Lo imposible
Duración: 56:05 minutos de juego.
Saques: 4 de Untoria (tantos 8, 9, 10 y 16) y 3 de Elezkano II (tanto 4, 10 y 15).
Faltas de saque: 1 de Untoria.
Pelotazos: 215 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 9 de Untoria y 10 de Elezkano II.
Errores: 1 de Untoria y 9 de Elezkano II.
Marcador: 1-0, 2-1, 3-1, 14-2, 15-5, 17-6, 18-12, 20-13, 21-15 y 22-15.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Julián Petite (con su sobrino Álvaro Untoria) y Ander Elezkano (con Danel Elezkano).
Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 80 favorables a Untoria.
Incidencias: Final del Manomanista de Segunda de la LEP.M disputada en el frontón Labrit de Iruñea. Buena entrada. Lleno.
donostia. Con un 14-1 de salida es imposible. No hay prácticamente opciones de darle la vuelta a una final del Manomanista. Aun así, Danel Elezkano estuvo a punto de darle la vuelta y alumbrar el sueño de la txapela de Segunda en el Labrit de Iruñea. Sin embargo, entre la suerte y el inicio, su gran segunda parte quedó eclipsada, cediendo el protagonismo en lo alto del podio a Álvaro Untoria, campeón merecido sobre todo por su comienzo del encuentro. Y es que, metidísimo y con la moral por las nubes, fue capaz de desarbolar la zurda del vizcaino y tenerle muy atrás, abusando con su postura de izquierda: pegando atrás o tirando el dos paredes.
Disfrutó el zaguero riojano al principio con una pelota de su gusto, con salida, que instaba al peloteo atrás y evitaba que Danel se encontrara en su órbita de actuación. Además, estaba fresco. A golpe de garrote abrió una brecha que al término del envite se tornó capital para sus intereses. Si no hubiera comenzado como un ciclón, Elezkano seguro que hubiera tenido un mayor premio que encajar un 22-15. No obstante, el inicio del najerino fue sensacional: mandó, templó, defendió y terminó. Además, se juntó todo con que Danel estaba atacado de los nervios, sin oportunidad de debatir en un monólogo colorado. El 14-1 fue una ducha de estalactitas para el zaratamoztarra, incapaz de parar la sangría. Solo el primer tanto tuvo batalla, porque hasta que acertó el vizcaino, el resto fue un camino de rosas para el zaguero de Nájera.
Con un colchón tan enorme en el zurrón, la final se puso abiertamente colorada. Sin nada que perder, Elezkano se recompuso y buscó lo imposible. Porque, con una distancia de trece tantos, su objetivo pasaba por bordar todo en todas las facetas del juego. Así, se tiró al ataque sin contemplaciones, buscando el aire, defendiendo de volea y haciendo el trabajo que apenas había tenido la oportunidad de hacer anteriormente. Abrazado a la épica sumó con la volea de derecha y pudo ir al cestaño a variar el cuero.
Era una empresa de tamaño himalayesco la del Labrit iruindarra porque el luminoso apuntaba un sonoro 14-2, pero Danel se puso el mono de trabajo en sus trazas de artista para intentar darle la vuelta. Anunció batalla con las dejadas y buscó el tembleque rival a costa del saque. Así, se metió en la final con el viento en contra. Remó Danel y levantó cartones. De hecho, los mejores tantos del partido corrieron de su cuenta, de su espumosa izquierda y de la tralla de su diestra. Se acercó primero un paso (14-5) y después abrió gas hasta ponerse 17-12. Fue entonces cuando pasó miedo el najerino y Elezkano levantó a la grada, que bailaba la música del zaratamoztarra, inmerso en la ascensión a la cumbre manomanista.
Pero la suerte le jugó una mala pasada -también una decisión errónea de los jueces de dar vuelta a un tanto claro del vizcaino-. Estando en el alambre, dos chapas desafortunadas en golpes de genio dieron un poco de oxígeno al riojano. Tomó aire y contemporizó para no perder pie. Y Elezkano, acelerado, se tiró a por todas, acercándose aún más hasta el 20-15. Ocurre que, en el fragor de la remontada, una pelota que era azul se volvió colorada por un fallo de bulto y se apagó la luz de un sueño, el de Danel, agónico, en el que Untoria acabó reinando.