irun - El Leka Enea es como un oasis en mitad del desierto. Cuando cualquier deporte que no sea fútbol tiene dificultades para encontrar instalaciones adecuadas en las que llevar a cabo su actividad o para reclutar a niños y niñas ante la enorme demanda deportiva y de ocio que ofrece el territorio, el club irundarra se ha hecho un importante hueco en el tenis de mesa, convirtiéndose en una referencia no solo a nivel guipuzcoano o vasco, sino incluso estatal. Un centro de tecnificación con alrededor de 130 jugadores, equipos en todas las categorías tanto nacionales como autonómicas y los dos conjuntos de referencia disputando competiciones europeas son los éxitos de este club nacido en 1978 y que ha ido dando “pequeños pasos”, tal y como explica a este periódico María Rubio, entrenadora y encargada de marketing y prensa.

“El Leka Enea empezó como un grupo de amigos y lleva más de 30 años compitiendo. Desde entonces ha ido dando muchos pequeños pasos”. Algunos fueron decisivos en el devenir del club, como el ascenso a la máxima categoría por equipos en categoría masculina en 2003 y en femenina seis años después. O la primera participación en competición europea en 2005. “Ese fue un punto de inflexión y desde entonces son ya trece años seguidos jugando en Europa”, explica María Rubio. En el caso de las mujeres, no se apean de Europa desde 2010. “Se dice fácil, pero es exigente en las dos categorías porque la liga española es muy fuerte y te obliga a quedar entre los seis primeros”.

Esta progresión recibió un espaldarazo definitivo en 2013, cuando se inauguró el Centro de Tecnificación Sonia Etxezarreta, de 1.400 metros cuadrados, con mucho espacio para mesas de entrenamiento, además de gimnasio, sala de vídeos... “Durante muchos años no tuvimos una ubicación fija, pero desde hace cuatro años estamos en este centro, que ha ayudado mucho”, reconoce Rubio: “No hay muchos centros así en España que estén dedicados al tenis de mesa: el de la Blume en Madrid, uno en Barcelona, otro en Granada que fue pionero... y poco más”.

130 alumnos Cada día pasan por el Centro de Tecnificación alrededor de 130 alumnos, “el 70% menores de edad”. El Leka Enea ha cogido un arraigo importante, sobre todo en la zona del Bidasoa. “Durante años hemos ido a los colegios, entrando en el deporte escolar. Igual monitores nuestros iban dos horas a la semana a un colegio a enseñar a los chavales. Las dos últimas temporadas estamos notando un cambio porque la gente está viniendo aquí. Que tengamos un edificio así hace mucho y el boca a boca es importante”, dice.

Formar a los más pequeños y competir en la elite es compatible para el Leka Enea. De hecho, dos de los monitores de los niños y niñas son dos jugadores de los equipos de Superdivisión, Ioana Tecla y Endika Díez. Además otros dos, Jaime Vidal y Djorde Borcic, ayudan en los entrenamientos. “Con los chavales hacemos mesa, pero también físico, coordinación y disciplina”, explica María Rubio. “Hasta hace poco no teníamos instalaciones para hacerlo, pero ahora sí. Hacemos hincapié en el tema físico, es clave. Las chavalas de 15 o 16 años no tienen nada que ver con nosotras hace quince años, el nivel ha subido mucho”.

Este trabajo permite al Leka Enea tener equipos “en todas las categorías”, tanto en las estatales -Superdivisión, División de Honor, 1ª Nacional y 2ª Nacional- como en las autonómicas -División de Honor, Primera y Segunda, que son mixtas-, además de la escuela donde entrenan niños desde siete años. “El objetivo es mantener a todos los equipos en sus categorías y que los de Superdivisión se clasifiquen de nuevo para Europa”.

La cantera da satisfacciones: “Ahí somos uno de los clubes más potentes de España junto con el Borges catalán y alguno más. Nuestra referencia en el conjunto masculino, por ejemplo, es Endika Díez, que es de casa”.

la elite: liga y europa Para volver a competir el año que viene en Europa, ambos conjuntos tendrán que repetir entre los seis primeros de la liga. En chicos, el Leka Enea es ahora precisamente sexto -de un total de doce equipos- mientras que las chicas son séptimas -de doce-.

“El más fuerte es el equipo de Córdoba (Cajasur Priego). Para mí tiene los tres jugadores más completos de la liga. Creo que va a ganar y el resto vamos a pelear por estar arriba. El objetivo es volver a quedar entre los seis primeros”, comenta Jaime Vidal, integrante del equipo masculino de Superdivisión junto a Endika Díez, Djorde Borcic y Hampus Söderlund.

La preparación que llevan a cabo los jugadores de máximo nivel es mayor de lo que cabe suponer para un neófito en el tenis de mesa. Vidal explica cuál es su rutina diaria: “Por las mañanas entrenamos entre dos horas y media y tres horas. Hacemos mesa y una preparación física orientada a nuestro deporte. No se trata de meterse en el gimnasio a levantar peso o correr 40 kilómetros. Por la tarde entrenamos otra hora y media, además de ver vídeos, que es también importante para conocer al rival. Es como un trabajo. Tengo 27 años y empecé con diez. Desde que acabé el colegio entreno así”.

Esta preparación la compagina con la hora y media que suele pasar al día ayudando en los entrenamientos de los niños. “Hasta el año pasado llevaba un grupo de elite y lo compaginaba con mi entrenamiento, pero era demasiado, así que lo hablé con el club y ahora estoy más con la escuela, así los fines de semana los dedico por completo a mis partidos”.

Ioana Tecla, rumana, lleva cuatro años en Irun, donde forma el equipo femenino de Superdivisión junto a Jin Zhang y Belén Calvo, además de llevar la preparación de los nuevos federados del Leka Enea. “Antes de Irun estuve en Valladolid dos años. Vine para jugar esta liga, que es de las más potentes de Europa junto con Francia, Polonia, Alemania... Aquí juego y entreno, compagino las dos labores. Sé que quiero dedicarme a entrenar, pero mientras pueda ayudar al equipo seguiré jugando”.

Además de la preparación física y la cantidad de horas de entrenamiento que hacen falta para competir en la elite, Ioana Tecla destaca la cuestión mental: “Mucho es psicológico. Los buenos son los que tienen la cabeza más fuerte, es lo que hace la diferencia. Es un deporte muy intenso, muy rápido, en el que se te pueden ir cinco o seis puntos en un momento si te desconcentras”.

El reto de la rumana y sus compañeras es subir puestos en la clasificación: “Queremos estar entre los seis primeros y volver a jugar en Europa”. Una participación continental que este curso ha terminado en la segunda ronda: “Creo que lo hemos hecho bastante bien, pero a ver si el año que viene podemos pasar una ronda más y meternos en la tercera, como han hecho los chicos”.