal (23). A pesar de ello, el pasado ganador del Tour sigue siendo uno de los capitanes de esta revolución.