donostia - “Han pasado la friolera de 46 años desde que el Ereintza de Rentería y los del bar Betelu de la avenida de Baztán del donostiarra barrio de Egia disputasen el título de campeones de Gipuzkoa de fútbol playero”. Así comenzaba la carta que Ángel Mari Vicuña publicaba en NOTICIAS DE GIPUZKOA el pasado mes de agosto. Con la excusa de conmemorar “aquel humilde acontecimiento deportivo de 1967-1968”, este exfutbolista del equipo del desaparecido bar Betelu quiso reencontrarse con sus antiguos compañeros y escribió al periódico para darles a conocer su proyecto. La idea tuvo una gran acogida y ayer, en el bar Ezcurra de Donostia, los veteranos campeones se reunieron en torno a una comida para volver a verse y revivir los éxitos del pasado. Alfredo Cadarso, otro de los integrantes del conjunto donostiarra, recuerda las gestas de aquel grupo de amigos y rememora cómo era entonces un tipo de fútbol ya extinguido.

En Zarautz y Hondarribia

Cadarso, defensa del equipo campeón, relata que aquel título de la temporada 1967-68 “no era un campeonato de Gipuzkoa exactamente. Nosotros acudíamos al torneo playero de Fuenterrabía, que albergaba a los equipos de San Sebastián, Rentería o Irun. Después de la liga, algo se removió y hubo una copa entre los equipos buenos de Fuenterrabía y los del torneo playero de Zarautz, que incluía también Getaria, Zumaia, etcétera. De nosotros, el que menos tenía ya 18 o 19 años, y para equipos seniors no se conocía más fútbol playero que el de Zarautz y el Fuenterrabía. Hubo unas eliminatorias y nos tocó jugar contra un equipo de Rentería y otro de Fuenterrabía, y llegamos a la final. El último partido fue en La Concha, y lo ganamos. Fue contra el Ereintza de Rentería, y ganamos 1-0 con gol de Jesús Mari Muñoz, más conocido como El Nene”. El equipo del bar Betelu estuvo compuesto aquel día por Américo; Cadarso, Sabino, Potoco, Arsenio; Chacha Alejos; Rafael Erenchun y Nene Muñoz; Paco Rincón, Luis Carlos y Ángel Mari Vicuña. El técnico era José Luis San Emeterio, al que apodaban Balmanya, en alusión al que fuera seleccionador de España entre 1966 y 1968.

En aquellos campeonatos “había un popurrí de todo”, y podían participar tanto equipos de clubes como de empresas o sociedades. “Un grupo de amigos podía participar tranquilamente. Por ejemplo, de San Sebastián estábamos nosotros como bar Betelu. De Rentería estaba el Niessen, el Ereintza... De Fuenterrabía había una asociación de pescadores, que era el Club Deportivo Arrantzale, o el bar Maite. En Fuenterrabía habría unos 14 o 16 equipos. Jugábamos a fútbol once, en campo grande”.

Cadarso explica que la plantilla, “en origen” estaba formada por “amigos de la cuadrilla. En aquella época no había otra cosa más que fútbol. También jugaban amigos o conocidos nuestros, como Rafael Erenchun, el tío de Mikel, el músico, o compañeros de trabajo”.

El impulsor del equipo y su presidente fue “el dueño del bar, que era el difunto Juanito Tolosa. Era un tío cojonudo, él fue el que movió toda esta historia. Fundó el equipo de su bar, hizo un campeonato de mus al que venía gente de toda San Sebastián y fundó las fiestas de San Miguel de la parte alta de Egia. Era un hombre muy inquieto”.

Con el paso del tiempo, la plantilla fue sufriendo cambios: “Más o menos, empezamos todos ese año, en el 68. En 1970 se fundó el Roteta y unos cuantos nos fuimos a jugar allá. Cuando nos cansamos volvimos casi todos al Betelu, porque el entrenador era de la cuadrilla y queríamos estar con él. Estaríamos hasta 1978, más o menos, y luego lo dejamos”.

Finales y desafíos

Pese a ser un equipo modesto, Cadarso recuerda que tenía “una afición incondicional. Para ir a Fuenterrabía alquilábamos un autobús de 60 plazas. Éramos 14 jugadores y el resto eran vecinos del barrio, que nos seguían a todos los lados”.

La final de La Concha reunió a muchos aficionados y curiosos: “Igual no eran miles de personas, pero sí que vinieron cuadrillas enteras de Rentería, gente del barrio de Egia... Era impresionante. Luego lo celebramos por todo lo alto en los bajos del Kursaal viejo, en el baile. Lo pasamos muy bien”.

El antiguo lateral recuerda que el bar Betelu llegó a “tres o cuatro finales. Unos años más tarde, la Federación Guipuzcoana montó el Torneo Vasco-Navarro, de este estilo, en el que participaban el Gure Txokoa y el Beti Gazte. La filosofía era la misma. Creo que llegamos a dos finales del Vasco-Navarro. Una la perdimos contra el bar La Bella Easo, donde jugaba Emilio, el padre de Iván Campo. Creo que fue en 1976. Los dos equipos teníamos mucha rivalidad. Todos los años había un equipo muy bueno, pero el Betelu era siempre el rival a batir. Al año siguiente, volvimos a jugar la final contra el Niessen de Rentería (0-0). Empatamos a cero y ganamos a penaltis. Lo celebramos a lo grande en el bar de la Real, con una comida por todo lo alto”.

Los días de gloria no se reducían a las finales: “También hacíamos desafíos. Igual nos llamaba alguien que vivía en Egia pero que era navarro. Un año, por ejemplo, nos invitaron a las fiestas de Milagro a jugar contra el equipo del pueblo. Ganamos con la zurda. Y fuimos muy bien recibidos. Hubo mucha gente, un ambientazo. Nos dieron de comer estupendamente”.

“Nos ha devuelto a los años jóvenes”

El exfutbolista se ve “con bastante asiduidad” con muchos de sus antiguos compañeros, pero hacía tiempo que había perdido el contacto con otros: “La carta de Vicuña nos ha despertado, nos ha devuelto a los años jóvenes”. Antes de la comida, Cadarso, reconocía que el reencuentro con las viejas amistades iba a ser “emocionante. Vamos a ver a gente que no hemos visto desde hace 40 años. La pena es que hay gente que se ha ido a vivir a Galicia, que está en Asturias o que no puede venir. Algunos, por desgracia, han fallecido. Vamos a tratar de fijar como fecha el último miércoles del mes de noviembre para hacer una comida todos los años”, y reavivar así las viejas amistades y los antiguos recuerdos.