el Gipuzkoa UPV sigue sorprendiendo. Lleva haciéndolo ya unos cuantos años. Primero fue su ascenso a Liga Femenina 2, una categoría que parecía quedarle grande a un club tan pequeño. Lejos de superarle la situación, en seis años jugó cuatro fases de ascenso y a la cuarta logró lo que parecía imposible: subir a la máxima categoría. No conforme con eso -y pese a no variar apenas la configuración de la plantilla- el conjunto donostiarra marcha quinto (de doce equipos) una vez disputadas ocho jornadas, con un balance de cuatro victorias y otras tantas derrotas. Detrás de estos éxitos desde los años en Primera Nacional, un factor común: el tándem que forman las dos entrenadoras, Azu Muguruza y su ayudante Eva González, juntas desde hace más de una década.

"Salvo que haya una razón personal o familiar, espero que sigamos unidas en el proyecto muchos años", coinciden. Se conocen desde hace años. Eva González llegó incluso a entrenar a Azu Muguruza. Durante unos años cada una siguió su camino en el plano personal y profesional. Eva llegó a competir en la máxima categoría en la década de los 80 como jugadora del Donosti Las Banderas. Compaginó el baloncesto con el remo. Dejó las canchas como jugadora, pero siguió remando, aunque lo compaginaba con sus primeros compases como entrenadora de basket. Progresó en los banquillos y estuvo en el Europeo de 1997 y el Mundial de 1998 con la selección española absoluta, como ayudante de Manolo Coloma. También dirigió al Oviedo en Liga Femenina la temporada 1995-96. "Aquel proyecto no cuajó. Tuve alguna oferta, pero decidí volver a casa porque tenía que cuidar a mi familia. Me quedo con que entrené a Elena Tornikidou, una histórica del baloncesto femenino".

Azu Muguruza también dio pronto el paso a los banquillos. Entrenaba en categorías inferiores hasta que le convencieron para coger las riendas del UPV, que competía en ligas universitarias. "Eso fue hace 18 o 20 años, ya ni me acuerdo. Luego pasamos a categorías federadas, la Primera Nacional, como Atlético UPV". En esa categoría se unió Eva González. "Azu cogió el equipo y yo empecé a ayudarla. No era la primera vez que trabajábamos juntas, cuando entrené al Oviedo ella me llevaba la preparación física (Azu estudió IVEF y un año de Masaje Deportivo)", cuenta la hondarribiarra.

el ascenso a liga femenina 2

La llegada de Raquel y Candy

El Atlético UPV se convirtió en uno de los equipos punteros de la categoría. "Jugamos varias fases de ascenso para Liga Femenina 2, pero nunca subíamos porque íbamos con equipos justitos y otros clubes fichaban a alguna jugadora para subir", cuenta Azu. Todo empezó a cambiar cuando se incorporaron al equipo dos jugadoras del nivel de Raquel Delgado y Candy Navarro. "A Raquel la entrené cuando era una niña. Ya estaba trabajando, iba a dejar el baloncesto y le dije que se viniera. Ella trajo a Candy, que también había empezado a trabajar e iba a aparcar el baloncesto", cuenta la entrenadora donostiarra. Con la base y la pívot, el Atlético UPV subió en la fase de ascenso disputada en 2007 en León. La canasta decisiva del último partido, por cierto, fue obra de Iulene Olabarria.

"Ese ascenso a Liga Femenina 2 fue lo que cambió el club. A partir de ese momento, queríamos que los clubes guipuzcoanos o de Donosti participaran en nuestro proyecto, que se integraran en él para ir sacando jugadoras entre todos. Es lo que estamos haciendo desde entonces", cuenta Azu. "El Atlético ya estaba un poco integrado y enseguida se metió el Bera Bera, que en ese momento tenía las jugadoras que podían dar el salto a corto plazo. También se han ido uniendo Inter, Alde Zaharra, Erroibide, Easo... con el Iraurgi hay buena relación".

un proyecto modesto

El presupuesto es ligeramente superior a los 200.000 euros

En aquel 2007, el UPV -patrocinado por Biurrarena- decidió que su proyecto consistiría en dar oportunidades a las guipuzcoanas y fichar a dos o tres jugadoras de fuera que dieran un salto de calidad. "La idea se mantiene hoy en día, es nuestra filosofía. Fueron viniendo jugadoras como Carolina Sánchez, Toch Sarr (que ahora vive su segunda etapa en el club), Geisa Oliveira, Steffanie Madden, Arantxa Novo...". El proyecto, actualmente sin patrocinador, no puede ser más modesto: "Nuestros apoyos económicos son la Diputación, el Ayuntamiento y en menor medida la universidad, además de alguna pequeña aportación privada. Ocho jugadoras son guipuzcoanas cobrando lo que cobran y viviendo en casa de sus padres, y solo tres jugadoras son de fuera. Que una plantilla de Liga Femenina sea más barata que la nuestra es difícil. Tenemos un presupuesto un poco superior a 200.000 euros, poco más que en nuestros inicios en Liga Femenina 2. Todos los viajes, excepto Canarias, los hacemos en el día".

El objetivo del club es seguir esta línea de actuación: "El futuro es continuar así, porque la situación económica seguirá siendo parecida y, aunque tengamos más dinero, vamos a mantener el mismo criterio, siempre dando prioridad a las jugadoras que salgan de aquí. De todas maneras, es muy sacrificado y no sabes cuánto van a aguantar las jugadoras. Todos los días entrenamos dos o tres horas, y a veces hacemos doble sesión, y algunas lo compaginan con la universidad. Onintza, por ejemplo, estudia en Bilbao". La remuneración es semi amateur; la dedicación, profesional.

cuatro victorias en ocho partidos

"Ni por el forro pensábamos que íbamos a estar así"

Por todo ello, las entrenadoras están encantadas con la marcha del equipo. "No sabíamos cómo íbamos a andar, estamos contentas. Hemos llegado en una época en el que la Liga Femenina ha bajado su nivel y estamos aprovechando nuestro momento", dice Eva González. "No imaginaba estar así ni por el forro", añade Azu Muguruza. "En verano, cuando empiezas a ver la plantillas piensas: A dónde vamos nosotras. Pero luego, en la pista, no todo es ser muy buena. También hay que trabajar en equipo y que todo el mundo aporte su granito de arena".

El equipo se ha adaptado bien al cambio de categoría. "Hay jugadoras que están teniendo altibajos, pero en general todas siguen a un buen nivel y cumpliendo un papel parecido al que hacían en Liga Femenina 2. Las sensaciones son buenas y no creo que el equipo vaya a ir a menos", explica la entrenadora donostiarra. Su ayudante destaca que los errores se pagan en la máxima categoría: "Te roban la cartera enseguida. Vas ganando de seis, encadenas unos fallos y te ves perdiendo. Y si vas por debajo, es muy difícil remontar". Ambas apuntan otro factor clave: "El equipo que juega en casa se hace fuerte. Nosotras también lo estamos consiguiendo. El equipo sale mucho mejor a la cancha en casa y hemos ganado tres partidos en el Gasca".

Las jugadoras tienen muy interiorizada la cultura del esfuerzo. "Tenemos una cosa muy buena, y es que peleamos muchísimo, no damos nada por perdido. Empezando por Azu y por mí, venimos de una filosofía de pelear, y las jugadoras lo han aceptado. Con nosotras no hay tregua y saben que tienen que dar el máximo. Por ejemplo, el tema del ritmo no hemos notado mucho con el cambio de categoría porque siempre entrenamos con mucho ritmo", explica Eva. Azu insiste en la misma idea: "El equipo tiene claro que los partidos se sacan trabajando un montón. La gente está muy involucrada, nadie tira la toalla y hay mucha ilusión".

Ambas tienen claro cómo quieren que juegue el equipo: "En ataque trabajamos sobre ciertos movimientos, pero no somos las típicas entrenadoras de sistemas cerrados. Trabajamos mucho la movilidad, queremos que las jugadoras participen, se muevan y den una salida a la compañera que tiene el balón. En defensa, trabajo continuo, tanto individual como grupal. Se te puede ir tu par, pero ahí no se acaba la defensa. Debe ser una tela de araña".

La líder en la cancha y el brazo derecho de las entrenadoras es Arantxa Novo, la jugadora decisiva para entender este equipo los últimos cinco años. "Juega más tranquila ahora. Hay ratos que rompe las defensas fácil, pero en otros momentos dirige y asiste. De hecho, es la jugadora que más asistencias da. Influye mucho en el juego".

Otra jugadora clave es Iulene Olabarria, la única superviviente de la plantilla que subió a Liga Femenina 2. El pasado año recibió un homenaje por sus diez temporadas en el equipo y su adaptación a la elite ha sido muy buena: "Está muy cómoda y los tiros le están entrando. Da mucha estabilidad al equipo. Atrás no es que sea muy agresiva, pero es muy lista, sabe organizar la defensa".

Por encima de las jugadoras, que salvo en el caso de Olabarria van y vienen, está el cuerpo técnico, un tándem que funciona como un reloj. Eva González explica la clave del éxito: "Estamos muy unidas. Cada una sabe cuál es su papel y su sitio y nos respetamos muchísimo. Ahora mismo estoy estudiando y tengo que cuidar a mi familia, así que ni puedo ni tengo intención de ser primer entrenador porque no tengo tiempo para ello. Estoy bien como estoy, trabajo muy a gusto con Azu porque nos entendemos muy bien. Estar en Liga Femenina con estas jugadoras es un sueño. ¡Si entrené a Iulene en cadetes y juveniles! Lo que no pude hacer antes como entrenadora lo hago ahora. Tenemos un buen equipo y estamos en la máxima categoría. Queremos seguir todo lo que podamos en Liga Femenina".