La elección de material suele marcar un antes y un después. Es cuando los pelotaris se cuadran en postas para aguardar el preparados, listos, ¡ya!, que rompe aguas en la liturgia con los cueros y da a luz cuando lanzan los jueces la chapa a dos colores. Pues bien, a Urrutikoetxea, que esta final le cayó del cielo por la lesión de Oinatz Bengoetxea al romperse el dedo índice de su mano izquierda, no parecen afectarle aún las mariposas del estómago. “Por ahora estoy llevando bien la semana, aunque todo el mundo diga que es complicada. Cada uno es diferente, unos notarán más que otros. Está siendo como otra cualquiera”, dice el zaratamoztarra. Él, por ahora, está tranquilo, aunque se enfrente a su primer encuentro de tamaña trascendencia. “A medida que se vaya acercando el partido supongo que me empezarán a entrar los nervios. Estoy bastante tranquilo”, certifica el vizcaino, que apostilla que “fuera del frontón estoy tratando de desconectar. En la semifinal me presioné bastante, porque era una oportunidad muy bonita. En vez de disfrutar, sufrí mucho contra Oinatz. Ojalá el domingo no pase. No he trabajado en ello, pero trataré de no dar muchas vueltas al choque”.

Aspira el joven a alzarse con un triunfo en la modalidad reina para Bizkaia después de más de treinta años de sequía. Ganó Iñaki Gorostiza la última en el 77 ante Roberto García Ariño en una oportunidad que no se podía escapar del Adarraga de Logroño. Dos contrarios del mismo barrio que cimentaron la última celebración del Manomanista para los pelotazales vizcainos. Lo intentó hasta el 82 el ya exintendente de Asegarce, pero en cinco finales nunca pudo alcanzar el primer puesto del podio final. “Sería bonito para los vizcainos y para mí ganar una txapela del Manomanista en el frontón Bizkaia, pero no me presiono de más por ello. Intento no hacerlo”, concreta Urrutikoetxea, quien agrega que “por ahora es solo un sueño y trabajamos en ello. Para la pelota y la afición sería muy bueno”. Son algunos de los intangibles de una contienda a la que la espera y la sustitución del finalista han golpeado en el ambiente. Desde las empresas aún cuentan que quedan alrededor de quinientas localidades para colgar el cartel de no hay entradas y lo que más daño ha hecho han sido los bailes de fechas y no de contendientes.

También reconoce Aimar Olaizola que le digan favorito, pero “aunque me digan misa, yo sé lo que hay”. Y es que, el goizuetarra declara que “llevo quince años saliendo de favorito. Es algo a lo que te ayuda la experiencia en este tipo de partidos. La verdad es que yo no creo que sea favorito ni que esté por encima de Urrutikoetxea. Ya me han dejado fuera manistas que no iban con esa etiqueta. Nunca vienes confiado y con el que tengo enfrente, menos”. Para empezar, el dinero saldrá por él, con una tendencia clara: 100 a 40, que comenta el corredor José Luis Arrarte que “faltan bajistas para este tipo de apuestas”. Así, la tendencia será clara: a colorado. No en vano, Aimar acumula, con esta, nueve finales de la especialidad y tiene cuatro txapelas, en contra de la bisoñez de su adversario en estas lides, que no tiene ni finales ni títulos, solo uno de Segunda del Cuatro y Medio, conseguido cuando acababa de debutar ante Jokin Argote y que fue el pistoletazo de salida a su constante evolución en profesionales.

“Aunque digan que soy favorito, los dos tenemos lo mismo para perder y para ganar. Es la primera final que juega en su vida, en Bizkaia la gente está esperando la txapela, juega en casa... Son muchos factores. Él no va a estar tranquilo. Son partidos especiales y siempre estás nervioso”, manifiesta el navarro, que especifica que “son días en los que cuesta dormir, no suelo dormir mucho y él tendrá la misma presión”. Recuerda el de Goizueta que “en la primera final nunca estás tranquilo. Es el encuentro más importante para ti. Toda la vida sueñas con esto. No suele ser fácil para jugar. En las primeras finales, y todavía me pasa, no consigues descansar. A él le pasará lo mismo. No dormirá diez horas. Noto ya el cosquilleo. El cuerpo aunque quiera desconectar no puede”. Son los rigores de las finales que se acumulan en el retrovisor de un delantero que oposita a legendario por su trayectoria.

Como siempre, en el Manomanista la principal clave reside en el primer servicio. El saque es la llave a las fallas. Abre brechas con el contrario y estimula el colmillo de los adversarios, quizás el arma más precisa de un Olaizola II letal en las distancias cortas. Ayer, estuvo ejercitándose en estas lides y probando el saque al ancho a la vista de su adversario. “Aimar es muy completo y lo hace todo bien. Todas las facetas del juego las maneja a la perfección. Tengo que hacer todo bien si quiero ganar”, analiza el vizcaino, quien asume que todavía no ha tratado de hincar el diente al decisivo envite. “No he pensado en nada para el partido. Josetxu Areitio, Pablo Berasaluze y yo le daremos una vuelta. Me darán consejos, pero cuando sales a la cancha es muy difícil. El contrario te tiene que dejar hacer”, afirma Mikel, que además es consciente de que “Olaizola físicamente es un portento. Lo ha demostrado. Irá a meter velocidad, todos los grandes intentan lo mismo. Será con bastante ritmo”. Pero la llave “puede estar en el resto y el saque, como siempre”, aunque el navarro “en cada momento hace cosas diferentes”.

A pesar de que la lesión de Oinatz haya atenazado los tiempos de preparación de Urrutikoetxea, él anuncia que “llega bien”. “Es cierto que dejamos un poco, pero me avisaron con tiempo de que existía la posibilidad de jugar. Estos días hemos entrenado mano a mano y me he sentido bastante bien”, revela el vizcaino, que mandó un mensaje a Oinatz Bengoetxea, que le contestó. “No me gustaría estar en su posición”, añade Mikel.

Así las cosas, si se toma como referencia la semifinal de los dos capos: Irujo y Aimar, la realidad es clara: la pelota no botó ni una vez tras el saque. El ritmo es una forma de vida. De todos modos, para Olaizola II su contrincante es “un rival muy duro, de los que mejor juega a bote. En los entrenamientos siempre andamos a muerte”. “Para mí, lo más importante ha sido prepararme de cabeza. He hecho un entrenamiento a la semana, porque me notaba un poquito más cansado. Intentaba llegar fresco”, desvela el de Goizueta y define que “suele haber pelotaris que, aunque el pelotari sea peor o mejor, te pillan mal. Siempre juega mucho contra mí y siempre digo que va a ganar alguna txapela”.

Respecto al material propuesto por Asegarce, no hubo pegas por parte de ninguno de los dos finalistas. “Son pelotas que entran bien en la mano. Son cuatro pelotas bonitas. Cuesta elegir porque es un partido trascendente. Las diez se parecían bastante. Cuando son parecidas, para un partido importante, requiere su tiempo”, remacha Urrutikoetxea. Las suyas tienen un peso de 105,2 y 104,7 gramos; mientras que las de Olaizola II llegarán a los 105,4 y 105,2. “Había cuatro pelotas que me gustaban y había que coger dos. Son cueros que me gustan. Son parecidos. Los de él son más lentos y con más bote. Los míos más rápidos”, concluye.