elizondo - El considerado como el mejor aizkolari de la historia, Ramón Latasa Elizondo, no logró cortar el imposible tronco de la última apuesta de su vida y falleció en la Residencia de Ancianos y Jubilados de Elizondo-Baztan el 25 de febrero de 1991, hace un cuarto de siglo.
El rey de la aizkora, que protagonizó las más grandes gestas de la especialidad, con marcas no superadas todavía, llenó los bolsillos y enriqueció a muchos que se decían mentores y amigos, murió solo y abandonado después de una vida marcada por la miseria y la gloria, un drama penoso y novelesco.
Aquella mañana, las monjas que cuidaban de la entonces Casa de Misericordia de Baztan, preocupadas al observar que no se levantaba para el desayuno, acudieron a su habitación y lo encontraron muerto. Muy mermado por la enfermedad que padecía, había sufrido un infarto mientras dormía, quizás soñando con una de sus victorias resonantes, ajustándose las txapelak que ganó o tras abatir el gigantesco eucalipto en una de las gestas más sonadas de la historia del aizkolarismo.
Ramón Latasa, el aizkolari del jersey, prenda con la que sale retratado en decenas de fotos y que solo él sabría por qué llevaba hasta el instante mismo de empezar sus actuaciones, nació en el caserío Aguria de la localidad navarra de Sunbilla, el 23 de mayo de 1930, hijo de Eugenia y Juan Lorenzo, familia pobre de solemnidad, el más joven de cinco hijos. Curiosamente sobre la misma tierra que acoge a todos, cuando su madre trabajaba en el campo y con los dolores del parto no tuvo tiempo de llegar a casa.
Vivió, sufrió más bien, en su niñez y adolescencia, entre hambre y miserias, caminaba descalzo y a los nueve años, para recibir su primera comunión acudió a la iglesia con la ropa normal que andaba por casa. El párroco, al verle, dicen que le mantuvo toda la ceremonia separado de niños y niñas en un rincón de la iglesia.
fulgor y ruina En 1958, el aizkolari insuperable era Juan José Narbaiza Luxia, un azkoitiarra sin rivales que ganaba todas las apuestas. En julio, concertó una que todavía trasciende con Ramón Latasa, un joven con fama de numerosos desafíos de pequeña monta pero ganador en todos.
La plaza de toros de El Chofre, en Donostia, fue el escenario, el 26 de abril de 1959, se enfrentaron con la mayor entrada jamás conocida, 17.890 personas y mucha gente en la calle. Y eso que una entrada valía 225 pesetas. En el desafío del siglo se cruzaron 500.000 pesetas “de aquellas” por cada lado, lo nunca visto. Latasa se impuso casi por cinco minutos de ventaja y dejó a todos boquiabiertos. Ese mismo año cortó un eucalipto de cinco metros y 15 centímetros en tres horas y 17 minutos. Hasta hoy nadie lo ha conseguido y su gesta queda en la historia del aizkolarismo.
De la nada llegó al todo, pero, víctima de engaños y mil miserias, murió hoy hace 25 años como había nacido, en soledad y olvidado. En Sunbilla siguen recordándole y el infatigable Antton Espelosin, autor de su biografía Ramon Latasa, Basoko aizkolaria, ha organizado un homenaje mañana. Va por el más grande.
Frente a Eusebio Alberdi. El 13 de mayo de 1956, Latasa disputó en Tolosa su primer desafío de entidad, frente al azkoitiarra Eusebio Alberdi, sobre doce kanaerdikos. Ese mismo año se tomó la revancha ante Agustín Goñi, que le había vencido en 1954. Ya en 1957, ganó también a Ramón Yurrebaso sobre 16 piezas de 54 pulgadas en Tolosa. En 1959 llegaría su gran apuesta ante Luxia.
Frente a Patxi Astibia. Latasa se enfrentó en varios desafíos a otro de los grandes aizkolaris navarros, Patxi Astibia, tanto en solitario como por parejas. En 1965, el de Sunbilla perdió en Donostia ante la pareja compuesta por Astibia y el beizamarra José María Galparsoro -Arbeldi-, pese a partir como favorito. Los componentes del dueto se alternaron cortando cuatro troncos de 54 pulgadas y cuatro de 80, mientras que Latasa hizo el mismo trabajo en solitario. Su duelo más recordado fue en 1968. El aizkolari de Leitza, de 24 años, derrotó a Latasa, de 38, en la plaza de toros de Tolosa. Astibia se llevó las 100.00 pesetas en juego tras cortar cuatro troncos de 108 pulgadas en 61 minutos y nueve segundos, por los 63:13 de Latasa.
Frente a Arria II. 1970. Latasa llevó los seis troncos de 54 pulgadas y los cuatro de 45, y estableció el orden del corte. El navarro se impuso en la Plaza de la Trinidad donostiarra con un tiempo de 20:50, por los 21:18 del azpeitiarra, que se tomó la revancha en 1973 con mucha facilidad. Arria II y Latasa también formaron dueto en varios desafíos, y se enfrentaron por parejas en varias ocasiones.
Frente a Polipaso. El guipuzcoano Miguel Irazusta -Polipaso- fue un rival habitual para Latasa. En 1961, ambos iban a enfrentarse en una apuesta que no cuajó por las quejas sobre el material de la cuadrilla del navarro. Los dos aizkolaris cortaron los seis kanaerdikos y los 16 troncos de 16 pulgadas sin dinero en juego, con victoria de Polipaso y retirada de Latasa. En 1964, el guipuzcoano derrotó al navarro, recién salido de una larga lesión en un duelo sobre veinte kanaerdikos. En 1965 volvieron a medirse con triunfo de Latasa, como en 1970. En este último duelo, el navarro concedió al guipuzcoano minuto y medio de ventaja. Latasa cortó seis piezas de 54 pulgadas y seis de 60 un tronco antes que su rival.
Frente a Etxeberria y Mitxelena. En 1967, y tras perder frente a la pareja compuesta el 2 de abril por Francisco Etxeberria y por Lorenzo Mitxelena, Latasa se tomó la revancha 34 en Irun el día 30 en un trabajo sobre cuatro kanas (troncos de 108 pulgadas). El de Sunbilla también se midió a otras parejas en solitario, como Garciarena y Alberdi.