donostia - El noveno puesto conseguido en el reciente Campeonato del Mundo mixto confirmó la increíble progresión que está experimentando el Txuri-Berri, club cada vez más instalado entre los mejores del mundo en curling pese a que las dificultades que tienen que superar habrían hecho tirar la toalla a cualquiera. No a ellos. Porque a los guipuzcoanos Oihane y Leire Otaegi -son hermanas- y Mikel Unanue, protagonistas de ese éxito junto al vizcaino Sergio Vez, nadie les gana a cabezonería. Ni a ilusión. Los obstáculos les motivan. Incluso los que a priori podrían parecer insalvables, como no tener una instalación para entrenar. Algo básico en cualquier deporte y que ellos no tienen. No pueden entrenar en el Palacio de Hielo ya que, por la práctica del hockey, la calidad del hielo no es la adecuada para el curling. Lo más cercano es Jaca, aunque tampoco ahí se dan las condiciones idóneas.

“Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña”, dice una conocida expresión para referirse a que, si las cosas no se dan como uno piensa, solo cabe esforzarse más para conseguir el objetivo. Por ello, hace unos años los miembros del Txuri-Berri tomaron una decisión: viajar para entrenar. El vuelo Burdeos-Zurich se lo conocen de memoria. “Suiza es nuestra segunda casa”, dice Mikel Unanue. Y es que es en ese país donde se desarrollan la mayoría de competiciones internacionales en las que están inmersos y también donde suelen acudir a entrenar: “Un equipo de curling de máximo nivel entrena dos horas al día en hielo. Para igualar eso nos pegamos las palizas de viajar, entrenar seis horas el sábado, otras tantas el domingo y volver. Eso es lo que hacemos entre septiembre y abril para intentar estar al nivel de los demás”. “Entrenar aquí es como practicar fútbol en la playa y luego jugar en Anoeta”, añade Leire Otaegi a modo de ejemplo en el Palacio de Hielo, donde acuden a sacarse las fotos que ilustran este reportaje.

el europeo, próximo reto Lo cierto es que entre septiembre y abril la agenda del Txuri-Berri es de lo más apretada. Entrenamientos, competiciones tanto estatales como internacionales en modalidad femenina, masculina o mixta... Sus días de vacaciones están dedicados al curling. Por no hablar de que en ocasiones tienen que pedir excedencias en sus respectivos trabajos para poder acudir a algún evento importante. Como el Campeonato de Europa que afrontan a partir del 17 de noviembre. Díez días en Suiza en los que tanto el equipo femenino del Txuri-Berri -formado por las hermanas Otaegi, Asun Manterola, Estrella Labrador y la pucelana Patricia Ruiz- como el masculino -compuesto por Mikel Unanue, el vizcaino Sergio Vez, el madrileño Antonio de Mollinedo y el leonés Eduardo de Paz- buscarán consolidarse en el Grupo B después de lograr el año pasado el ascenso desde el Grupo C. “El club que gana el Campeonato de España va en bloque al Europeo o al Mundial”, explica Oihane Otaegi.

Pese a que es en la modalidad mixta en la que mejor resultado han conseguido, las modalidades “estrella” son las absolutas, es decir, masculinas o femeninas. “Es donde más esfuerzo estamos invirtiendo”, reconoce Mikel Unanue. “El objetivo realista que tenemos es intentar estar entre los cuatro o cinco primeros del Grupo B y el sueño, subir al A, donde están las diez mejores selecciones y donde hace años parecía imposible estar”. Las chicas, por su parte, quieren “mantenerse” en el Grupo B, comenta Leire Otaegi: “El año pasado subimos, pero nos damos cuenta de que cada vez hay más nivel porque nos enfrentamos a países que están creciendo porque tienen instalaciones”.

viajes en avión... y coche “Los demás países se quedan asombrados de dónde estamos con los problemas que tenemos. En el Europeo que vamos a ir, todas o casi todas las selecciones tienen su pista o pistas particulares donde practicar curling. Pero todo esto, en lugar de desmotivarnos, lo dirigimos de una forma más positiva. Nos motiva para competir y nos esforzamos más”, explica Unanue. Y es que las ganas pueden con todo. Perder un avión no les hace echar abajo sus planes. “Ya nos ha pasado varias veces cancelarse el vuelo y pensar: hay dos opciones, volver a casa o coger un coche de alquiler para ir a Suiza. Escogemos la segunda opción, claro. Viajamos toda la noche, llegamos el sábado por la mañana y nos vamos directos a entrenar. Y también nos ha pasado al revés. Perder un vuelo de vuelta, tener que volver en coche de madrugada y el lunes ir a trabajar”, cuentan.

“La gente nos dice: Vaya viajes os pegáis. Suiza, Escocia... pero no tenemos tiempo libre. Es madrugar, viajar, entrenar, comer, descansar y volver a entrenar. A veces tienes un rato para dar una vuelta, pero poco más”, comentan. Las palizas que se pegan son importantes. Este fin de semana, por ejemplo, el equipo masculino participa en una competición en la localidad suiza de Biel y el próximo jueves tienen que volver al país helvético. “Lo ideal sería quedarnos en Suiza, que es lo que hacen los equipos fuertes. Otros, como nosotros, volvemos aquí, trabajamos lunes, martes y miércoles, y el jueves volvemos. Claro, llegamos hechos polvo y en el primer partido nos ganan”, cuenta Unanue.

Ni de lejos podía esperar ninguno de ellos este nivel de dedicación cuando comenzaron a practicar el curling. Oihane y Leire, de casualidad, al encontrar hace ya trece años unas piedras de curling en el Palacio de Hielo. No sabían ni para qué servían, pero empezaron a practicar y les gustó. Algo parecido a lo que le sucedió a Mikel Unanue, pareja de Oihane. “Ella jugaba a curling”, cuenta, “viajaba mucho y yo me quedaba solo, así que empecé a jugar con ella. Al principio no le veía la gracia, pero con el tiempo ves que mejoras, vas a competiciones de nivel... me fue gustando y acabé totalmente enganchado a este deporte”.

la ayuda institucional De los inicios al futuro, del que esperan seguir progresando y codeándose con la elite. Unanue y sus compañeros en el equipo masculino del Txuri tienen un sueño lejano: disputar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. “Ahora mismo no es realista ir, pero si logramos subir al Grupo A en Europa, trabajamos duro y las instituciones se toman en serio el curling, tenemos una opción”.

Y ahí entra uno de los factores más importantes de la ecuación: la escasa, al menos hasta ahora, ayuda que reciben por parte de las instituciones. “El deporte minoritario no se cuida. Se piensan que el curling somos cuatro colegas que quedamos después del trabajo y no se conoce ni la realidad ni nuestro nivel. Hay una gran ignorancia deportiva sobre el curling”, explican. Y dan ejemplos: “En Donostia Kirola no constaba ni como deporte colectivo, con lo que en su momento nos quedamos sin esa ayuda. Y en la Diputación nos decían que un deporte colectivo tiene que tener una liga regular. Pero es que en nuestro deporte no se pueden poner partidos todos los fines de semana porque habría que cerrar toda la instalación. La liga se disputa dos fines de semana intensivos con doce equipos y de ahí se pasa a una fase final”, explican. Una situación que esperan que mejore próximamente: “Cafés Aitona, Gorena o Estébanez nos han ayudado desde el inicio. Además, las Federaciones Guipuzcoana y Vasca también nos apoyan y los chicos tienen una ayuda del Gobierno Vasco porque están participando en una Liga Mundial. Gracias a esta línea de ayuda hemos crecido mucho. Además, esperamos entrar en Kirolgi y las mujeres tenemos una ayuda exclusiva. Estamos consiguiendo poner cada vez menos dinero de nuestro bolsillo”.

Asumida la imposibilidad de contar con una instalación propia para el curling, son conscientes de que solo una mayor aportación institucional les serviría para seguir progresando. “Al principio parecíamos como el equipo jamaicano de bobsleigh, pero en los viajes mucha gente nos ha ayudado. En algunos sitios nos daban las llaves de la instalación para entrenar. Pedimos excedencias, viajamos para entrenar y hemos dado un paso importante, pero queremos seguir mejorando. Otros clubes tienen instalaciones y un entrenador. Habría que entrenar de doce a catorce horas a la semana y cada fin de semana o cada dos competir contra los mejores. Estamos hablando de elite. Nos gustaría estar entre los diez o doce mejores de Europa y luego dar el salto al top mundial”. Y nadie puede descartar que lo consigan. La fe mueve montañas...