El peor partido en el peor momento
El Gipuzkoa Basket se queda sin Copa después de naufragar frente al Estudiantes, sobre todo en un primer tiempo saldado con un 39-19 en contra imposible de remontar después
Donostia. El sueño de la Copa del Rey se desvaneció en el Palacio de los Deportes de Madrid. El Gipuzkoa Basket, ese equipo competitivo, serio y fiable como pocos durante tres meses y medio, mostró justo ayer su peor versión para caer con claridad en su visita al Estudiantes (72-61) y dejar escapar la que hubiera sido la segunda clasificación de su historia. Después de estar de forma ininterrumpida entre los ocho primeros desde la novena jornada, el tropiezo en cancha colegial dejó al conjunto de Sito en novena posición, a las puertas de la Copa. No figurar entre los ocho elegidos que lucharán por el título en Málaga no es un fracaso, ni una decepción, pero sí una desilusión. A tres jornadas del final de la primera vuelta, valía una victoria para alcanzar la meta, pero tres derrotas consecutivas han hecho que el GBC se haya ahogado en la orilla.
El conjunto guipuzcoano cerró ayer una primera vuelta de notable alto, logrando ocho victorias e igualando así la mejor marca del club en sus siete cursos en la elite. Ninguna pega, en ese sentido, a un equipo que partía como uno de los candidatos al descenso y que ha alcanzado el ecuador del campeonato en mitad de tabla y con cuatro triunfos de renta sobre la zona de descenso, dando además una muy buena imagen en casi todos los partidos y, sobre todo, ilusionando de nuevo a su afición. No hay que olvidar que hace ocho meses este equipo bajó, aunque luego se salvó del descenso en los despachos. Pero es inevitable la sensación de que ayer dejó escapar una fantástica oportunidad. La Copa es un magnífico premio, el evento más importante del curso baloncestístico y un grandioso escaparate para los clubs más modestos. El GBC tenía en sus manos codearse con los grandes al menos durante unas horas, pero falló en 40 minutos fatídicos. Una pena, sobre todo para los propios protagonistas, que al fin y al cabo son los que se habían ganado esa oportunidad que no suele llegar muy a menudo.
El Gipuzkoa Basket se pareció poco a sí mismo ayer en Madrid. Se mostró nervioso y temeroso, quizás excesivamente presionado por esa opción de clasificarse para la Copa que tenía a su alcance. Había insistido Sito Alonso hasta la saciedad en que la ansiedad no tenía que hacer mella porque la Copa no era una obligación, sino un premio. Que un resultado no podía marcar todo el trabajo de la primera vuelta ni influenciar en las 17 jornadas ligueras que aún quedan. Pero a la hora de la verdad sus jugadores parecieron totalmente superados por la situación. Solo en el primer cuarto, el GBC había perdido siete balones cuando su media hasta ahora era de nueve por partido y no hubo respuestas a la defensa planteada por Txus Vidorreta, que en 2011 estaba en la terna de candidatos para el banquillo guipuzcoano pero que desde entonces se ha convertido en una especie de bestia negra para el equipo de Sito.
Y eso que el partido empezó bien, ya que el GBC tomó la delantera desde el triple inicial de Ramsdell y ganaba 6-10 mediado el primer tiempo. Sin hacer nada especial, pero aprovechando las dudas de un rival que es penúltimo y que afrontaba el choque probablemente con más presión, ya que en caso de perder se hundía un poco más en zona de descenso. Pero el Estudiantes se sacudió esos nervios y dio la vuelta al marcador sin que el Gipuzkoa Basket pudiera hacer nada por evitarlo. Vidorreta planteó una durísima defensa sobre Doblas y Robinson, los dos pilares del equipo, y el resto se diluyó de forma inexplicable. Salgado y Neto no sabían qué hacer y el Estu marcó un parcial de 9-0 para lograr cinco puntos de renta al término del primer cuarto (15-10).
Lejos de reaccionar, el equipo de Sito siguió siendo incapaz de buscar soluciones en ataque y el parcial siguió aumentando: 17-0 para un marcador de 23-10 en el minuto doce. Tampoco la defensa funcionaba, porque todo va unido. Un naufragio en toda regla después de casi siete minutos sin anotar y dando todo tipo de facilidades a un rival, que por otra parte, no hizo un partidazo. Lo que no pasaba desde la jornada dos en La Fonteta sucedió ayer. El GBC, totalmente desdibujado, sin alma, vagaba por el Palacio de los Deportes. Un tiempo muerto dio paso a una leve reacción gracias a un triple de Ramsdell y una canasta de Robinson, pero nada más lejos de la realidad. El Estudiantes siguió aplicando la misma medicina en defensa y se fue creciendo en ataque hasta marcharse al descanso con 20 puntos de ventaja. Del 6-10 en el minuto cinco al 33-19 en el descanso. Un descalabro inexplicable.
Para ganar e ir por tanto a la Copa solo quedaba apelar a la épica, pero tampoco dio resultado ayer. Y eso que por un momento el GBC pareció capaz de dar la vuelta al marcador o al menos de poner en apuros al Estudiantes. Fue justo en la reanudación gracias a un parcial de 0-7 impulsado por cinco puntos de Winchester, que hizo un buen partido y que trató de tirar del carro en los momentos más complicados. El americano, uno de los pocos jugadores discutidos de la plantilla en esta primera mitad del campeonato, demostró ayer tener carácter de sobra. Llegó incluso a ponerse a diez puntos el equipo de Sito con una canasta de Rasmdell (43-33) mediado el tercer cuarto, pero seis puntos consecutivos del Estudiantes volvieron a estirar el marcador (49-33). La mejoría del GBC era insuficiente porque remontar 20 puntos en 20 minutos sucede muy pocas veces y al término del tercer acto la desventaja seguía siendo grande (55-41).
quinta falta de doblas No se rindieron, pese a todo, los guipuzcoanos. Robinson y Doblas empezaron a entrar más en juego, las pérdidas de balón se redujeron y la producción ofensiva subió. Winchester, con otros cinco puntos, bajó de la barrera psicológica de los diez puntos (57-48) y Doblas, con una canasta y dos tiros libres, redujo un poco más esa diferencia (60-52) a cinco minutos del final. Robinson seguía atado en corto por Rabaseda, que hizo una gran defensa sobre el alero de Tacoma, pero la aparición de Doblas hacía albergar ciertas esperanzas de remontada y clasificación para la Copa. Esperanzas que se evaporaron en la siguiente jugada, cuando el pívot cántabro cometió su quinta falta. El GBC se quedó sin argumentos, el Estudiantes respiró y la victoria resultó imposible.
Las últimas jugadas fueron ya una agonía porque el equipo era consciente de que la Copa se le había escapado. El sueño de figurar entre los elegidos, de estar hoy en el sorteo, ha parecido tan real durante las últimas semanas que la desilusión es lógica. Pero, aunque sea difícil justo después de perder, hay que destacar el mérito de haber estado optando a la Copa hasta el último partido partiendo con uno de los presupuestos más bajos de la ACB. Solo cabe esperar que la derrota no afecte a los ánimos de los jugadores y que la segunda vuelta sea, al menos, igual de buena que la primera.